19 de agosto de 2018

RESTAURANTE EL GALEÓN (SOMO): Honesta cocina, impresionantes cartas.


Repito después de algunos años visita a este local. Tenía buen recuerdo. Eso sí, he sido precavido, sin llamar para reservar difícilmente pillaréis sitio. Bonito anochecer, por cierto.
 

Amplio comedor interior y también opción de cenar en su terraza. La temperatura invita hoy a cenar más bien en el interior. Bien aprovechado el espacio aunque no da la sensación de agobio. Mesas sin lujos pero bien vestidas.
Su carta es muy amplia, tanto la de comidas como la de bebidas. Hay mucho para elegir.
Nos atiende Paula, una chica joven, profesional y muy amable que nos ayuda a elegir sin pasarnos puesto que aquí, eso ya lo sabia yo, las raciones son más bien generosas.
Estoy con Aran y sé que no puedo pedir demasiado. Así que como tengo ganas de probar una cosa en concreto, primero nos lanzamos hacia algo menos contundente.

Comenzamos con unas buenas almejas. De tamaño mediano, bien preparadas, con sabor. El caldo está muy rico y aprovechando la forma de la almeja, me pongo las botas sin necesidad de usar el pan.

Como ya he comentado la carta de vinos es muy larga. Me encanta ver el número de vinos blancos que tienen. Pero mi compi ha cogido un tremendo “vicio” a la espuma y viendo que tienen una cava catalán que nos encanta, nos vamos de cabeza a por él. El Recaredo Terrers Brut Nature Gran Reserva.  A pesar de ser el “peque” de la bodega es uno de los mejores cavas en relación calidad precio que conozco. Variedades Xarel-lo, Macabeo y Parellada, con una crianza de más de 40 meses en botella. Burbuja fina y bien integrada. Acidez controlada. Agradable nariz, en boca es cremoso, persistente, te envuelve, merece la pena “saborearlo” pausadamente. Un gran cava, la verdad.
Me apasionan las rabas de calamar y doy por supuesto que aquí tienen que prepararlas bien. No me  confundo.  De buena calidad y muy ricas.

Llegamos al plato que quería probar. Unas albóndigas de rape. Ocho unidades de mediano tamaño bañadas en excesiva salsa. Están muy finas pero a mi me han parecido, sin dudarlo demasiado que eran de marisco. Al menos el sabor, corroborado por mi acompañante, así lo delataba. La salsa está sabrosa aunque quizás de sabor un tanto demasiado potente. Bueno, no pasará a mi lista de platos para el recuerdo pero hemos disfrutado de ellas.

Buena lista también de postres. Casi todos ellos caseros. Aran se decanta por un sorbete al cava. Se conoce que no ha tenido suficiente. Además de tamaño XL.

Yo, aconsejado por Paula, me pido una mousse de orujo. Casera al cien por cien. Presentada en el mismo envase donde se prepara. Muy agradable, textura estupenda. Aunque no soy amigo de los orujos y sabe a ello, disfruto mucho con ella. Ración de nuevo de tamaño considerable pero me la ventilo sin problemas.

Un cafecito y pagamos los 84 euros de la cena. Tengamos en cuenta que el cava son 22, que por cierto es un precio muy ajustado, sin recargas. Un restaurante donde poder comer buen producto tratado de manera honesta.

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