14 de septiembre de 2017

RESTAURANTE SOLANA (AMPUERO): Al fin la bien aparecida.

De nuevo tengo la suerte de contar con un colaborador. Un amigo que he conocido a raíz de estas aficiones del buen comer, “medio” tocayo. Joan, al que siempre acompaña MC, su mujer. Dos estupendas personas que piensan que merece la pena compartir mesa conmigo. Mil millones de gracias. Así que desde aquí es su prosa la que vale, os dejo con él:
Llegó el gran día, el miércoles 23 de agosto a las 14h,  teníamos una cita con nuestro amigo Jon  nada más y nada menos que en el restaurante Solana, un restaurante que desde hace mucho tiempo estaba inscrito en la agenda de los imprescindibles.


Qué decir, del chef Nacho Solana, que no se haya dicho ya.... que pertenece a la cuarta generación de una familia de hosteleros... que ha nacido casi en una marmita... que lleva la cocina en la sangre. Su cocina, no voy a descubrir nada nuevo, guarda en su memoria los guisos de su madre. Es pues una cocina de raíces tradicionales, de producto de proximidad y de temporada que al mismo tiempo se desdobla en una cocina de vanguardia y de autor. Cocina muy honesta, auténtica, en la que los mejores platos de cuchara (solo la he apercibido en el menú degustación que tomamos, pero he tenido suficiente) se entremezclan con otras preparaciones más vanguardistas que necesitan un gran técnica culinaria para su elaboración. El Chef está al frente del negocio desde el año 2004. En el 2014 fue reconocido como mejor cocinero del Cantábrico en el Festival gastronómico Arcu Atlántico  y desde el año 2011 ostenta una estrella Michelin y un Sol Repsol.

La situación del restaurante es privilegiada, junto al Santuario de la Bien Aparecida, del siglo XVII-XVIII, patrona de Cantabria,  a unos 300 m de altitud sobre el nivel del mar. Ubicado en un anexo del bar, que antaño fue casa de comidas de sus padres y abuelos, posee un comedor moderno, muy luminoso, rodeado de ventanales con vistas a los verdes valles que lo circundan. Debe tener una capacidad para  unas 60 personas. Las mesas son amplias, muy bien vestidas, con buena vajilla y cubertería, buenas copas y buenos sillones. La directora de sala es Inmaculada Solana, hermana del chef, gran anfitriona de una gran simpatía y profesionalidad. El servicio, llevado a cabo por un camarero y por la propia Inmaculada fue muy bueno, así como el del vino  (descorche primera cata y servicio continuado). No recuerdo la carta, me pareció amplia, pero como decidimos beber vinos de Cantabria, no la hojeamos.

Éramos tres comensales y decidimos tomar el menú degustación, compuesto, en un principio por, si no recuerdo mal, 14 platos y que en esta ocasión fue de 17 ( 7 aperitivos, 8 platos y 2 postres).


Dada la complejidad de este menú, no voy a comentar plato por plato, pues sería interminable. Las fotos hablan por si solas y me referiré únicamente a una valoración general de cada grupo de platos
Comenzamos pues con los aperitivos :



La mejor croqueta del mundo declarada como tal en el Madrid fusión 2017.










Ostra a la plancha  crema de maíz dulce y cilantro


Todos los aperitivos estuvieron a una gran altura, difícil decantarse por uno o por otro, el que menos me impactó fue el bocarte en bosque marino, que encontré algo aceitoso. Jon y MC dijeron lo mismo al respecto. La croqueta estaba para tirar cohetes y el resto de platos excelentes. Además MC tuvo la suerte, como Jon no es un gran amante de las ostras, de comerse la suya, humm...

Siguieron como platos principales :

Judías verdes de nuestra huerta, bacalao, yema de huevo y almejas


Oreja de Gochu, emulsión de jamón ibérico, espuma de patata y trufa de verano



Calamar, ñoquis y pesto



Cigala, jamón blanco Joselito, alubias, berza acipicante



Pochas frescas guisadas al estilo navarro




Caviar de Ampuero. 



Salmonete de roca con meunière de sus cabezas y gambas 



Cochinillo confitado y manzana en tres texturas



Una partitura de platos mejores los unos que los otros, pero ninguno por debajo de un notable. Producto, producto y más producto excelentemente cocinado, un abanico de platos y guisos tradicionales algunos puestos al día y otros de rancio abolengo, como antaño. Si una cosa es cierta, es que los dos volveremos para comer a la carta, para bañarnos enteramente  en ese mar de guisos de Nacho Solana que nos parecen muy atractivos. Espero que Jon también se unirá a nosotros. (No lo dudes, Joan).

El pan que acompañó la comida, que no se si lo hacen ellos, fue excelente.


Como postres siguieron :
Piedras Las Garmillas



Sorbete Bien Aparecida



Ambos muy buenos y refrescantes pero tal vez sea, si hay que criticar algo, el punto más flojo de la comida.


Para beber, optamos por los vinos cántabros y, además de una botella de agua mineral Solares de 1l, tomamos primeramente un Casona Micaela VT Costa de Cantabria. Bodega Casona Micaela (Los Henales). Cepajes 75 % Albariño y 25% Riesling con crianza en depósito de acero, con sus lías finas, de seis meses. Un vino fresco y bien equilibrado, ligero con buena acidez, y por lo que recuerdo con una persistencia en boca no muy alta y seguimos con una botella de  Behetria de Cieza C.O. VT Costa de Cantabria, 2015. Bodega y Majuelos del Cieza. Cepajes 100% Albariño. con 6 meses de crianza en barrica de roble sobre sus lias. Como las otras veces que lo he tomado me pareció intenso, muy fresco y con cierto sabor a moscatel.

Finalizamos con unos buenos cafés y unos deliciosos petits-fours.
La cuenta ascendió a 84,66 €/persona. Excelente RCP. Solana, ya no es mi asignatura pendiente.  Excelente homenaje gastronómico y excelente compañía. Durante la sobremesa pudimos conversar con Nacho Solana, en la soleada terraza exterior donde tomábamos los cafés . Me pareció una persona con los pies en el suelo, muy agradable y muy humana. Imma, su hermana,  también se unió posteriormente a nosotros. Nos invitaron a los cafés y petit-fours .



Ha sido un placer para nosotros compartir este magnífico festín con nuestro amigo Jon (El placer es mutuo, Joan) y esperamos poder renovar una nueva experiencia en cuanto sea posibleEvidentemente, volveremos a Solana cuando tengamos ocasión de regresar a Cantabria. Muy recomendable.

10 de septiembre de 2017

RESTAURANTE SAN MAMES JATETXEA: Un 32 de agosto en La Catedral.

Uno de los días que más me marcan en el calendario anual es, sin duda alguna, el 32 de agosto. Ese día en el que las vacaciones han terminado, en el que el verano comienza a “desaparece”. No quiero que suceda pero….. me gustan los días largos. Pues no encuentro mejor manera de “celebrarlo” que acudir a uno de mis “templos” gastronómicos. 


Acompañado por mi retoño que ha visitado en muchas ocasiones San Mamés pero por su afición al fútbol (de dónde habrá salido éste?) Encima, cosas que suceden, es hincha del Depor, pero del de La Coruña. ¿El motivo? Pues a saber…..
De todos modos los vascos y encima del Athletic somos generosos con el “contrario” y hoy le hemos invitado a cenar y a cenar estupendamente. Hoy ha visto el campo desde una ubicación privilegiada, hoy lo ha visto sin tensión, sin el miedo a perder, cosa que le sucede habitualmente.


Había yo solicitado que me tuvieran reservada una botella de champagne rosado Ayala pero como ya lo hemos probado me recomiendan un cava que al parecer está bien rico. Así que mojamos la cena con un cava Rimarts Reserva especial chardonnay.  Yo no soy capaz ni creo que lo seré jamás de descubrir lo que realmente da un vino de sí pero soy un poco “parásito” y me aprovecho de los conocimientos de otros, en este caso, como ya he hecho en alguna ocasión será la nota de cata de Arrutzi en verema la que me sirva para que sepáis lo que podéis esperar de este cava: 

“ En nariz se muestra muy claro con una intensidad bien medida. Cargada de fruta blanca bien madura envuelta entre el hojaldre, con las notas finas a pastelería. Rico aspecto cítrico que recuerda tanto a la pulpa como a la cáscara seca de la naranja y del pomelo. Al fondo se aprecian  notas tostadas que te llevan tanto al toffee como a los frutos secos pero bien equilibradas, no le restan frescura.  En boca entra con delicadeza y con precisión, lo paladeas, es sabroso, rico punto cítrico como el meloso de la crema. La burbuja es fina y serena, bien tramada, perfecta, elegante. En la boca queda a lo largo del recorrido la fruta blanca, las notas tostadas, la frescura y un rico dulzor de la buena madurez. Final con un buen punto amargo que lo alarga, si cabe, aún más” Pues eskerrik asko Arrutzi, tú sí que sabes.

Nos colocan el pan, a elegir, todos ellos muy ricos y a su vez un aceite de las de calidad, de las de disfrutar. En mi caso “a morro”. Estupenda.



Aperitivos, croqueta líquida con un pil-pil y un carpaccio de pescado. Ambos muy sabrosos.


Arroz caldoso de rape. Estupenda la textura. Ración contundente y bien servida. Por supuesto repetimos ración que da mucho de sí.




El  txikito se decanta por un lomo de rodaballo. No deja ni las sobras. Dice que riquísimo. Pues no se lo vamos a discutir. Buen pescado, excelente calidad y perfecto punto.


Yo me voy a por un rape con una salsa de yogurt que le da un toque diferente pero sin matarlo. Me ha gustado la propuesta. Y mira que no suelo ser de mezclar churras con merinas pero en esta ocasión el matrimonio es muy resultón.


Estoy con un muchacho poco “postrero” pero muy “quesero” así que como nos ofrecen la oportunidad de degustar “media” tabla de quesos…… Cuatro de ellos  “de casa”, vascos y estando donde estamos, cosa lógica, el quinto es inglés, un Stilton que es el perfecto remate para todos ellos que han estado a un cojonudo nivel. No hay ninguno que no tenga sabor, mucho sabor.


Terminamos con mi “cortao” bien preparado y unos detalles fin de fiesta en forma de chocolate para él y de tarta de queso para mi.



El total abonado, 123 euros. Nada que objetar, mucho que agradecer. Pues de nuevo disfrutando de este espectacular entorno al que voy llevando a tod@s mis compis de andanzas. 

1 de septiembre de 2017

RESTAURANTE LAS REDES (SAN VICENTE DE LA BARQUERA): Un oasis en el desierto.

Esperaba yo otra cosa al visitar este precioso pueblo. Pero resulta que está pensado para el turista típico. Es curioso que su calle y plaza principales estén llenas de restaurantes donde es impensable sentarse a tomar algo, sin más. A beberte un buen vino y comerte unas estupendas rabas de calamar. Las Redes tiene unas barricas en la calle donde puedes hacerlo y encima beberte algún que otro vino algo más rico que la oferta global.


Todo está pensado para que el personal se siente en una mesa y deguste uno de los tantos menús que se ofrecen a precios de ganga. Incluso el fin de semana puedes ver ofertas de lubinas, merluzas……. como segundos platos en menús de 11 euros. 

Vas paseando y los locales tienen personas que te ofrecen sus menús. Yo llevaba los deberes hechos y tenía reservadas mis preferencias. He acertado, sin duda. Creo que he visitado lo mejor de San Vicente y he salido encantado de la experiencia.
Hoy tocaba Las Redes. Mucho había leído y me lo habían recomendado conocidos de la zona. Además, con la importancia que le vamos dando a esas cartas de vinos, me dicen que aquí encontraré cosas ricas y a buenos precios.


Pues a la hora convenida nos presentamos en el restaurante. Precioso comedor con motivos marineros y personal profesional y simpático. Buenas mesas, bien vestidas.
Me gusta preguntar sobre lo que tienen. Me gusta que sean ellos los que me aconsejen que comer. Generalmente esto es sinónimo de acierto.
Comenzamos con un aperitivo. Un sopa de melón con virutas de jamón. Una buena manera de degustar el típico “matrimonio” de ambos alimentos. Mira que no soy yo de este tipo de mezclas pero reconozco que ambos sabores maridan muy bien.


Estoy con una enamorada del pulpo y no lo digo con segundas intenciones. Así que como nos ofrecen la posibilidad de pedir medias raciones, compartimos una. Sobre una base de manzana asada y acompañado de un rico ali-oli y una mermelada de pimiento rojo riquísima. Buena materia prima y muy buen punto el del pulpo.


Continuamos con otra media ración de unas cojonudas rabas de calamar. Aquí no hay trucos. Si el producto es excelente el éxito está asegurado. En este caso lo es.


El pez elegido ha sido un machote. No estoy seguro de haberlo probado antes. Sí de haber leído mucho sobre él. Hay quienes dicen que su sabor se asemeja al besugo. La pieza era de algo más de un kilo y viene acompañada de una curiosa bola de patata con pimentón y de lombarda asada. He disfrutado mucho pero no he conseguido encontrar la semejanza con el susodicho besugo. En todo caso en las partes “menos nobles” del pez, esas que están mucho más ricas pero que en general somos más reacios a degustar. Zona de la cabeza, por ejemplo.



Venía yo con ganas de tomarme un vino en concreto, un ribeiro pero he tenido la mala suerte de que no disponían de él. 

Así que para alegría de Aran, la elección ha pasado a ser un champagne. En concreto un Dufour Bistrotage

Variedades Pinot Noir, Chardonnay y un pequeño porcentaje de Pinot Blanc. Una crianza de año y medio en barricas y otros cuatro en botella antes del degüelle. Pues un disfrute. Fina e integrada burbuja. Potentísima boca con un ligero amargor final que hace que el trago sea más lento y la botella aguante perfectamente toda la cena. Muy rico.


Y ahora nos llega el tremendo sorpresón de la noche. Tarta de queso. Como siempre pregunto si es una tarta de verdad y sí que lo es. Además comento aquello de si la mermelada viene estropeando la tarta o viene de compañía. Como todo es de nuestro agrado por a por ella que vamos. He comido unas cuantas, algunas muy ricas, he tenido el placer de probar la que se considera la mejor tarta de queso del mundo, la del restaurante Zuberoa. Pues señores, no dejen de probar esta, creo que está a la altura de las mejores sin duda alguna. Perfecta diría yo. Fluida y sabrosa. Golosa pero en su justa medida.  Un postre de los que quedan grabados en la memoria.


Otro de los “problemas” de este pueblo es lo de tomarse una copa tranquila después de cenar. Tenemos la opción de Annua/Nácar pero esa ya la disfrutamos anoche. Así que como se pone a llover y veo que en la terraza podemos sentarnos, allí que degustamos un buen café y una infusión y yo remato con un cojonudo GT al que encima tienen la delicadeza de invitarme.
Pues lo dicho, si queréis comer en un estupendo local, buenos peces y cosas varias, beber un buen vino y disfrutar de un trato estupendo, Las Redes es, sin lugar a duda alguna una de las mejores opciones de San Vicente.

La cuenta total ha ascendido a 134 euros teniendo en cuenta que el champagne son 44