Teníamos pendiente volver a visitarles.
Cuando lo hicimos hace no tanto, dejamos algo en el tintero y había que “solucionar”
el asunto.
No es sencillo aparcar en este precioso
pueblo en temporada de vacaciones. Son innumerables los visitantes que
encuentras aquí a diario. Pero siempre hay algún hueco más o menos cercano.
De nuevo nos encontramos con que el local
está a rebosar. Hacer las cosas bien, aunque no siempre, suele tener su
recompensa. Nos alegramos de ello aunque suponga que esa agradable presencia de
Alex, no pueda ser todo lo “abundante” que nos gustaría.
Una vez acomodados, dejamos que ella
decida, poco a poco lo que vamos a comer. A su libre elección.
Como aperitivo nos deleitan con un más
que refrescante gazpacho que, dado el veraniego día, entra de maravilla.
Cojonudo, sin más.
Como siempre, pan blanco para acompañar
la comida.
Continuamos con unas estupendas
croquetas. De cecina, de hongos y de jamón. Riquísimas.
Continuamos con otro refrescante plato
que no es precisamente algo que me tenga enamorado. Pero he venido en compañía
de mi amigo Pepe, asiduo de este local y ellos conocen bien sus gustos. Así que
prefiero que, aunque lo pruebo, sea él quien disfrute con ello. Carpaccio de bacalao.
El asunto que dejamos pendiente era el
del vino. Concretamente veníamos a bebernos una botella de vino blanco, cómo
no. Un vino de la bodega Contador. Qué bonito cacareaba. Cosecha 2011.
Variedades: Garnacha blanca, viura y malvasía. Envejecido durante 8 meses en
barricas de roble francés. No sabemos exactamente si nos hemos equivocado con
él. Quizás necesite abrirse con más tiempo, dejar que se airee durante algunas
horas. Quizás pensaba yo encontrarme otra cosa. No lo sé. La madera a mi
humilde parecer, excesivamente presente. Le cuesta horrores “abrirse” y cuando
más o menos lo hace, aflora un alcohol un tanto subido de tono. Sus catorce
grados y medio pueden influir, sin duda. Su fama, imagino que bien alcanzada,
no ha sido suficiente para que nuestra comida de hoy sea totalmente exitosa.
Una pena. Lo dejaremos para los que, no son pocos, lo consideran uno de los
mejores vinos del estado.
Nosotros seguimos a lo nuestro. Les toca
el turno ahora a unas maravillosas kokotxas de merluza al pil-pil. Suaves,
sabrosas. La salsa, como bien merece, la degusto “a mano”, con ese pan blanco
que tanto me gusta. Deliciosas.
De nuevo los gustos de mi compi hacen
que, sin demasiados problemas, deguste un pichón. Este tipo de carnes, aunque
me gustan, no son una de mis preferencias culinarias. Pero reconozco que está
en su punto perfecto. Bien cocinado. En esta ocasión no invito a mi compi, me
lo como yo, como es menester.
Evidentemente con este plato daban por
terminada la parte salada y quizás mi acompañante hubiese preferido que así
fuera pero yo tengo aún un tanto de sitio en mi estómago y “necesito” algo más….
“contundente”. Así que tras comentarle a Alex el asunto, allí que nos aparece
con un plato de los de recordar. Un rabo guisado de vaca. La carne está que
parece gelatina. Suelta a más no poder, fina, sabrosa, suave, ligera………… Sin
más definiciones, perfecta. Un final feliz al asunto salado.
En cuanto al postre, de nuevo tenemos
ocasión de probar varias de sus propuestas. Una intxaursalsa a su estilo, unos
canutillos de crema pastelera con chocolate y ese “provocativo” chocolate negro
con sal de Añana. Si me tengo que quedar con uno, sería el último. Tiene un no
sé qué que te engancha.
Para los postres, Pepe, que hoy tiene “taxista”,
se ha pedido un PX. Yo me conformo con beber un trago de esa agua con gas que
tanto le gusta.
Dos cafés servido a nuestro gusto y de
nuevo unas riquísimas rosquillas ciegas dan por terminada la velada. Con algún
detalle por parte de la casa, salimos en lo sólido a 55 euros por barba.
Estupendo precio. El vino sale más de 45 y eso que lo tienen prácticamente a
precio de bodega.
Restaurante para recomendar a cualquiera.
Lo tiene todo y así les va. Si tenéis intención de ir, os recomiendo llamar con
tiempo.
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