27 de octubre de 2019

RESTAURANTE ANDRA MARI (GALDAKAO): El maillot a la regularidad.


Uno de esos restaurantes a los que mi visita anual es “obligada”. La regularidad que les caracteriza es la base de su éxito. Aquí sabes que vas a comer bien y además excelentemente atendido por sus muy profesionales “chicas”. No va a ser sencillo el relevo de sala, lo hacen muy bien.

Como siempre nos acomodan en una de sus estupendas mesas y nos acercan las cartas. Mientras nos obsequian con unas cojonudas galletitas saladas y un vermut que elaboran ellos mismos. Una bebida muy rica, por cierto.
Un par de aperitivos estupendos que atemperan un tanto nuestros estómagos y nos preparan para el disfrute posterior. 



Como no puede ser de otro modo, Aran prefiere mojarlo con espuma, así que me voy de cabeza a lo seguro y me decido por un espumoso que ya viene con su nueva denominación, Corpinnat, uno de esos vinos que no hace falta ni catar, que sabes que va a estar rico sí o sí. Recaredo Terrers brut nature gran reserva. Macabeo, Xarel-lo y Parellada. Uno de los mejores espumosos catalanes que conozco en cuanto a la relación calidad-precio. Con su característicos toques a fruta en  compota y un amargor que lo hace muy apetecible en boca. Un vino que sirve tanto para un roto como para un “descosío”.
Estupendos panes a elegir y hoy teníamos antojo de sopa de pescado pero hemos llegado demasiado pronto, en breve comienzan a ofrecerla en carta. Mira que tengo yo recuerdos de su tremenda calidad….. (foto de una anterior visita).

Pedimos todo a compartir y tienen el detallazo de emplatarlo individualmente.
Parrillada de verduras. Cojonudas todas ellas.

Setas sobre base de patata y yema de huevo. Platazo. Calidad y buen hacer, exquisito.

Centro de entrecot.  En dos puntos diferentes, poco hecho para mi y más pasado para Arantza. Rica carne con mucho sabor.


Hemos sido comedidos con la cena y tenemos sitio para postres. Aran se decanta por una riquísima tarta de zanahoria, media ración muy pero que muy sabrosa.



Yo disfruto y mucho por cierto de uno de sus míticos postres. Otz bero de helado de nueces, intxaursaltza y chocolate caliente. Para morir de gusto, extraordinariamente rico.



Un riquísimo cafecito y damos por terminada la velada no sin dejar de rematarla con un par de detalles dulces.

Abonamos los 105 euros del total. Estupenda relación calidad-precio. Un restaurante que mantiene esa merecida estrella. Un lugar donde el acierto está asegurado  y que cumple con todo lo necesario. Precioso lugar, cocina excelente, servicio profesional y amable y una buena carta de vinos.

13 de octubre de 2019

RESTAURANTE TRUEBA (Bilbao): ¿Como en casa?..... no, mejor.


Aprovecho una entrada de hace ya unos años para volver a comentar sobre uno de los restaurantes que más me gustan sin lugar a dudas. Como bien dije entonces, hay restaurantes muy bonitos, los hay con un entorno excepcional, algunos donde se come de cine. Otros tienen unas bodegas envidiables.  Pero de los que no tienes ninguna duda de que volverías todos los días a comer por juntarse unas cuantas cosas favorables, de ésos ya no hay tantos. Trueba es uno de ellos.

Nos recibe Marian como siempre, con una sonrisa y un beso, de esos recibimientos que invitan a salir y volver a entrar. Su ya habitual ayudante de sala no le va tampoco muy lejos, encantadora también.
Local a tope, de lo cual me alegro. Y también como siempre dejo que sea ella la que nos recomiende lo que mejor se les ha dado esta noche, lo que más nos va a alegrar la cena. Tenemos cocinero “nuevo” y digo nuevo entre comillas pues ya lleva tiempo allí pero ahora es él quien dirige la cocina, Héctor Grijalba. Hoy ha demostrado su buen hacer.
Para beber y con el vicio que está cogiendo mi compi, nos tiramos de cabeza a un buen champagne que esto siempre va a casar estupendamente con cualquier plato que nos pongan delante.  Un Gardet brut reserva. Chardonnay, pinot noir y pinot menier. Con un cuarto de vinos de reserva añadidos tras su crianza. Un agradable vino que destaca por una nariz afrutada, una acidez notable y una burbuja bien integrada. Vamos, un champagne que por su precio bien merece la pena.
De aperitivo nos ofrecen unas “cortezas de lujo”. Para comer un camión de ellas.

Un pan de buenos panes y comenzamos con un par de txipis a la plancha con su jugo y un ali-oli estupendo. Producto de primera. Elaboración superior. Cojonudos y punto.

Continuamos con unas almejas a la marinera que nos han hecho pedir un par de cucharas para degustar ese caldo que bien pudiera denominarse sopa de pescado. Que rato más bueno hemos pasado.

Arantza se decanta por uno de sus platos míticos, una merluza con begihaundi . En cuanto ve el plato se da cuenta de que no va a poder con ello pero al día siguiente ya me encargaré yo de ello. Plato memorable, no dudéis en pedirlo si pasáis por allí.

Marian me conoce un tanto y me ha ofrecido algo a lo que difícilmente puedo resistirme. Unos callos a la bizkaina. Me dice que están un poco picantes y yo, un poco “medio-bilbaino” que soy, le digo que añada otro poco de “alegría”. Un plato de tamaño considerable y efectivamente han sido “obedientes”….. pican, no tanto como para llorar pero sí para sudar. Están de muerte y el momento que paso es de esos de recordar siempre.

Lo del asunto de los postres me tiene alucinado.  La que no tiene espacio para media aceituna es ahora capaz de pedirme que algo tenemos que compartir….. pues nada.  Por recomendación de las chicas, pedimos una tarta de queso. Aran encantada, está a su gusto. Yo les comento que las prefiero un poco más “potentes” en cuanto a ese toque de queso azul, por ejemplo. Me comentan que empezaron con algo así pero que el público en general las prefiere más “tranquilas”.  De todos modos está riquísima y con una textura muy fluida.


Infusión y cafecito. 45 por persona sin contar el vino. Como siempre un precio ajustadísimo teniendo en cuenta la tremenda calidad de su producto. Un placer, sabemos y saben que volveremos.

6 de octubre de 2019

ITSASMENDI 7: Un "viejo"... NO viejo.


Esto de tener “enchufes” está muy bien. Se permite uno vivir experiencias únicas que de otro modo difícilmente pudiera disfrutar.

Hoy, gracias a Alberto, he podido asistir a una cata memorable. En un sitio que me ha puesto un tanto la piel de gallina por ciertos recuerdos, la parte alta del museo de Bellas Artes de Bilbao donde viví algunos buenos momentos culinarios.

Itsasmendi 7 celebraba su décimo aniversario, aunque son bastantes más los años que llevan en el asunto txakolinero. Han tenido la gentileza de invitar a un montón de amantes de los vinos, de sumilleres, restauradores…… Y entre todos ellos estaba este “aldeano” que cada día sabe menos pero que afortunadamente, cada día disfruta más.

Me he encontrado allí con unos cuantos conocidos, algunos ya casi amigos. Algún cocinero de calidad, sumilleres de unos cuantos restaurantes visitados, gente de sala…. Eso sí, me ha emocionado especialmente encontrarme con un verdadero “señor” que me ha hecho pasar buenos momentos, D. Antonio y además algunos de ellos debidos al vino que hoy catamos. Que te vaya bonito.

Por allí andan Andoni e Iratxe del Remenetxe, Elo y Mikel de Meñaka….
Dirigiendo la cata está Garikoitz, alma mater de la bodega y una verdadera enciclopedia. Hoy he aprendido algunas cositas más de este trabajo, tan apasionante pero tan duro a la vez, de hacer vinos, de hacer buenos vinos.


En mi mesa me acompaña Javier, un apasionado de este mundo y al que también tengo que agradecer alguna invitación muy especial. Poco amigo de aparecer en los medios pero un profesional como la copa de un pino.
Hemos tenido el privilegio de catar ni más ni menos que 10 añadas de ese 7 del que el otro día dejé bien claro que de notable nada, un sobresaliente por todo lo alto.
Desde 2008 hasta el 2017. Catados según criterio de los organizadores y donde hemos podido comprobar las grandes diferencias de unas a otras añadas. Ver así mismo como el clima anual puede influir en un vino. Marcar sus grados de acidez, su potencia, sus aromas…….


Curiosamente diría que todos ellos están en rodadura, que prácticamente todos ellos tienen futuro pero desgraciadamente se lo estamos robando. Nos bebemos todo lo habido y por haber y no guardamos para apreciar esa evolución en botella que a mi, personalmente, me parece que tanto beneficia a un buen vino.
El otro día tuve la suerte de probar un 2005 por generosidad de Unai el del Porrue y me dejó anonadado, estaba tremendo.

De la cata de hoy me quedo, sin lugar a dudas con el 2009, ha sido el que más me ha gustado. Me quedo con la copla y además espero que con alguna botella de ese 2011 cuya potencia y acidez me han sorprendido enormemente.
Del 2008 nos vamos olvidando, hoy hemos bebido sus últimas existencias. Quizás tenga suerte y alguno tenga por ahí una botellita guardada, esperemos que sí.
Al 2013 también le veo un futuro prometedor al igual que el 2015, pero de este tengo alguna botella así que no hay miedo.
Lo dicho, en general satisfacción plena. Un vino que promete. Un vino al que cuidan cada día más. Quieren calidad y no cantidad, eso es bueno para nosotros.

Eskerrik asko a Itsasmendi por la generosidad demostrada, suerte con los proyectos futuros.