18 de noviembre de 2018

RESTAURANTE REMENETXE /MUXIKA): Humildad, divino tesoro.


Poco, cada vez menos me cuesta acercarme hasta este precioso restaurante donde me tratan demasiado bien. Si uno quiere encontrar un vino diferente, probar algo nuevo y encima aconsejados por un profesional como la copa de un pino, éste es, sin lugar a duda alguna, uno de los mejores restaurantes a los que acudir.  Encima, acompañado todo ello de una buena cocina y de un estupendo servicio de sala.

Un sitio, de los pocos, donde voy más a escuchar que a hablar, donde he aprendido mucho de lo poco que sé de vino. Eso sí, desde el piropo que me echó un compañero de catas, me siento mucho mejor. Me dijo que yo sé perfectamente lo que me gusta y que ellos están intentando saberlo.

Pues nos acomodan en “nuestra” mesa y dejamos que tanto Jonan como su amatxu, nos cuenten un poco lo que podemos degustar hoy.
Como ya estaba avisado de nuestra presencia, había decidido un poco ya nuestra botella. Pero como siempre, me presenta alguna otra opción que desecho rápidamente en cuanto escucho aquello de “yo bebería este”. Pues dicho y hecho.
Un vino espumoso que no está dentro de la denominación cava por motivos de la altura donde se aposentan sus cepas (550 mts).  Un Cuvée esplendor Vardon Kennett. Variedades Pinot Noir, Chardonnay y Xarel-lo. Concretamente un 2013. Crianza mínima en botellay sobre sus lías de 30 meses. Podemos pensar tranquilamente que estamos bebiendo un  champagne. Finísima burbuja perfectamente integrada. A la frescura y fruta que le aportan la Chardonnay y la Xarel-lo, se une maravillosamente el cuerpo que le aporta la Pinot noir y además ese ligero amargor que te permite beberlo mucho más pausadamente. Uno de esos vinos que están consiguiendo que uno ya no se conforme con cualquier cosa. No sé si esto es bueno o malo pero que me quiten lo “bailao”. Riquísimo.
Comenzamos degustando un entrante en forma de ventresca con su vinagreta. Refrescante.

Nos emplatan individualmente un revuelto de cantharellus. Esto está impresionante. Aburro mucho, lo sé, pero placer de dioses al alcance de cualquier humano.

No nos poníamos de acuerdo en cuanto al pez a elegir y nuestra anfitriona nos lo pone facilísimo. Un rape de tamaño mediano para Aran y medio rodaballo para mi. Esto es un lujo y no te cuento lo bien que estaban trabajados ambos. Nada que objetar. Carne suelta, punto perfecto. Sabor a raudales. Lógicamente probamos de los dos para comparar. Quizás hoy, tenga que doblar la rodilla y darle la razón a mi compi, quizás el rape un puntito por encima. Pero no ha quedado ni rastro.


Como esta chica se cuida mucho, decide no comer postre alguno, así que me lo pone fácil. Otra de las cosas que no tenéis que dejar de probar si pasáis por aquí es su queso. De los mejores quesos que he probado jamás y que me encanta repetir. Rico, muy pero que muy rico. Acompañado de un poquito membrillo que no es demasiado necesario pero que siempre da un toque especial a cualquier queso.

Jonan me presenta algo que no había probado jamás para acompañar el postre. Un vino dulce hecho a lo “antiguo”. Un Postremus. Ni más ni menos que cinco kilos de uva son necesarios para obtener un litro. Uvas sobremaduradas con una larga fermentación. Mucho azúcar y temperaturas muy bajas. Llamados “vinos de paja” dado que las uvas secan un tiempo sobre paja.
Vino con tonos ambarinos, con toques de compota, higos secos, ciruelas, manzana asada. Destaca su acidez. Una sensación muy agradable en boca que invita a un trago muy pausado. Mejor que un caramelo, sin duda.
Salimos a la barra, nos tomamos un cafecito y una infusión  y “aburrimos” a Arantza con nuestra charla sobre líquidos elementos. Pero creo que es de inteligentes escuchar a quien sabe, cosa que cada vez se practica menos.
El precio de la cena de hoy ha sido de los que demuestran su generosidad, así que sin más, eskerrik asko. Como siempre, un verdadero placer. Nos vemos dentro de poco en esa cata de espumosos para finalizar el año en curso.


11 de noviembre de 2018

TABERNA BOKA-DOS (VITORIA-GASTEIZ): "Picoteo" de altura.


Situado en Lakua, zona de impresionante crecimiento de la capital alavesa. Todo edificios nuevos, familias relativamente jóvenes. No termino yo de moverme con soltura entre sus calles.
Asier, sobrino de uno de los propietarios de Boka-Dos, Fernando Etxebarri tiene pendiente pagarme una apuesta perdida y quería traerme aquí pero es muy joven y su vida muy ajetreada, así que me he decidido a venir por mi cuenta.

Local muy amplio. Zona de barra con mesas altas y bajas para degustar sus múltiples propuestas. Hoy en día es una opción que da mucho juego. El cambio que se está produciendo en los asuntos del comer y cenar hace que sea imprescindible tirar hacia este modo de gestión. En la calle tienen incluso un pequeño huerto urbano del que hacen un muy buen uso.

El comedor es grande, sin tonterías, con mucha luz. Mesas correctas y de tamaño suficiente. Un menú de fin de semana que no tiene mala pinta y una carta con interesantes propuestas que además juega con producto s de temporada que explican detalladamente para poder decantarte hacia un lado u otro.

Estaba Fernando “avisado” de nuestra visita, hoy ha comido aquí la familia, sesenta años de casados llevan sus padres. Eso son muchos años. Zorionak de mi parte. Así que charlamos un rato pues hemos llegado temprano. Luego , poco a poco, van llegando comensales más tardíos. Eso sí, la zona de bar está a rebosar.

Le pedimos que nos vaya sacando alguna de sus propuestas de picoteo, medias raciones para poder así, probar el máximo posible. Estoy con Arantza y ella manda, así que me quedo con ganas de alguna cosilla. Ya tendremos oportunidad.
Comenzamos con media ración de unas ricas croquetas de jamón. Crujientes y sabrosas con más que suficiente producto en su interior.
Rabas de calamar con harina de garbanzos. Están estupendas.

Como detalle que no hemos pedido, Fernando nos obsequia con unos cojonudísimos mejillones de roca. Tamaño txiki. Riquísimos, hacía tiempo que no los comía sí.

Morcilla de autor. Acompañada por unas “angulas de monte” unos pimientos rojos asados y una “mermelada” de pimiento. Riquísima la morcilla. Crujiente piel que degusto sin problemas. Incluso mi compi se ha animado a probarla y no le ha disgustado. Muy, pero que muy rico plato.

Tiras de pollo con panko acompañadas de una salsa barbacoa. A mi esto me encanta pero a la que tengo enfrente le apasiona. Como en este caso la “media” ración más bien parece entera, se me ocurre decirle al camarero que nos la retire sin terminar….. casi me “muerde”. Así que se la ha terminado disfrutando a más no poder.

Lomo de merluza. Presentada “a lo antiguo”. Con su espárrago y su trozo de huevo cocido. Calidad del producto. Jugosa. Nos la preparan en platos individuales. Muy bien conseguida.

Terminamos ya con muy poquitas ganas de comer, esto es ya puro vicio, con unos trozos de taco de txuleta. Aran pide que le hagan un poco más un par de trozos. De intenso sabor, rica la carne. Todo de aprovechar.Patatas hechas al momento y un par de pimientos verdes. Rico final para una estupenda cena.

La carta de vinos, sobre todo de blancos y espumosos es corta y tengo pocas opciones para elegir así que prefiero ir a lo seguro con una botellita de Juvé & Camps . Como siempre, cumplidor.

Infusión y cortao y abonamos los 60 euros totales, el cava son 22. Interesante opción en una zona de mucho futuro en Gasteiz. Más pensado en el picoteo de nivel pero que sirve tanto para un roto que para un descosido. Nos ha gustado la propuesta así que volveremos.

4 de noviembre de 2018

ASADOR EGURRA (BILBAO): Con mayúsculas, ASADOR.


Nueva  visita a otro de mis locales preferidos en la capital. Hoy mi compi tiene ganas de comer algo de carne y no es, precisamente, mala opción pasar por aquí para ello.

Tras el saludo de rigor nos aposentamos en una de sus bien vestidas mesas para degustar, mientras pensamos en el resto, un chorizo de esos que en cuanto lo pruebas sueñas con meterlo entre pan y pan, aplastar el bocadillo y disfrutar cual persona  “poco delicada”. Está de muerte el jodido.

Me sorprende Aran con su elección de plato para compartir. Creo que es la segunda vez que las va a comer y al parecer tiene muy buen recuerdo de su “primera vez”. Unas estupendas mollejas de cordero. Muy jugosas y tiernas. Acompañadas de una especie de mayonesa suave que invita a su vez a pasarla por el pan.

Compartimos también una ración de txuletillas de cordero lechal. En parrilla con sus brasas. Tiempo ya de que no las cataba. Casi todas “de palo”. Esto es pura mantequilla, la verdad. Muy, pero que muy tiernas. En mis buenos tiempos de estas me como yo…….. pues todas.

Hoy, como ya viene siendo muy, pero que muy habitual, regamos la cena con espuma. Tiene guardado Gonzalo por allí una botella en concreto y nos la ofrecen. Un  Cava Ramón Raventós extra brut PN 2012. Cien por cien Pinot Noir. Pues un cava que no ha sorprendido en exceso pero que está muy, pero que muy correcto. Fina burbuja y trago fácil. Quizás algunos cavas un tanto “especiales” que he ido probando últimamente me estén volviendo demasiado exigente. Eso sí en cuestión de relación calidad-`precio, un buen cava.

Para finalizar pedimos dos medias de solomillo. Como nos conocen ya bastante bien, tienen el detallazo de emplatarlo por separado y de sacarlo en base a nuestros gustos. El de mi compi más pasado y el mío más “rojillo”. Buena carne de la que no dejamos ningún recuerdo. Ricas patatas fritas a mi gusto y como no puede ser de otro modo, los pimientos verdes me “los tengo que comer yo” con “mucho esfuerzo”.


Un cafecito con un par de polvorones “de la tierra” y me obsequian con una copita de algo muy rico que ya he tenido ocasión de degustar. Una sidra de hielo 1898 cuya acidez, sin ser como otras que conozco, está bien marcada. Esto es puro vicio.


34 euros por persona sin vino han tenido la culpa. De nuevo disfrute. Parece que les va bien. Desde luego que tienen mérito. trabajar, trabajar y trabajar y siempre con una sonrisa en la boca.

1 de noviembre de 2018

RESTAURANTE LOS FUEROS (BILBAO): Un tomate "feo" muy atractivo.


Después de mucho tiempo sin visitarles y acompañado de mi amiga Marijo, una excelente compañía para asuntos gastronómicos dado su grado de disfrute con el buen comer, vuelvo a este restaurante donde las cosas se hacen bastante bien.

El único “pero” para mi es el “aprovechamiento” del espacio y sus pequeñas mesas para dos comensales. Uno ya es muy mayor y dado más a mesas más “cómodas” y de tamaño más amplio. También sé que aquí el precio también va acorde con ello y que de otro modo las cosas deberían ser más costosas.

Una carta de vinos corta pero con cosas curiosas y diferentes y además un “plus” importante, todos y cada uno de sus vinos puedes probarlos por copas. Cosa difícil de encontrar en cualquier local.
Estando con Marijo y conociendo sus gustos, me decido por probar un albariño de una bodega más que conocida. Un vino un tanto “especial” que tiene su lado “romántico”. Albariño Rosa Ruíz. Hija del llamado “padre del albariño”, Santiago. Cosecha 2017, cien por cien albariño. Crianza de 5 meses sobre sus lías para darle mayor amplitud en boca. De color muy limpio y aromas a frutas tropicales. Curioso lo de los gustos personales. A mi compi le encanta, yo ya he pasado a una fase donde los prefiero más “reposados”. Seguramente dentro de un par de años de botella me gustará más. Pero entraríamos aquí en una tonta discusión puesto que lo de los gustos es personal. De todos modos está rico, sin dudarlo. Muchísima fruta y estupenda acidez.
Un pan muy rico con corteza crujiente, de los míos.

Comenzamos con un tomate “feo” de Tudela tibio, queso de oveja, oliva y albahaca. Un plato fresco a más no poder. Riquísimo y suave el tomate. Aunque no soy amigo de demasiadas especias, en esta ocasión es un toque que no esconde el verdadero sabor del ingrediente principal. Estupenda ración.

Continuamos con unos txanpis en tempura con mahonesa de trufa. Ración más que generosa. Quizás incluso excesiva. Plato potente. La trufa genial, ese toque ideal. Desde luego que merece la pena probarlo.

Marijo tiene antojo de algo de carne. Pues nos pedimos unas albóndigas de mamiña a la moda del Casco Viejo. La maniña es un corte de la ternera muy jugoso que contiene hueso y grasa. Ello le confiere un sabor intenso y agradable. Salsa muy rica que aporta un tanto de jugosidad añadida a las albóndigas. Rico.

Terminamos con un curioso plato que me trae excelentes recuerdos. Algo muy típico de nuestra tierra. Talos de sukalki de ternera. Cuatro “talitos” con buena ración de carne jugosa. Un pelín más de “plancha” hubiese sido de agradecer para eliminar un tanto el sabor a harina pero de todos modos genial propuesta que de nuevo nos demuestra que aquí se trabaja bien.

Un par de cafecitos bien preparados. Una pena no tener capacidad para probar alguno de sus más que sugerentes postres. Gente joven con ganas de agradar. Abonamos los 87 euros de la cuenta teniendo en cuenta que 28 pertenecen al vino. Estupenda opción en la capital.