18 de febrero de 2018

RESTAURANTE LA FABRICA DE JUAN (ZIERBANA): Carallo... qué rodaballo!!!

Poco a poco voy acercando a mi retoño a todos los restaurantes que yo ya he visitado. Es un tío muy crítico para lo bueno y para lo malo y además es bastante más “duro” que yo por lo que su opinión quizás sea más a tener en cuenta que la mía.
Hoy nos tocaba visita a este restaurante donde ya he estado en unas cuantas ocasiones y siempre he salido contento.

Es un local amplio y además tiene una buena bodega con cositas interesantes incluso en blancos. Nada más entrar veo un Tondonia reserva 2003 pero dejaremos a ese “bebé” que crezca un poco, tiene mucho futuro todavía.

El propietario hoy hace las labores de jefe de sala. No tenía el placer de conocerle puesto que generalmente está en servicio de mediodía y no de noche. Nos colocan el pan, correcto, sin más. No es su punto fuerte.
Nos acerca las cartas pero vuelvo a dejar que sea él quien nos comente las cosas más interesantes que tiene. Hablamos primero un poco de vino, le comento mis gustos.
Me recomienda un Ribeiro. No nos hemos terminado de entender sobre todo en la cuestión de añadas. Nos saca un Cholo, de uva loureiro. Cosecha 2016. Yo, sin la ayuda de mis gafas y después de la conversación, pensaba que estaba bebiendo un 2010 y aquello no me cuadraba demasiado. Fruta para dar y regalar….. Creo que es un buen vino, mi hijo ha disfrutado más que yo. Fresco, mucho. Aromas a frutas y esa boca que sin disgustarme, no termina de enamorarme. Bueno, a ver si tengo suerte y encuentro alguno por ahí con un par de años de botella y podemos hacer las comparaciones.

Como vamos a comernos un pez de tamaño considerable, simplemente le pedimos que nos saque algo para picar. Nos recomienda sus zamburiñas. Me pregunta si sé que son y le digo: Sí hombre, como las de Santiago pero en pequeñas…. Preparadas como los tigres rellenos. Realmente están deliciosas. Para limpiar la concha y no dejar restos, cosa que hacemos.

Nos enseñan el rodaballo que vamos a cenar. Buena pieza, de un 1300  gramos. Tamaño más que sobrado para dos personas. 

Buena limpieza por parte del camarero que nos atiende, sin una espina. Una pena no saber aprovechar todo en su medida pero cada vez soy capaz de meterme en sus “entrañas” y degustar esas carnes más oscuras tan sabrosas.
Lo acompañan unas patatas panaderas correctas. Hemos terminado más que satisfechos de pescado.

Algo había leído de sus quesos así que, encima estando con quien estoy, degustamos una tablita de cuatro quesos a cada cual más rico. Un Idiazabal, otro ahumado, un queso azul muy pero que muy rico y un italiano con trufa. Todos ellos de rechupete.


Un cafecito y abonamos los 121 euros de la cuenta. Precios comedidos tanto en los pescados como en los vinos. Sigo recomendando el lugar. La única “pega”, no sencilla de solucionar, es que la mayoría de la gente viene en busca de sus estupendas txuletas con lo que el ambiente del comedor se resiente en cuanto a olores. Pero… yo también las he comido, por cierto, de calidad estupenda.

11 de febrero de 2018

PETIT KOMITÉ (GALDAKAO): Quizás el restaurante más romántico.

Increíble me parece que haga cuatro años de mi última visita. Ya sabemos a la velocidad que pasa el tiempo pero me parecía imposible que hubiese pasado tanto.

Me encanta este sitio. Es un comedor que tal vez sea, en mi opinión, el más romántico. Quiero decir con ello que su decoración, su luz, su ambiente en general me parecen los ideales para cenar con alguien que te haga sentir mariposas en el estómago.

Pues hoy se cumplen los requisitos para ello así que he disfrutado de una estupenda cena en todos los aspectos.
Aposentados en una de sus preciosas mesas, nos acercan las cartas pero en el asunto del vino vuelvo a preguntar por algún blanco con algo de crianza. El atentísimo y muy profesional encargado de sala que nos atiende me ofrece un rioja que desconocía. Concretamente un Oscar Tobía reserva 2013. Variedades malvasía, viura y tempranillo. Crianza en barricas de roble francés y americano durante 18 meses para descansar posteriormente medio año en botella. Un vino que me recuerda a varios riojas de este estilo. En mi modesta opinión es joven aún. Creo que algún año más de botella terminará de afinarlo.

Un estupendo pan con crujiente corteza y buena miga y unos aperitivos riquísimos, unos bombones y un txupito de hongos tan rico que le comento si no tienen por ahí un termo para llevar.

Tienen cosas en carta que me hubiese gustado probar pero mi compi es más de sota, caballo y rey así que continuamos con unas finas y sabrosas croquetas de jamón y de bacalao. Buena ración, tamaño bocado y muy bien conseguidas.

Pasamos a un pulpo a la brasa con patata chafada y ali oli de miel. Muy rico y en su punto exacto. Presentado en dos medias y generosas raciones.

Arantza se decanta por un solomillo con crema de idiazábal y unas más que cojonudas patatas presentadas “en gordo”. Como afortunadamente no tiene ya demasiado apetito, me las como yo todas. Están tan ricas como la carne y por cierto, también está de rechupete.

Yo prefiero probar su guiso de rabo de vacuno mayor. Deshuesado y sabroso. Esos pimientos morrones que lo acompañan están para llorar de ricos.

Estamos en carnaval y estoy con quien estoy pero hay un postre que me llama la atención así que consigo salirme con la mía. Un souflé de chocolate caliente. A cucharadas, sin descanso. Mira que me gusta a mi el chocolate así presentado. Disfruto y mucho con un poquito de ayuda pero muy poquito.


Hoy me hubiese tomado muy gustosamente un GT pero…..  Si hubiese sido otro época más templada, en su preciosa terraza cubierta……. Pues habrá que volver. No se merecen tanta espera. Nos tomamos la infusión y el cafecito en esa preciosidad de vajilla que tienen y abonamos los 119 euros de la cuenta. Estupenda relación calidad-precio. Un restaurante que cumple con todos los requisitos necesarios para una buena velada.

4 de febrero de 2018

RESTAURANTE PORRUE (BILBAO): Una cena MACANUDA.

Habíamos hecho una visita recientemente pero esa iluminación un tanto “romántica” que utilizan en las cenas hizo que las fotos fuesen de las que es imposible utilizar. Mal fotógrafo soy habitualmente pero en esa ocasión no había manera de aprovecharlas.
Así que, como tampoco importa mucho repetir cuando sabes que vas a disfrutar, nos volvemos a acercar a este restaurante, referencia del buen producto en Bilbao.


Hoy, pensando un tanto en mi han puesto una iluminación más adecuada para un mal fotógrafo así que las cosas han salido mejor.
Mesas amplias, bien vestidas. Enseguida nos acercan las cartas pero prefiero dejarme aconsejar y es lo que hacemos.

Tres tipos de pan, a cada cual mejor y tienen la delicadeza de ponernos un poco de cada uno. Acompañados de un riquísimo aceite de excelente calidad.

“Reto” a Unai pero me gana clarísimamente por la mano. Le pregunto si tiene algún Itsasmendi 7 de …… 2012, por ejemplo. Uno no piensa dónde está y al momento allí que aparece con lo que uno pensaba que sería más que difícil.
Un vino con una capacidad de guarda increíble. Evidentemente ha perdido gran parte de su acidez pero ha ganado “serenidad”. Está muy rico y nos ha permitido disfrutar de la genial cena con holgura.

Pues, después de saludar al tocayo de mi hijo, compañero suyo de Ikastola y que atiende, gustosamente al nombre de “Eugi”, vamos dejando que ellos, a su libre albedrío, nos vayan sorprendiendo.
Comenzamos con un aperitivo en forma de Gyozas, lo que viene siendo una empanadilla pero versión japonesa. Rellenas de bogavante. Ricas, muy ricas y sabrosas, en un genial plato de “hueso”.


Continuamos con unos estupendos berberechos de Cambados a la brasa. Esos de los que uno bien pudiera comerse un barco entero.


Continuamos con un maravilloso pulpo. Producto de diez y preparación de once. Con unas esferas y una especie de mermelada de mango. Las patatas presentadas de manera muy original en un precioso mortero. (FOTO SUPERIOR).


Continuamos con unas exquisitas kokotxas de merluza a la brasa. Puro producto bien tratado. En un tubito tipo dentífrico nos ofrecen una salsa de mejillones con un potente sabor. Las kokotxas están de rechupete y no necesitan ayuda alguna.


Nos damos un “largo” y probamos una pequeña ración de angulas. Sí, de esas que nos están prohibidas a los mortales. Al final han sido dos pequeñas raciones que nos han permitido recordar lo buenas que están. Preparadas a la brasa y acompañadas de caviar. Quizás dentro de otros….. diez años nos demos de nuevo el capricho.


Terminamos la parte salada con un potente, pero que muy potente, steak-tartare. Con mayonesas varias. Picante a mi gusto, es decir, muy picante. Está fino, está sabroso, está cojonudo.


Como al parecer os ven cara de hambre, nos lo acompañan de unas cojonudas patatas fritas presentadas en su correspondiente sartén. Ricas-ricas.



Hablamos de postres. Mi hijo quiere probar uno que tiene una foto de las de recordar. 
Antes Unai le pregunta si le gusta el yogur. Pues va a ser que sí. Curiosamente hemos sacado el tema de el “odio” que tiene el txikito al membrillo. Y allí que se nos presenta el chef con los utensilios necesarios para preparar “in situ” el susodicho postre. 


En teoría la mermelada era de pera pero ha resultado un intento, no del todo exitoso, de engañar a Ioritz. No ha sabido que era membrillo pero lo ha dejado en el plato. La cuestión es conseguir que coma membrillo pero que disfrute haciéndolo. Quien sabe, quizás algún día…………


Terminamos con el fluido de chocolate. Curiosa presentación en un vaso al que echándole chocolate caliente va generando unas burbujas que terminan en el plato en forma de un chocolate líquido y sabroso. Con helado de chocolate negro y su tierra correspondiente. Riquísimo, para comer a paladas.


Para los postres ya no nos quedaba vino así que Unai nos ofrece una curiosa sidra dulce. De la zona de Irulegi, en Iparralde, con un montón de variedades de manzana y que se deja beber muy agradablemente. No con la potencia de otras que he probado pero que en su relación calidad-precio está muy, pero que muy buena.

Alguien sale del fondo el restaurante, me sorprende que mi hijo le salude como si le conociese de toda la vida: bueno Iñaki, hasta luego. Pues el Iñaki en cuestión no es otro que Iñaki Willians, un jovencísimo jugador de nuestro Athetic, quien con sus 23 años puede permitirse el lujo de comer muchas más angulas que nosotros. Así es la vida hoy en día, abismos entre unos y otros.

Pues nos despedimos de nuestros anfitriones, hemos cenado de puturrú mambrú. Hemos degustado productos geniales cojonudamente preparados. La cuenta final 163 euros. Desde luego que de caro nada, costoso sí, indudablemente pero el que quiere peces tiene, por narices, que mojarse el culo.