2 de septiembre de 2018

RESTAURANTE SAN MAMES (BILBAO); Noqueados al segundo asalto.


El año pasado era el “32 de agosto”, este año es el 31. La despedida ha de celebrarse en un buen sitio, en un restaurante de los que aseguran el disfrute. Así que de nuevo nos acercamos a La Catedral.
Tenemos además la suerte de cara, allí está Antonio que siempre es un plus en la visita.
Nos acomodan en una de sus preciosas y amplias mesas, cara al césped que este año, mi compi, por desgracia, no va a visitar como él quisiera.
Nos acerca las cartas mientras vamos hablando un poco de lo que vamos a beber. Tras pensarlo un poco, Antonio nos recomienda un champagne que siempre asegura el éxito. En esta ocasión es un Sprit de Giraud. Variedades chardonnay y pinot noir. Un vino muy agradable con buena nariz y genial boca. Esa mezcla de uvas que le dan un carácter afrutado y a la vez ligeramente amargo. Jugamos un poco con la temperatura para que no se nos vaya demasiado en dirección alguna y lo conseguimos. Nos permite, entre todos, que logremos llegar a los postres y eso que hoy ha sido un “día largo”, muy largo.
Un riquísimo aceite (foto superior) acompañado de sus estupendos panes y su cojonuda mantequilla nos dan la bienvenida sólida.

Pasamos ahora a disfrutar de tres aperitivos que están, todos ellos, a un altísimo nivel.
Cracker de arroz y tinta de txipiron con espuma ahumada de antxoa y mejillón.

Siumai de vieira y gamba con salsa de pimentón y huevas de salmón.

Flor de calabacín relleno de hongos con salsa de cacahuete.

Los platos principales han sido presentados en “medias” raciones individuales. Hoy nos han debido de ver caras de hambre. 
Comenzamos con unas microverduras al carbón con su jugo, huevo y patata. Deliciosas.

Continuamos con el arroz meloso de rape, langostinos y ortiguillas. Perfecto y muy contundente plato.

Seguimos con el bacalao a baja temperatura, piperrada al carbón, pil-pil y piñones. Excelente el bacalao, lascas grandes y sueltas. Los pimientos para comerte a puñados. Pero esto se está poniendo ya un poco “serio”.

La parte salada termina con el picantón deshuesado, frutos secos y zanahoria. Ha sido gracioso, durante este plato hemos estado en silencio. Creo que ambos estábamos pasando un rato complicado. Eso de no poder con ello pero no querer doblar el brazo….. Pues muy rico, la verdad. Estupendo.

Sale Ion, el jefe de cocina a saludarnos. Nos conocíamos de vista y de “pareceres similares” en otras cuestiones pero no habíamos hablado nunca. Un tío estupendo que disfruta con lo que hace.  "Marida" muy bien con Antonio.

Mientras conversamos, Antonio, que hoy se ha “ganado el cielo”, nos obsequia con un postre aunque no podemos ni con el agua. Texturas de chocolate y agua de mar. Curiosamente, el, en teoría más “débil” del lugar, mi compi de mesa, a lo tonto, poco a poco, sin rechistar, va metiéndose el plato sin mediar palabra. Parece que le conocían de antes, han acertado de pleno. Yo he probado un poquito y la verdad es que está de rechupete.

Para acompañar al postre, nos sacan un vino que yo había ya probado en el Remenetxe, un dulce de invierno de Javier Sanz. Un vendimia tardía, vino que necesita 3 fases para su elaboración y que pasa 8 meses en barricas de roble francés. Goloso, recuerdos a compota sin duda alguna. Una verdadera delicia.
Hemos salido a menos de 60 euros por barba, han sido generosos, como siempre. Un sitio donde disfruto sobremanera, el lugar, sus personas y su maravillosa cocina hacen que sea posible.

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