Después
de la visita de hace dos semanas y tras un pequeño “parón” por asuntos de “excesos
de calcio” que me impidieron asistir a su inauguración, vamos a probar en vivo
y en directo este nuevo local que sabiendo en manos de quien está damos por
supuesto que alguna sorpresa agradable nos deparará.
Hoy es
un día muy complicado en la capital, Santo Tomás y además sábado. Pero es una
fiesta más de día que nocturna y que se congrega sobre todo en otra zona de la
ciudad. Así que con un cierto temor a no encontrar hueco para el coche, tenemos
suerte y aparcamos muy cerca de nuestro destino.
Mucha
gente fuera, disfrutando de sus vinos y sus propuestas de barra. En el comedor
al final también nos juntamos unos cuantos comensales. Buenas mesas, sensación
de amplitud y limpieza y muy buen servicio por parte de dos jovencísimas
camareras.
Excelente
propuesta de panes, con 3 tipos diferentes que ya conozco sobradamente de su
“hermano mayor”, el Zarate. Probamos los 3 y a cada cual más
rico.
Carta
bastante surtida de vinos con algunas interesantes propuestas, quizás echo de
menos algún espumoso más pero sabiendo quien está detrás de ello supongo que en
breve irán ampliando su oferta.
Me
acompaña mi amiga Marijo que es amante de vinos jóvenes, sobre todo si son
blancos y prefiero que disfrute ella que yo ya pruebo suficiente y me está
haciendo ser casi un “rarito” a la hora de pedir. Así que nos decidimos por un
albariño de calidad pero un poquito joven para mi, un Zarate 2018. Siento mucho que esa fruta tan marcada no sea
precisamente lo que más me enamora hoy en día pero mi compi disfruta muchísimo
con él. Yo hago algo, que me perdonen vds. pero…. me gusta, qué le vamos a
hacer y siempre he dicho que a mejor vino, mejor…. Kalimotxo. Los puristas que miren hacia otro lado.
Comenzamos
con media ración de croquetas. Bien hechas, con su crujiente y buen sabor. En
ese momento me entra un antojo, quiero probar su croquetón, el que ofrecen en
barra y aunque no es plato del comedor, tienen la amabilidad de sacarnos un par
de ellos. Estupendo tamaño y un relleno de carne que los hacen muy pero que muy interesante (foto superior).
Compartimos
ahora una más que generosa ración de escalibada. Acompañada de unas ricas
antxoas. Hacía mucho que no la degustaba. Mezclando todos los ingredientes
tiene buen sabor, los pimientos rojos estás cojonudos.
Estando
en un restaurante que alardea de cocina navarra, las verduras tienen que ser
casi de obligado cumplimiento, así que parrillada de verduritas de temporada.
En esta ocasión la ración es ya exagerada. Siendo dos comensales de agradecido
estómago y buen apetito, no somos capaces de terminarla. Ricas, en todo caso
para mi gusto personal las hubiese preferido un tanto más crujientes, más “al
dentes”.
Terminamos
con unos “txipis” en su tinta que más bien ha sido un “begihaundi” en su tinta.
Textura perfecta, calidad superior. La salsa está para terminarla con cuchara.
Remate de diez para una buena cena.
No
tenemos sitio para postres así que abonamos 86 euros de la cuenta con
invitación a un par de correctos cortados que nos sirve Maider con su jarrita
de leche, como es menester. Una experiencia agradable, buena cocina, buenos
precios y buen local. Dentro de algunos meses volveremos por aquí y veremos su
evolución.