Sin duda alguna, la visita anual a este
restaurante es algo que no me perdería jamás. Un verdadero placer en todos los
sentidos.
Una mala noticia, Angel “nos ha abadonado”,
el amor es lo que tiene y por las islas afortunadas anda “perdido”. Te deseo lo mejor.
Así que Javier, un cocinero de los más
apasionados que conozco, tiene que lidiar, con alguna pequeña ayuda, con lo que
supone manejar un restaurante.
En lugares como éste, yo ya me dejo
guiar, prefiero que decida él lo que voy a cenar. Además, un detallazo, deja
que Aran, mi compi, pueda probar alguno de sus platos puesto que ella no
disfrutaría con el menú completo.
El menú que voy a degustar hoy se llama
Marea baja pero, como bien destaco en el título, el nivel de dicha marea es muy
alto, pero que mucho.
Destacable el servicio con que nos deleita esa pareja de "iguales" pero inigualables camareras. De diez. Y destacar también la vajilla, están que se salen. Cada plato "marida" perfectamente que el alimento que cobija.
Comenzamos con un aperitivo que es una
antxoa acompañada de un excelente aceite y un trozo de aguacate. Genial, sin
más comentarios.
Seguimos con el helado de escabeche.
Fresquísimo comienzo que realmente sabe a escabeche. Rico-rico.
Vaca adulta y madura a la sal. La misma
piedra es la que aporta la sal, que la carne va cogiendo según “la necesita”.
Continuamos con un plato que ya he degustado
en otras ocasiones. Las Multiesferas lácticas, huevas de trucha y rúcula. Preciosa
presentación y sabores muy bien conseguidos.
Como detalle, Javier me deleita con el Dim
sum de gambón, gambón al ajillo. Plato ya mítico en el local que está de
muerte. Riquísimo.
Hoy para beber me he decantado por un champagne.
Louis Roederer. El básico de la bodega. Un estupendo vino. Fina e integrada
burbuja. Con un cuerpo consistente. Fruta pero con estupenda acidez y ese
ligerísimo “amargor” que alarga el trago. Por estos precios es un disfrute
asegurado. Difícilmente un champagne puede fallarte.
El siguiente pase es el Crutáceo en
tempura y almendra. Para comerse una docena. Estupendo.
Ahora le toca el turno a mi compi que me
acompaña con el Canelón de pularda, sus higadillos y toques terrosos. Vamos de
notable a sobresaliente.
El pescado no es otro que el Txitxarro
negro crujiente escalibado. Finísimo, sabroso, tierno, bien preparado.
Quizás llega el turno del que ha sido,
para mi, el plato de la noche. Pero eso por ser dos sabores que me apasionan.
La Papada de duroc, carabinero y jugo de sus carcasas. Curiosa mezcla de
tierra-mar pero con dos “campeones”. Maravilloso.
Como veo que se me termina el vino, les
pido si pueden sacarme una copa de algo. Pues las gemelas se ponen de acuerdo y
me obsequian con una copa del espumoso que el año pasado tuvieron a bien
regalarme, un Cantabricus, albariño cien por cien. Bien rico. (foto superior)
Arantza se mete ahora unas carrilleras “Paco”.
Un plato contundente de una carne suelta y tierna acompañada de un buen foie.
Me resulta curioso que termine el plato, todo incluído. Estupenda señal.
Yo finalizo con un Cochinillo, patata a
la vainilla y glaccé. Casi me cuesta terminarlo. Tontamente, poco a poco, me he
metido un buen listado de platos. Imaginativa presentación del cerdo. Muy rico.
El postre lo degustamos ambos. Un Esponjoso
de leche y violetas. Muy bonita la manera de emplatarlo y desde luego que el
aroma y el sabor es de lo que anuncia. Violetas. Postre muy ligero pero de
sobresaliente.
El precio del menú Marea baja es de 52
euros. De las mejores relaciones calidad-precio que conozco.
Salimos a la terraza. Al amparo de la
encina, nos sentamos ligeramente abrigados. Un rico cafecito y esperamos a
Javier. Una charla que se alarga casi hasta las dos de la mañana y eso que
Javier está agotado. Le puede la pasión por lo que hace. Espero y confío
en que no demasiado tarde, se vea recompensado su trabajo, en mi opinión se lo
merece con creces.
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