29 de septiembre de 2019

RESTAURANTE ZIGOR (OKONDO): Cocina de altura a precio de "bajura".


En compañía de mi amiga Marijo vuelvo a este restaurante que ya he visitado en un par de ocasiones. Cerquita de casa que siempre es un plus y a sabiendas de que vamos a cenar bien , eso sí que es un “replus”.
La agradable camarera se acerca para traernos las cartas pero había negociado yo con Iñigo el asunto vinícola y en cuanto al comer prefiero que nos den de cenar, que vayan sacando platos hasta que consideremos que es suficiente.
Así que dos copas y un sacacorchos, que prefiero atenderme personalmente y allá que le damos caña a un txakoli UNO cosecha 2013. Mira que me gustan a mi estos vinos. Estos que pierden su idea incial, que pierden mucha de su fruta y evidentemente parte de su acidez para convertirse en otra cosa. Quizás algún “purista” me diga que no es normal esto pero que me quiten lo “bailao”.  A mi me gustan y los disfruto. Está rico, sedoso y agradable. Para beberlo sin prisa alguna. Mi compi también ha salido encantada con él.
Primer pase, un par de croquetas de langostinos. Ricas. Crujientes, sabrosas, con buen producto en su interior.

Seguimos con unos hongos laminados acompañados de una suave espuma y unas virutas de jamón. Platazo. Riquísimos.

El tercer pase son unos corazones de alcachofa con dos cremitas que le dan un toque distinto pero muy bien logrado. Tiernos a màs no poder.

Le toca el turno ahora a otro plato a destacar, unos txipis con cuscús y sus patitas. Al ver el color me he “asutado” un poco pero en cuanto los he probado ha sido un placer. Tierno, esperaba una textura más dura pero no. Suaves, con sabor intenso. Las patitas para comer un ciento. Y mira que el cuscús me genera ciertas dudas pero el de hoy está estupendo. Un plato para recordar.

Llega Iñigo y nos pregunta si seguimos, le digo que con un par de ellos más sí que podemos, así que en cuarto lugar aparecen unas mollejas con puré de patata y unas piparras. Buen conjunto, rico-rico.

Y para finalizar la parte salada damos cuenta de un estupendo cochinillo a baja temperatura con sus “txalotas”. Carne suelta, tierna. Corteza de perfecto crujiente. Rico final para un menú a una altura notable.

No queremos postres pero nos obsequian con un par de cositas. Me quedo con esa especie de brownie de chocolate.
Un par de ricos cafecitos ahora ya sí en la terraza y una larga charla con tres trabajadores de la vecina bodega de Astobiza. Tendremos que volver a vernos para probar alguna cosilla interesante que al parecer tienen por ahí.

Poco más de 30 euros por persona. Como titulo este trabajo, "Cocina de altura a precio de bajura". Las cosas les van bien, creo que por algo será.

22 de septiembre de 2019

RESTAURANTE PORRUE (BILBAO): Cuando un 7 no es notable sino SOBRESALIENTE.


Hace mucho que llevábamos preparando algo especial, queríamos darnos un homenaje y las opciones eran unas cuantas. Pepe suele preferir asegurar pero Javi es más de investigar y probar sitios desconocidos para él. Al final nos decantamos por este restaurante donde ya he pasado yo algún buen rato.
Hoy el asunto era comer y beber a capricho, sin poner topes ni trabas, eso sí, siempre dentro de un orden lógico y al alcance de los mortales.
Nos recibe Unai, siempre con esa cara de buen humor y saber estar. Y vamos comentando un poco las opciones que tenemos tanto de comer como de beber.
Comenzamos con un buen aceite y esos panes que a cada cual están más ricos. Me gusta que un restaurante de la importancia que se merece a este sublime alimento.

Como aperitivo una croqueta que tiene aires de “rollito chino”, crujiente, sabrosa, jugosa…..

No conocía yo a la sumiller de este local, resulta que los viernes noche no trabaja y ese suele ser mi día de visita. Entre todos vamos intentando elegir un blanco que nos emocione y tras barajar varias propuestas….. allí que aparece algo que ni siquiera sabíamos que existiese. ¿Un txakoli? Pues sí, pero seamos justos, esto va más allá. 
Un Itsasmendi 7 pero de una añada histórica, ni más ni menos que un 2005. Aquí no hablamos de acidez, aquí no hablamos de frutas variadas, aquí hablamos de calma, de sosiego, de cuerpo extraordinario. En un primer momento surgen aromas alcohólicos, más tarde aparcen aires añejos….. Un vino que tiene un envejecer impresionante y que simplemente nos ha enamorado. Extraordinario, sobresaliente.

En ese momento aparece Unai a presentarnos nuestro plato principal, no tiene mala pinta, la verdad. Después daremos cuenta de ella. (foto superior).
Percebes a la brasa. Esto sí que es un chupa chups. La madre que los parió, qué ricos están. Lo que cambia un producto cuando se trata de manera sublime.

Ahora les toca el turno a unas verduritas con ajo blanco. Tengo a dos personas delante que disfrutan como chiquillos con este tipo de platos, así que me “sacrifico” un tanto para que ellos gocen.  Realmente pretendo que se llenen para comer más langosta, pero que no se enteren.

Pasamos ahora al plato que en mi opinión más me ha hecho disfrutar, un carabinero con huevo y esas patitas cocinadas.  “Ordeño” la cabeza hasta secarla. Qué sabor, que jugo….. riego un poco el huevo para darle un toque a marisco y me pongo a untar pan a dos manos…. Estos momentos son los que hacen que la vida merezca la pena. Puro vicio, pura gula, puro disfrute gastronómico.

En estos momentos se termina para nuestra desgracia ese vino blanco que nos tenía un tanto despistados y pasamos al asunto espumoso. Al final, una comida como la de hoy “obliga” a quitar la sed y no nos llega con una así que disfrutamos de dos champagnes a cada cual más diferente. Por un lado un vino muy afrutado y por el otro uno más potente, tanto que me ha recordado incluso a algún vino andaluz, con solera. El primero un Dufour Orante Sanguine, el otro un Tarlant Brut Prestige rosé añada 2000.  Larga crianza y unos años más de botella habrán conseguido ese toque tan peculiar.

Le toca el turno al pulpo, este ya era un viejo conocido mío pero sigue estando de rechupete. Terso, con mucho sabor. Buena materia. Puré de patatas de casa como compañía.

Y por fin le llega  nuestro plato principal, una langosta de buen tamaño, con una carne suelta. Mucho tiempo llevaba yo sin probarla. Me encanta aunque sigo diciendo que me quedo con el impresionante sabor del carabinero. Los estómagos están ya un poco saturados y el “bicho” no es pequeño, así que nos damos por satisfechos en el asunto salado aunque bien le hubiésemos clavado el diente a algún buen trozo de carne. Lo dejaremos para otra ocasión.

Javi y Pepe se van de cabeza hacia esos helados variados con el toque  “italiano” que tantos placeres genera. Algún bocado ya doy, están como siempre, de muerte. Yo, más “golosón” me voy a por su tarta de queso. Pues eso, golosona, muy golosona.


Un par de copita de PX, unos cafés hechos a nuestro gusto y vamos dando por terminada la velada. Días como hoy prefiero no hablar de dineros y no penséis que es nada exagerado pero no me parece justo. Son momentos que para mi no tienen precio. Eskerrik asko a Unai y su equipo, eskerrik asko a Javi y como no a Pepe. Un día para anotar en el cuaderno de bitácora, un día que no se borra fácilmente de la memoria.

15 de septiembre de 2019

NIDOBILBAO: Cru: mi vinazo favorito.


Aprovecho una de las películas favoritas de Aran que no es otra que:  “Gru: Mi villano favorito” para jugar un poco y dar título a mi comentario de hoy. 
Cada día que pasa, cuanto más los pruebo, más me estoy aficionando a los vinos espumosos. Asi que en cuanto Iratxe, del restaurante NidoBilbao me comentó que tenía intención de hacer una cata de champagne me apunté sin dudarlo. En esta ocasión me acompaña Xabier, un compi de trabajo que tiene algún que otro interés en conocer algo más sobre el mundo del vino.
Nos juntamos casi media centena de personas, clientes habituales de este restaurante y comienza la historia.

Comenzamos con una pequeña introducción por parte del enólogo invitado que además es el creador de nuestro primer pase, un rosado espumoso que acompañamos de un sándwich de foie con pan crujiente de chocolate. Riquísimo el plato con potente sabor a foie y muy agradable el vino, burbuja bien presente, potente, en boca te recuerda a un buen vino rosado. Un todoterreno para abrir en cualquier ocasión.


En segundo lugar probamos el primer champagne de la noche, en concreto un Jean Paul Hebrart. Premier Cru, blanc de blancs. Vinos con muy poca intervención en viña, métodos tradicionales. Por supuesto uva chardonnay y mezcla de añadas siendo un porcentaje muy alto el de la última. Disfrutamos ahora de unas cojonudas croquetas semilíquidas de carrillera.


En tercera posición bebemos el que ha sido el favorito de mis compis de mesa, un Veuve Fourry & Fils Vertur, gran reserva y también primer cru. Este champagne ya lleva un porcentaje de Pinot Noir y la burbuja está muy presente, es potente. Con él degustamos un estupendo risotto de hongos y verduras.


Continuamos con un vino que me resultaba conocido, un Christophe Mignon Festigry Pur Meunier. Cien por cien uva pinot meunier. A mi me encanta, una burbuja mucho más fina que el anterior, me resulta más rico en aromas. Es un champagne que bebería gustoso en cualquier ocasión. Mientras tanto nos jamamos un bacalao con su piperrada y pil-pil.

Terminamos la parte salada de la cena con la presa ibérica acompañada de puré trufado de patata y lo regamos con un Mouzon Leroux & Fils verzy L¨atavique. Grand Cru. Viticultura natural. Este vino lleva ya más uva pinot noir que chardonnay. Mucha fruta en boca, buena burbuja bien integrada, me parece muy rico también aunque me resulte más atractivo el anterior. Quizás a ciegas sea incapaz de diferenciarlos pero la mente es la mente.


Y finalizamos la cata de hoy con el que me ha parecido el mejor de la noche. Marguet ambonnay Shamman. Grand cru. Biodinámico. Sube aún más el porcentaje de pinot noir con dos terceras partes. Burbuja finísima, nariz muy agradable, boca sedosa. Me ha encantado. Lo acompañamos de bombón de chocolate y fresa y un estupendo helado de chocolate negro.

Pues una jornada en la que hemos disfrutado de algunos de los que me parecen los mejores vinos del mundo. El champagne es otra historia.  Encima una cena cojonuda, qué más se puede pedir. 

8 de septiembre de 2019

LA BODEGUITA DEL 12 (BILBAO): A la rica ración.


Mucho ambiente se está generando en esta zona de Bilbao y desde luego que la oferta en los alrededores es bastante interesante.
En un par de ocasiones había parado aquí a tomar algo y me atraían las raciones que veía en barra, así que tenía que probarlo y comprobar en vivo y en directo si la pinta y el resultado cuadraban.

No es un sitio para cenar con lujos ni demasiadas comodidades. Llamé para reservar puesto que suele estar siempre lleno. Si tienes la suerte de que te toque alguna de las mesas más separadas de la barra será un poquito más “discreto” pero nos ha tocado mesa junto a la barra con lo que la “intimidad” brilla por su ausencia. Pero yo sabía a dónde y a qué venía así que….

Oferta variada de vinos pero muy poco de mi gusto así que por una vez  y sin que sirva de precedente me decanto por tomar una cerveza tostada que les estoy cogiendo el gusto y más ahora en verano.

Aran hoy decide “cuidarse” y riega con agua la cena. Yo como que lo del agua lo llevo bastante mal.
Ración de pan, rico por cierto y comenzamos con una ensaladilla que nos ha gustado mucho. Suave, sin sabor exagerado pero muy apetecible.

Continuamos con unas croquetas de jamón. Me han sorprendido agradablemente. Crujiente exterior y fluído lo de dentro. Sabrosas.


Como plato fuerte saboreamos unas albóndigas de lumagorri que también están muy ricas. Salsa de las de disfrutar untando. Ricas, la verdad.

La tarta de queso tenía una pinta más que apetecible así que nos decidimos a probarla. Nuestra camarera nos ha dicho que está impresionante. Pues la verdad es que está bien rica. Soy un amante de este postre y llevo ya alguna que otra probada. Quizás un pelín pasada de dulce para mi gusto pero cremosa y bien horneada.

Cafecito e infusión y pagamos los 51 euros. Pues un sitio para picar alguna ración que otra, lo dicho, sin excesivas comodidades pero que en su relación-precio creo que está muy ajustado.

1 de septiembre de 2019

RESTAURANTE KUMA (BILBAO): El JAPONES, sin duda.


Me parecía arriesgado acudir a este restaurante con mi retoño. Lleva ya un recorrido por este mundo y voy viendo su progresión pero tenía mis dudas al respecto.
Tras explicarle un poco lo que podemos encontrar, se anima y desde luego que el resultado ha sido mucho mejor de lo que me esperaba. Miércoles noche en la capital y el restaurante a tope, eso no es, precisamente, mala señal. Uno es un completo ignorante en cuanto a comida japonesa se trata pero entre lo poco que conozco y la inestimable ayuda de nuestra anfitriona, hemos ido, poco a poco, disfrutando de un excelente menú.
Desde mi última visita han mejorado bastante su carta de vinos y creo que un espumoso va a acompañar perfectamente el tipo de comida que toca hoy. Me encuentro con un viejo conocido, un champagne con historia, una historia relacionada con nuestra tierra. Ayala Rosé Majeur variedades chardonnay, pinot noir y meunier. Precioso color asalmonado, espuma bien integrada y muy fina. Lo recordaba un tanto más dulzón pero no. Quizás tenga un ligero toque “afresado” pero el final tiene ese amargor que le “ralentiza” el trago. Ha cumplido con creces con nuestra cena de hoy.


Un pequeño aperitivo y comenzamos el recorrido propuesto. Nombre de los platos y foto, sin más. Decir que la calidad de todos y cada uno de los productos degustados ha sido de 10 y que su elaboración está al mismo nivel

Salmón King ikura

Nigiri pescado blanco piparra-Vieira flambé especial



Coca de atún



Usuzukuri, bocata calamares


Nigiri crujiente salmonete-Nigiri tataki bonito


Tartar akami trufa


Kagoshima wayu


Kuma ceviche


Huevo trufa-Nigiri huevo tocineta


Trufas ochiai-Mochis


La cena nos sale a 80 euros por persona sin bebidas. Cenar aquí es “costoso”, no caro. Sus materias primas son de primera y su cocina excelente. Más que una opción, es “la opción” de probar realmente la cocina japonesa en Bilbao.