29 de abril de 2018

GOIZEKO IZARRA (BILBAO): Uno de los txuletones de Bilbao.


Era curioso que no hubiese pasado yo por aquí. Hay veces que por una u otra razón se complican las cosas. Pero ya era hora de quitarse el capricho y conocer este restaurante que, para muchos, es donde preparan el mejor txuleton de la capital.

Segundo año consecutivo que “celebro” la retreta de San Prudencio en la vecina provincia. Cómo se nota que uno va acercándose peligrosamente a esa edad donde el ruido y las aglomeraciones no son una de sus “inquietudes”.
Acompañado de mi retoño que me tenía un tanto abandonado con sus “problemas” futbolísticos y a una hora más europea que vasca, nos acercamos al local.
Agradable, buenas mesas y buen servicio. Los camareros profesionales aunque quizás, un poco faltos de “empatía” hacia el comensal. Conste que soy de los que prefiero interactuar a que me traten “demasiado” correctamente.
Nos ofrecen unos perretxikos, pues va a ser que sí. Es época y que mejor “respeto” al patrón que comer algo así. Salteados, de tamaño ideal. Están riquísimos y además a buen precio, que ya sabemos que es un producto que hay que pagar.
Nos comemos también unos pimientos verdes fritos que también están riquísimos. Carne blanda y en su punto exacto. Para untar pan en ese aceite. El pan no es el fuerte del local. Correcto sin más. Con lo que a mi me “ponen” esos panes rústicos….
Pues atacamos el plato principal, ese txuleton de aproximadamente kilo doscientos. Acompañado de unas ricas patatas fritas que a pesar de no ser de corte manual no están malas.

La carne está muy rica. Sabrosa. Una pena que te la saquen en plato frío y sin posibilidad de darle un toque de calor. Tampoco le hemos dado demasiado tiempo a enfriarse pero sí sería de agradecer una piedra caliente. Tampoco soy muy amigo de brasas que llenan los locales de olores y humos.
Pues no nos quejaremos de la carne. Eso sí, creo que hay algunos sitios más donde disfrutarla en igualdad de calidades. Asi que en vez de “El” txuleton de Bilbao, lo dejaremos en “uno” de los txuletones de Bilbao.
Para beber un Gramona Imperial Gran Reserva. Un cava que está a muy buen nivel. Siempre se acierta con él. Características notas de panadería. Buena burbuja y bien integrada. Variedades Xarel-lo, Macabeo y Chardonnay. Es un cava cremoso. Este vino es genial para cualquier plato y desde luego que puede y muy bien con ese txuleton.

Como nos sobra un poco, decidimos como siempre compartir un poco de queso. Media ración de Idiazabal y media de Manchego. Pues ninguno ha destacado. Correctos, sin más. No nos han enamorado.
Abonamos los 123 euros de la cuenta. Correcta relación calidad- precio. Pues quitado el antojo.

27 de abril de 2018

RESTAURANTE AbOIZ (GARAI): Caray con Garai.


Aprovechando que el día sigue alargando y la noche se hace un poco más de rogar, nos animamos a acercarnos hasta este pequeño pueblo situado en pleno Durangesado.

La sorpresa ha sido morrocotuda, no imaginaba yo encontrarme con un paraje tan bonito. Entre montañas, con unas casas muy cuidadas y además con una buena oferta de locales donde poder tomar algo o incluso degustar una buena comida.
Mientras nos tomamos unas ricas sidras, charlamos con un joven que nos cuenta alguna cosilla de la zona. Nos aconseja acercarnos al mirador desde donde la vista es magnífica. La “vaguitis” nos hace dejarlo para otro día pues evidentemente aquí volveremos.

A la hora convenida nos acercamos al restauratne AbOiz. Un caserío completamente restaurado. Impresionante. Enorme, precioso. Un lugar idílico para una romántica jornada y donde su principal modo de vida son las bodas. Desde luego que pocos sitios mejores se me ocurren para celebrar semejante evento.

Entramos al comedor. Todo muy bien decorado. Mesas amplias y perfectamente vestidas. Servicio amable, profesional y atento en todo momento. Hoy, a pesar de ser sábado, tan sólo nos acompañan los que al parecer son los propietarios del local que han venido a cenar. Al menos así no nos sentimos solos.
De aperitivo unas cojonudas antxoas que, como siempre, tengo que degustar sin compañía. No sabe esta chica lo que se pierde......


Doy mucha importancia al pan y hoy hemos degustado un par de ellos, ambos muy ricos.
Para beber, me decanto de nuevo por unas ricas burbujas catalanas. Un Recadero Brut Nature. No es el mejor de la bodega pero está rico. Burbuja fina, toques de fruta pero con un final un tanto “amargoso” que siempre consigue que la botella dure hasta el final de la cena.
Para compartir comenzamos con unos raviolis de txangurro. Sobre una estupenda crema y con una espuma con sabor marino. El conjunto es destacable y muy sápido. No escatiman el producto así que esto sabe a txangurro. Muy ricos, la verdad.

Seguimos con unas croquetas de cocidito de Amama Modes. De nuevo podemos degustar unas más que ricas croquetas. En su interior la carne de cocido abunda. Están más que ricas y muy bien cocinadas.

Hoy hemos vuelto a ser clásicos. Hemos jugado a caballo ganador. Aran se decide por unos medallones de rape y guiso de carabineros. Una ración más que generosa de un estupendo pescado muy bien preparado. No es capaz de terminarlo pero ha disfrutado muchísimo que es lo que cuenta.

Yo tengo un “problema” con el asunto de los callos y morros en salsa bizkaina. Es verlos en carta y no poder evitar caer en la tentación. Así que me voy a hacer un experto en este plato y mira que los he comido ricos de ganas. Pero siempre disfruto con ellos como si fuese el primer día. Presentados en preciosa cazuela y además en ración enorme que hace que incluso tenga que dejar unos pocos. Finos, suaves, sabrosos…Aquí un buen pan es imprescindible para "limpiar el fondo".

He visto alguna cosa más que apetecible en su carta de postres pero hoy no podemos con ello Una pena. Bueno, otro motivo más para volver.

Salimos a la calle. Aunque ya se hace necesario echarse la chaqueta por encima. Una infusión y un cafecito acompañados de unos ricos detalles hacen que pasemos un buen rato en la terraza exterior. Charla con la amable camarera y abonamos los 123 euros de la cuenta. Creo que es un precio justo por la experiencia vivida.

Si no conocéis el pueblo os lo recomiendo y desde luego que tampoco os va a decepcionar el restaurante. En ningún aspecto.Me alegro infinito de haberme animado. Lo dicho, Caray con Garai.

15 de abril de 2018

RESTAURANTE SUSTRAIAK (BILBAO): Una amama un tanto internacional.

De nuevo nos juntamos los tres mosqueteros para visitar otro restaurante. En esta ocasión me toca elegir. Quieren sorpresas, quieren algo diferente. Después de darle un par de vueltas al asunto, decido que este local puede, perfectamente, cumplir con lo deseado.


Después de los correspondientes potes que en mi caso tienen que ser sin alcohol, nos dirigimos a la capital a la hora convenida. El local es amplio, luminoso. Buenas mesas, de estupendo tamaño. Ofrecen varias opciones. Hoy, viernes mediodía, al parecer la mayoría han ido a comer su menú corto pero nosotros vamos a por uno “un poco” más largo. El menú Amama, aunque después de degustarlo, creo que es una amama un tanto internacional.

De entrada nos deleitan con una mantequilla ahumada y una cesta de estupendos panes variados.
Elegimos el primer vino. En concreto un txakoli Gorka Izagirre 42 by Eneko. Cosecha 2014. Cien por cien hondarribi Zerratia. Un mes de crianza en barrica de roble francés y seis meses en botella. Mucha fruta en nariz y curiosamente aunque de entrada la marca, al final no destaca por su acidez. Se deja beber muy gustoso. Estos txakolis son ya harina de otro costal, se están haciendo cosas muy ricas, la verdad.

Comenzamos con los aperitivos. (Fotos repartidas). La original bombilla rellena de manzana y vermut, esas piedras de queso parmesano y ese trampantojo en forma de nueces que no es otra cosa que un cojonudo foie. Todos ellos a muy buen nivel y muy originales.
Seguimos con un ajoblanco con atún y algunas sorpresas más. Plato muy refrescante y de resultado notable.

Pasamos al capuchino de alubias tolosanas y un “bikini” de sus sacramentos. Muy graciosa la presentación. Mucho sabor. Le pregunto si tiene algún litro por ahí de sobra, está riquísimo. Ese toque “especial” que tiene…. Al parecer tiene algo que ver con la morcilla asturiana.

Llega ahora el que para mis compis ha sido, quizás, el plato de la velada, unas alcachofas de Tudela con yema de huevo sobre una rica sopa de ajo. Aunque me gustan, no son las alcachofas, mi plato favorito pero reconozco que es una mezcla muy conseguida y con un sabor más que destacable.

Pulpo asado. Acompañado un trampantojo en forma de borona. No es patata en sí. Tiene un toque ácido que, curiosamente, marida maravillosamente con el pulpo. Muy rico.

Le toca el turno a un plato “atrevido”, sin duda. Un plato con estilo “peruano-oriental” según mi parecer. Nécora, cebolla, cilantro, tomate…… Se recomienda comerlo a mano. Te ponen todas las facilidades para limpiarte después. No es mi estilo. Al parecer soy uno de esos humanos que tenemos una especie de configuración genética “anti-cilantro” y conste que somos unos cuantos. Pero me lo como. Mis compis disfrutan más de él.


Cambiamos de tercio en el asunto del beber. Les recomiedo probar un cava. En concreto un Recadero Subtil Gran Reserva 2007. Xare-lo, macabeo y chardonnay. Una crianza de 56 meses en botella. Un porcentaje de los vinos usados, han pasado diez meses en barricas. Finísima burbuja y bien integrada. Nariz marcadísima. Cremoso, un ligero toque de amargor lo hace muy apetecible. De los mejores cavas que conozco. Cojonudo. Cada día me estoy viciando más al asunto de las burbujas y afortunadamente se hacen cosas por precios muy arreglados de excelente calidad.


Llega la corvina a la plancha, con fritada de cangrejo y una esferificación con mucho sabor al propio cangrejo. Quizás un poco pasado el punto del pescado. El sabor del plato, si aprovechas el intenso de la esferificación es intenso. A mi me ha gustado mucho.

Pasamos a la carne. Comenzamos con un entrecot con hongos. Buen sabor el de la carne. Quizás me ha tocado un trozo un poco tieso en los costados. No jugamos aquí con nada. Yo lo prefiero, me gusta la carne tal cual, sin florituras.

Terminamos la parte salada con el cordero a baja temperatura con ras el hanout, una  salsa de origen marroquí. Volvemos a mi “problema” con estos sabores. Es muy fina pero me como el cordero tal cual. Quizás las carnes hayan sido los platos menos sorprendentes del menú.

Comenzamos con los postres. El primero es un trampantojo. Un Valenciano. Una naranja con tres capas interiores emulando a la rica bebida. Mi empaste pendiente me complica el asunto y Pepe se aprovecha de la circunstancia. Pero lo he probado y está muy rico, la verdad.

Se nos ha terminado el cava y “necesitamos” al menos una copita más. En tamaño pequeño sólo tienen un Juve-Camps Cinta Púrpura. Pues vamos a ello. Si lo bebemos antes del Recadero otro gallo hubiese cantado pero no ha podido competir con el anterior. Malo no está, ni mucho menos pero juega en otra categoría. Más fácil de beber.
El segundo postre me ha encantado. Lleva una crema de café, un bizcocho de cardamomo, pipas garrapiñadas y ganache de calabaza. Aquí ha podido más la gula que la sensación helada en la muela. Riquísimo.

Pasamos ya a los estupendos cafés, con unos detalles que ya no son precisamente necesarios.

El menú amama sale por 65 euros que me parece una excelente relación calidad-precio. El líquido elemento en nuestro caso nos lleva a añadir casi otros 30 euros pero en general salimos más que satisfechos. He superado la prueba, les ha gustado.

11 de abril de 2018

RESTAURANTE NARRU (DONOSTIA): Sólo le falta una ventana al mar.


De nuevo tenemos la suerte de compartir mesa con nuestros amigos Joan y MC. Qué poca pereza tienen para viajar, qué envidia me dan. Pero gracias a eso podemos disfrutar de su compañía. Como siempre me aprovecho del trabajo de Joan en Verema y aquí os dejo sus palabras sobre la experiencia vivida:
El restaurante Narru, está situado en los bajos del Hotel Niza, y dispone de dos locales, uno  en el sótano, donde se encuentra el comedor gastronómico y  otro, el bar de pintxos, en el paseo de la Kontxa, frente al océano. MC y el que escribe habíamos estado hace un año, tomando unos pintxos y su cocina nos gustó, así que nos dijimos que la cocina del restaurante también tenía que estar al menos a la misma altura y decidimos probar suerte.
Al frente de los fogones se encuentra el joven chef Iñigo Peña, galardonado con diferentes premios de cocina, tiene un sol Repsol desde el 2014 y un plato Michelin. Antes de crear su restaurante, hizo estudios de cocina y colaboró con  Arzak, Berasategui, Adúriz, Arbelaitz... Su cocina se basa en la tradición gastronómica del país vasco actualizada y  un buen producto de temporada.

La decoración del comedor gastronómico, que es la misma que la del bar de pintxos, es de estilo minimalista e informal, de diseño vintage, combinando en sus muros el color blanco con el de de la madera que lo viste hasta su mitad. Un banco de obra y madera rodea todo el comedor y sirve de asiento a una parte de los comensales. Las mesas están desnudas, cubiertas con corremanteles y algo cercanas las unas de las otras. Los cubiertos, vajilla y copas son de buena calidad. Faltan grandes ventanales con vistas como en el bar... El servicio de sala es bueno, atento y profesional. El servicio del vino es bueno, con descorche y primera cata. La carta, únicamente la hojeé, pues fue Jon Ander quien escogió los vinos, pero me pareció bastante amplia, debe tener unas sesenta o setenta referencias.
El restaurante, propone 2 menús, del día y degustación y la carta, pero al ser un día festivo en el que el restaurante normalmente cierra, solo estaba disponible esta última.
Mientras acabábamos de decidir lo que íbamos a comer,  nos trajeron unos boquerones,   invitación de la casa, que nos pusieron en forma para lo que iba a seguir.
Optamos por compartir  los primeros platos al centro de la mesa :
 Salteado de verduras.  Puro producto fresco de temporada, alcachofas, espárragos y  acelgas. Bien cocinado, un placer, una buena entrada en materia.


Ajoarriero con carabinero. Vaya guiso, que rico estaba, para comerse un pozal, bien en su punto de picante y de cocción.


Pulpo asado, chimichurri, mojo rojo y papas arrugadas. Muy bueno, plato con un guiño a las Islas Canarias, perfectamente cocinado.


Como platos principales tomamos individualmente :
Merluza en salsa verde con almejas. MC lo encontró sensacional, excelente guiso con un punto de cocción perfecto. Las almejas, de gran calibre, estaban riquísimas. MC me lo dio a probar y corroboro totalmente su apreciación.

Mero negro asado. En su perfecto punto de cocción  y muy sabroso.

Se trata de media ración porque Jon Ander y yo decidimos compartirlo para así poder también compartir el otro plato que describo a continuación.
Callos y morros, guisados a la manera tradicional. Otro guiso para subirse por las paredes, rico, rico, rico, La próxima vez que vuelva pido una ración entera, a que si Jon...

Solomillo asado en su jugo con terrina de patata y tocineta ibérica.  Plato que tomó Arantza al punto de cocción solicitado y que según nos dijo le gustó. (Añado yo que la patata con tocineta me la comí y estaba de muerte).

El pan que acompañó la parte salada, no estuvo a la altura de la comida.
De postres compartimos :
Sopa de melón y naranja, granada, helado de yogurt y hiberbaluisa. Bueno y refrescante. Gustó mas a las damas que a los varones.


Crema de queso con migas crujientes de mantequilla. Muy bueno, hummmm....


Para beber tomamos una botella grande de agua y dos botellas de vino.
Un blanco crianza, Txakoli Aitaren cosecha 2016 DO Getariako Txakolina. Bodega Aitaren (Getaria). Cepages 100% Hondarribi Zuri. Vendimia manual. Desconozco el tiempo de crianza. Vino aún joven, pues tiene una guarda de hasta 7 años. Bonita botella. Vino muy equilibrado, fresco, muy redondo, mineral con un final largo y persistente. Nos encantó. (Foto superior).

Un blanco espumoso reserva Blanca Cusiné 2010 DO Cava. Celler Parès Baltà. Cepajes Chardonnay y Pinot noir. Cava de producción limitada, fermentación del Pinot noir en barricas nuevas de roble francés durante 16 días  y segunda fermentación en botella según el método tradicional con una crianza en botella de al menos 30 meses. Era la primera vez que probaba este cava y me gustó.


Esto ya lo remato yo, unos ricos cafés para terminar y abonamos los 61 euros por persona. Buen precio aunque en mi opinión los vinos están un poco subidos de tono. Nos acercamos a la habitación del hotel para repartirnos unos detalles y desde luego que la vista no podía ser mejor. Un placer inmenso el día y por supuesto la compañía. Volveremos a vernos.