25 de julio de 2017

RESTAURANTE 11 ALDEANOS (BILBAO): Hoy hemos sido 12.


Situado en los bajos del edificio “Los aldeanos” en la Plaza de Indautxu. En la fachada de dicho edificio podemos admirar 16 composiciones con varias figuras en diversas ocupaciones de la vida del País Vasco. Su autor es el pintor alavés Jesús Arraiz e inconfundiblemente el estilo es el del pintor José Arrue.


Mira que había tomado yo aquí algún que otro txakoli pero desconocía su faceta gastronómica. Como siempre, indagando por la red, descubro que puede ser interesante hacerles una visita. Además creo que lo de “11 aldeanos” hace también referencia a los inicios de nuestro Athletic, por las fotos que he visto y algunos detalles en sus paredes.
Me gusta una frase que aparece en su página web: “Un elogio sólo engorda el ego, una crítica o sugerencia nos ayuda a mejorar. Ambas opciones son bien recibidas y agradecidas”.
Pues sintiéndolo mucho creo que hoy vais a engordar un poco más, no se me ocurren sugerencias que daros, la única, en todo caso, es que sigáis por el buen camino.
Cómodo comedor, mesas amplias y bien vestidas. Buenas copas, servicio correcto y profesional.

Como me acompaña Aran, pues el asunto de elegir se lo dejo un poco a ella. Así que imagino que cenaremos a “sota, caballo y rey”. Más o menos.
De entrada estupendo sorpresón. Un pan más que rico acompañado de un original “baldecito” relleno de tomate natural. Estupendo y rico detalle.

Como en algunos platos dan opción de medias raciones, comenzamos precisamente con media de croquetas. Pues unas riquísimas croquetas de chorizo. Qué recuerdos de la cocina de mi amatxu……

Seguimos con pulpo. Con una “decoración” muy bonita, un punto más al gusto de Arantza que al mío pero bien cocinado. El acompañamiento, al que mi compi le ha puesto caras raras al principio no engaña el sabor y simplemente, a pesar de tanto colorido, lo que destaca es el finísimo puré de patatas y un ligero toque de pimentón.

Continuamos con la merluza rebozada con pimientos rojos caseros. Suave y estupendo el pescado pero a destacar y de que manera, los pimientos. Cuando se lo comento al camarero me dice que se los asan con leña. Están de rechupete, además con un toque picante que en mi caso es un punto a favor. Realmente si vais no dejéis de probarlos, merecen la pena.

Finalizamos con un solomillo de ternera al Roncari Bleu. En carta lo especifica, 120 grs de carne. Muy rica, tierna y sabrosa. Las patatas fritas están más que ricas. Caseras y además cortadas al tamaño ideal para degustar la patata en sí. Poco que decir de lo ya dicho de los pimientos y añadir que la salsa de queso la ofrecer en recipiente aparte. Cosa de agradecer. El Roncari Bleu es un queso azul elaborado con leche de oveja y procedente del Valle del Roncal, en el pirineo navarro. Con una curación de 4 meses. Se nota que es un queso azul pero mucho más suave que otros, no es un queso demasiado potente con lo que puede ser degustado por personas no demasiado amigas de esos sabores.

Carta de vinos más que suficiente, con opciones variadas incluso en blancos. Pero me decido por un espumoso, un cava Brut Nature Giró Ribot. Crianza de entre 2 y 3 años. Uvas Macabeo, Xarel-lo y Parellada. Fina burbuja y bien integrada. Notas a manzana asada como es menester. Acidez muy bien domada. Es un cava muy agradable de beber y con una relación calidad-precio que me parece genial. Estupendo maridaje para todos los platos y eso que algunos resultan potentes.

Una infusión y un cafecito. 80 euros, a tener en cuenta que el cava son 18. Muy buen precio, buena calidad. Nos hemos sentido muy cómodos y muy bien tratados. Así que, sin lugar a dudas, no será la última visita que les hagamos.

20 de julio de 2017

RESTAURANTE SAN MAMES JATETXEA: Euskal Kronikak: Hat-Trick en la Catedral.

Hoy cedo este espacio para que podáis disfrutar de una lectura genial. Simplemente decir que disfrutamos un montón con la compañía, con la comida, con los vinos y con el maravilloso servicio capitaneado por un señor como la copa de un pino que no es otro que Antonio Casares. Pues os dejo con el relato de Gustavo, un tío que escribe con una imaginación envidiable:


Desde bien pequeño, he oído legendarias historias sobre las capacidades gastronómicas vascas, tanto detrás de los fogones como sentados a la mesa y, quizá por ese motivo siempre había tenido una ilusión especial en visitar Euskadi. Por si ello no fuera motivación suficiente, el envite organizado por Gastiola, JyB y Oscar4435, también era mi debut como veremero visitante así que, tras elegir La Catedral como escenario para el encuentro, parecía imposible haberlo imaginado mejor. Sin embargo y, quizá influenciado por toda esa mitología, a medida que se acerca el día, mi confianza empezó a flaquear, dando paso a los nervios y las dudas sobre las capacidades propias. 
Debutar en la Catedral siempre han sido palabras mayores pero, "¿cómo se me ocurre debutar frente a tres leones en San Mames?" "¿si me pido un menú infantil -vasco- me lo podre acabar?"


Quedada previa, para conocernos y darnos algo de tiempo mientras tomamos algún zurito* por los aledaños del estadio. Tras terminar, subimos al restaurante donde nos reciben y atienden de manera impecable. Antes de concluir el trayecto en nuestra mesa, nos hacen un tour guiado por todo el local visitando los diferentes ambientes, incluida una preciosa sala privada que hay al fondo con capacidad hasta 16 comensales, disponible para todo aquel que quiera realizar algún evento de carácter más privado. La sensación de amplitud está muy presente en todo momento y, como es lógico, las vistas -privilegiadas- están focalizadas hacia las gradas y el césped de San Mames. 


El colegiado designado para dirigir el encuentro fue Antonio Casares, actual director gastronómico del restaurante y previamente sumiller -entre otros- de Martin Berasategui, por lo que su trayectoria profesional está fuera de toda duda. Tras el pitido inicial, me pasan mi primera bola: debo elegir el menú. Si me rajo y elijo el corto, tendré más opciones de no hacer el ridículo, pero seguro que los felinos se quedan con hambre. 


Si me decanto por el largo solo hay dos destinos posibles: la gloria eterna o el fracaso absoluto. Más de una carrera prometedora se ha ido al traste por un mal debut, así que en un alarde de conservadurismo elijo el mediano. Quizá hoy no firme mi primer contrato profesional, pero con algo de suerte incluso podría jugar algunos minutos en Champions. Menú tradición compuesto por 3 entrantes, 2 principales y un postre, que prácticamente me asegura poder culminar el recorrido dignamente y, que al mismo tiempo los leones no terminen famélicos. Nos indican que todos los menús son flexibles, que podemos cambiar cualquier plato si a alguien no le convence o simplemente le apetece probar otras opciones. En un regate digno del mejor Ronaldinho, Oscar saca rápidamente ventaja de la situación, puesto que no le convence la salsa de los callos pero quiere probarlos. Resultado: cuenco aparte de callos para que pueda satisfacer la curiosidad y que en la práctica significa ración doble. Primera lección aprendida de los veteranos.



Empezamos bien la parte solida con una degustación de aceite riojano, selección de panes caseros (foto superior) y un aperitivo de salmón marinado. 



Seguimos con un taco de foie bien complementado por su acompañamiento dulce. 



Los tallarines de calamar son un plato que personalmente me encanta y en esta ocasión, el contrapunto crujiente de la coca de centeno me pareció totalmente acertado. 




Sobre los callos, existe cierta controversia que, precisamente, se comentó en la mesa. Toda la casquería en general, pero muy en especial los callos, se somete obligatoriamente a unos procesos de lavado muy intensos al entrar en el circuito comercial. Inevitablemente, esto conduce a una cierta desnaturalización del producto original, cuya textura ya no es la misma, no es tan tersa o aterciopelada. Si te gusta, probablemente te seguirá gustando, pero ya no se trata de un amor a primera ¿vista?. No obstante, soy plenamente consciente de que pretender lo contrario es pedir un imposible. Aquellos que optaron por eliminar los callos y aquel que consiguió complementarlos, tuvieron la suerte de probar un buen taco de pulpo con cremoso de patatas y setas. En mi opinión, ésta es una de esas combinaciones que no falla nunca y que no me canso de repetir. Por suerte, MC fue una de las que lo pidió y en una de mis altruistas ayudas en su banda pude catarlo. 



Llegamos a los principales con un taco de bacalao, cuya textura y lajas denotan una pieza excelente. Según pude investigar, es una receta típica de Bilbao que combina el pil-pil con los pimientos. A mí me encantó y por ello, ya la tengo en modo busca y captura para futuras ocasiones. 




Concluimos la parte salada con un buen taco de vacuno al punto, que me ayudó a amortiguar levemente el lamentable estado de embriaguez en el que terminé de la comida.



 Finalizamos el recorrido solido con una torrija con helado de leche merengada, que cumplió perfectamente su función al final de la comida. 



Sobre los petit fours, lo único que puedo apuntar es que ocurrieron en algún momento indeterminado entre la parte final de la comida y cuando me desperté a la mañana siguiente. Recuerdo un intenso sabor a limón, pero no puedo añadir nada más. 





En el apartado líquido, Antonio nos ofreció empezar la contienda con un vino de la tierra, Itsasmendi 7, DO Bizkaiko Txakolina, formato magnum de 2012. Me pareció simplemente divino. Jamás llegaré a desarrollar la percepción de los Jedi, pero esa finura se me ha quedado grabada. Un par de días más tarde lo volvimos a pedir -formato standart, 2014- porque realmente nos impresionó. A esas alturas de partido, todavía estaba fresco como una rosa, llevaba buen ritmo e incluso me sobraban fuerzas para realizar diversas ayudas en banda a MC con el Itsasmendi.

 En un momento dado se barajó la opción de continuar con el txakoli pero, finalmente cambiamos de tercio y pasamos a un blanco de corte más mediterráneo, Pairal, Xarel.lo, DO Penedes, 2011. Me vengo arriba. Esto es como jugar en casa. Le hago un par de entradas rápidas, para marcar el territorio. El partido está totalmente controlado, todavía no mandamos en el marcador, pero solo es cuestión de perseverar. Llegados al descanso, inocentemente pensé: "Quizá no es tan fiero el león como lo pintan". Tras una breve charla técnica, salgo a darlo todo en la segunda parte. 



Tras la reanudación se nos ofrece la opción de cambiar a tinto con la carne y preguntamos por algún vino de corte atlántico. 


Al momento aparece Antonio con un decantador lleno de un caldo desconocido. Tratamos de adivinar, pero nadie se acerca ni remotamente, porque todos pensamos en jugadores gallegos y resultó ser de la escuela canaria. Los Pasitos, Baboso Negro, DO Valle de la Orotava, 2014. Impecable aroma, suave y muy sabroso. Fugazmente, me recordó a mi primer Táganan. Un par de copas más tarde, durante un barullo en el área, el Baboso Negro me da un codazo: ¡¡arbitro tarjeta!! Al parecer nadie más lo ha visto, pero creo que me ha dejado tocado. Trato de seguir unos minutos más sobre el terreno de juego, pero me veo obligado a salir un par de veces para ser atendido, primero en la banda y luego en los vestuarios. La cosa se pone seria, por más que me moje la cara y el cuello, esto tiene muy mala pinta. Creo que llevo un ciego que va camino de ser memorable. 



Al volver al campo, procuro apoderarme de todo líquido con propiedades isotónicas. En un momento dado, me percato de la presencia de otro canario sobre el césped, esta vez un Trenzado, Listan Blanco y Vidueño, DO Valle de la Orotava 2014. Debieron realizar el cambio mientras yo estaba en los vestuarios. La curiosidad me empuja a probar, pero es como apagar el fuego con gasolina. 


Según me cuenta MC, en algún momento posterior, apareció una sidra de hielo, Valverán, que según cierta foto reveladora también probé. ¿Me gustó? No tengo ni idea, pero supongo que sí porque MC dice que me la bebí muy a gusto. A esas alturas, yo solo rezaba para que el café aliviara lo que ya no tenía remedio. Finalmente me veo abocado a pedir el cambio, no puedo más. Desde el banquillo observo, entre la impotencia y la admiración, los Gintonics. Hubo incluso algún ser superior que tuvo fuerzas para repetir.




Terminado el festín, salimos al exterior y ese frescor cantábrico me viene de perlas para clarificar un poco las ideas. Habíamos quedado a las 13h y, entre la sobremesa y las despedidas, terminamos pasadas las 19h. Poco después, al atravesar la puerta del hotel, me tumbo en la cama y sintonizo en la radio una tertulia deportiva. Mientras me voy desvaneciendo escucho los primeros titulares: “amargo final para un buen debut”, “estreno agridulce”, “mucho león para los noveles”… 


Al levantarme al día siguiente, decido ignorar cualquier rumor periodístico y centrarme únicamente en mi recuperación. Tengo que volver a los terrenos de juego lo antes posible. Por la tarde aparecen los primeros brotes verdes y esa misma noche llego a potear* un poco en el casco viejo. Con el regreso del balón, repaso mentalmente el partido del día anterior y me doy cuenta de que fue un debut espectacular a pesar de no terminar el partido. He visto San Mames desde dentro, he podido disfrutar de unos excelentes vinos que desconocía y, sobre todo, pude compartir mesa con tres tótems del foro que han dejado de ser amigos virtuales para convertirse en reales. No hay duda, ayer marqué un Hat-trick* en La Catedral. 

Pues lo dicho, un comentario, genial. El precio por persona de esta experiencia fue de 81,50 euros, maravillosa RCP.

16 de julio de 2017

RESTAURANTE BOLIÑA EL VIEJO (GERNIKA): Comer bien sin "tonterías".

Hemos salido de  casa hoy sin rumbo fijo, con la idea de pasar el día pero sin saber hacia donde dirigirnos. En una de estas me dice mi compi que si vamos a Gernika. Pues oyes, no me lo digas dos veces.


Tenemos suerte con el aparcamiento, presidido por el recuerdo de algo que siempre quedará en la memoria de un acto cobarde y rastrero, desde aquí un pequeño homenaje a semejante tropelía.


Nos acercamos a la zona de ambiente de la ciudad a tomar unos txakolis y disfrutar de alguna de sus terrazas. Mucha gente por la calle. Poco a poco va llegando la hora de comer y casualidades de la vida, nos encontramos con unos conocidos, uno de ellos del mismo Gernika así que les preguntamos donde podemos comer sin demasiados lujos pero rico. No lo dudan ni un momento, además estamos cerca, nos dirigen hacia este local que al parecer tiene mucha fama.


Desde luego que lujoso no es, un sitio con unos años ya y que vemos enseguida que algo tiene. Está a tope, nos dicen que tenemos que esperar unos 20 minutos y ya que estamos….


El menú de fin de semana dispone de variedad de primeros, segundos y postres. Yo me decido por el marmitako y Arantza prefiere unas croquetas. Ambos platos muy bien conseguidos y de buen tamaño. Yo repito, que el recipiente da para ello.


El servicio, casi en su totalidad femenino tiene ya una profesionalidad que los años han ido puliendo. Algunas de ellas en edad de jubilación más que conseguida. Ningún problema con ellas. Sin esperas, sin agobios. Tonterías las justas.




Para beber y como no me gusta el vino del menú les pido  su carta de vinos. No es que sea impresionante pero curiosamente tengo un txakoli que ya había probado y no muy lejos de aquí. Cosa lógica por otra parte puesto que es originario de Muxika, Buenos momentos paso yo en Muxika, en el Remenetxe, allí sí que el asunto vinícola adquiere un nivel superior. 

Txakoli Aguirrebeko, un vino que ha logrado varios reconocimientos y que la verdad es que está bien rico. Han tenido el detalle, sin yo solicitarlo, de cambiarnos las copas de uso habitual por unas más grandes. Si yo digo que siempre sabe más rico.

De segundos yo elijo unos txipirones en su tinta. De nuevo un plato bien rico. De tamaño más que suficiente para no pasar hambre. Buena untada de pan, por cierto, un pan que a pesar de ser de barra no es un mal pan.


Arantza se come un filete empanado con patatas y pimientos fritos, bueno, los pimientos me los como yo que no son precisamente su pasión. Pues carne tierna y jugosa. De nuevo plato bien realizado.

De postre ella que no tiene ya mucho saque pide una tarta helada y yo me voy de cabeza a por su arroz con leche. El arroz muy goloso, un pelín excesivamente líquido pero rico.

Pues aquí ya no pintamos nada, el cafecito lo tomaremos en alguna terracita que apetece más. Si queréis comer bien, cocina casera, sin buscar tonterías, es una opción destacable. El precio del menú de fin de semana es de 20 euros, nosotros hemos abonado nuestro vino, lógicamente.

Después del café le comento a Aran si le apetece acercarse hasta Bermeo. Así que hacia allí que arrancamos. Aquí el asunto marino tiene su peso. Subsanados ya los destrozos del pasado temporal. Allí está el viejo ballenero. Aunque a mi me recuerda a tiempos donde el "poderoso hombre blanco" ha sido de todo menos humano. Bueno, que tampoco han cambiado tanto los tiempos, hoy la esclavitud tiene otras formas pero está tan presente como siempre.

Y terminamos la vuelta a la geografía bizkaina con la visita más que obligada al precioso entorno de San Juan de Gaztelugatxe. Aquello se pone a rebosar en el periodo veraniego, de todos modos lo merece.

Terminamos en Bakio, donde tras tomar un cafecito recorremos su paseo marítimo para terminar picando algo para cenar y ya, bien entrada la noche, regresar a esta “peca” alavesa que por geografía y por historia, tanto tiene que ver la nuestra vecina provincia

9 de julio de 2017

RESTAURANTE ECHAURREN TRADICIÓN (EZCARAY): La cocina de las madres.... de las de antes.

De nuevo tengo la inmensa suerte de recibir visita de mi amigo Luis y de mi ahijado, su hijo, que comparten, además de apellido, nombre.
Vienen a San Fermines y vamos a pasar el día en un lugar intermedio. Ellos son mucho menos “vagos” para viajar y para mi, el lugar de encuentro elegido, está prácticamente en el límite de mi “zona de confort”.



Ezcaray era una de mis visitas pendientes y que mejor ocasión para visitarlo. Además también tenía Luis el capricho de probar su cocina. Son tres las posibles opciones que ofrecen pero hoy venimos a conocer sus platos de siempre, como dicen ellos, “la cocina de mi madre”. Y todos sabemos que por norma general, las madres….. cocinaban bien. Digo cocinaban, eso ha cambiado y mucho y ahora es un asunto más de voluntad que de género.



Pues allá que nos acercamos al precioso complejo de Echaurren. Nos acompañan a nuestra amplia mesa bien vestida. Servicio muy profesional y atento. Aunque se nota la diferencia entre los “de siempre” y estos nuevos muchachos que son tan correctos que algunas veces….. me parecen un tanto “plastificados”. Quizás es lo que ahora se busca. Uno  es de otra generación.


Tienen una más que amplia carta de vinos con propuestas muy variadas. Ya que estamos donde estamos, lo lógico parece beber algo de la tierra. Además si es del gusto de uno, mejor que mejor. Aquí pondré el único pero a este restaurante, los precios de los vinos me parecen un tanto “injustificados”. Quizás en su hermano mayor, el doblemente estrellado Portal, tengan su “porqué” pero en este caso lo considero exagerado.  Así que la elección ha sido un Barón de Ley Tres Viñas reserva 2013. 70% Viura, 15% Malvasía y 15% Garnacha Blanca. Cada variedad de uva fermenta por separado y el coupage final envejece en roble americano durante 12 meses más 1 año, por lo menos, en botella. Un vino que demuestra su envejecimiento en madera. Graso, con estupenda acidez. Vino de “los míos”, sin duda. Quizás aún necesite algún año más en botella para limar un tanto esa madera.

Comenzamos con las famosas y desde luego bien resultonas, “croquetas de nuestra madre”, de jamón y pollo. Desde luego que están para comerte un remolque. Seis piezas de buen tamaño que compartimos entre los tres. Nos han encantado.



Pasamos al carpaccio de gamba sobre tartar de tomate, ajo blanco y caviar de vino tinto. Un plato fresquísimo y exquisito. Perfecto conjunto de sabores bien armonizados.





Mientras tanto al txikito le sacan “media” ración de pochas. No las había probado pero, tontamente se ha metido la cazuela entera, sin rechistar. Le han encantado. Aunque no es el turno, aprovecho apra decir que nosotros también las hemos degustado pues entran en su propuesta de menú. Confirmar que están geniales. Finas a más no poder, suaves, jugosas, sabrosas. Un plato de los de disfrutar, de los que no tienen que desaparecer jamás de las cartas.

Continuamos con las Setas de temporada con ajetes tiernos, todo guisado en su propio jugo con yema de huevo. Plato “simple” pero seguimos disfrutando. Excelente calidad de los productos tratados de manera genial.



El siguiente plato es la Menestra de verduras de primavera. De nuevo un producto de alta calidad, en su punto. Muy rico.



Pasamos a las pochas de las que ya os he hablado. Y le toca ahora el turno a Luis de disfrutar de su segundo plato, la paletilla de cordero lechal asada con patata panadera.  Acompañada de ensalada verde. Ración más que contundente. Preparación en su justo punto. Crujiente la corteza y jugosa la carne interior.



Nosotros pasamos al pescado en forma de una cojonuda Merluza a la romana confitada a 45 grados. Se deshace en boca, fina a más no poder. Muy , pero que muy rica.



Y terminamos la parte salada con otro de los platos míticos del restaurante, la Albóndiga de la abuela sobre parmentier de trufa. Pues de nuevo agradable sorpresa en forma de un plato jugoso y de resultado sobresaliente.


Nuestro joven compañero prefiere un helado para ayudar a su hoy, “castigado” estómago, nosotros nos tiramos de cabeza a por esa Tosta templada con queso de cameros, manzana reineta y helado de miel. Un postre a la altura del resto de la comida. Muy golosón pero nada empalagoso. Excelente colofón para un disfrute total.



Salimos a la estupenda terraza a disfrutar de los cafés y, para mi envidia, mi amigo disfruta de un estupendo puro. Los viciosos fumadores de cigarrillos no sabemos fumar puros pero me gusta verle disfrutar. El total de la comida, con las copas de la calle ha sido de 206 euros. El asunto sólido me ha parecido ajustado a lo ofrecido, ya he comentado lo que pienso del precio de sus vinos.  A pesar de ello, volveré y desde luego que no pienso quedarme sin probar su propuesta estrellada, tiene muy, pero que muy buena pinta.