De nuevo me
junto a mis dos compañeros de “fatigas” para visitar un local que ellos ya
conocían pero que yo no tenía el placer de haber visitado. En uno de los pocos
días “veraniegos” que estamos teniendo este no-verano vasco, dirigimos nuestros
pasos hacia la zona vinícola por excelencia de nuestra tierra. Sol y calor que
se va haciendo notar.
Hacemos una
parada para ver un sitio de relax habitual de nuestro chófer y donde yo, en una
ocasión, había parado a echar una cabezada después de una buena comida. A
orillas del Ebro, en la localidad riojana de Briñas. Allí nos saludan los
“guardianes” del río y “diles tú algo”……
A la hora
convenida llegamos por fin a nuestro destino. Hoy es día de estar a la sombra y
afortunadamente la temperatura en el interior del precioso comedor es genial.
Bonito local, bien vestido, buenas mesas, buena mantelería. Un servicio
femenino que la más “dicharachera” de nuestras camareras hace que sea muy
fluido. Joven interesada en el mundo del vino con la que compartimos algunos de
nuestros más que reducidos conocimientos.
Mientras
mis compis van echándole un vistazo al asunto del comer yo me dedico a
echárselo a la carta de vinos. Estamos donde estamos y su más que correcta
carta tiene a nuestra disposición algún que otro blanco con crianza y además
alguno totalmente desconocido para mi. Así que me decido por un Iraun 2012. Ha
sido curioso, los dos primeros números están impresos en negro y en grande y el
12 a lápiz. Para ir cambiando las añadas. Mi “excelente” visión me ha hecho
decirle que me saque una botella de Iraun 20. J
Subsanado mi error y tomada la decisión de tomarlo primero a una temperatura un tanto templada, nos presentan la botella.
Un vino que
hace Oxer Bastegieta. Un desconocido para mi pero que descubro que comenzó con
un txakoli y que está dentro de Bizkai Barne, una bodega sita en la vecina
localidad de Orozko que nació de la unión
de 4 productores y de la que he tenido la suerte de probar unos cuantos de sus
txakolis. Todos ellos de alto nivel, por cierto.
Oxer se
trasladó a Laguardia Pues su nombre ya lo dice, un vino que dura, que
permanece. Un vinazo que en nariz demuestra mucha más fruta de lo que uno
pudiera pensar, cuya madera está absolutamente bien integrada y que tiene una
estupenda acidez. Un vino cien por cien Viura. Sólo mil botellas ven la luz
cada año por lo que no será fácil localizarlo.
Nos decidimos por su menú degustación. Una pena el pan, correcto sin más.
Aperitivo
de la casa en forma de unos vasos de puré de patata. Calentitos, no es que hoy
sea muy necesario pero tenemos ya un poco de hambre y esto sirve para abrir
nuestros estómagos, estaba muy rico.
Taco de
foie. Acompañado de una sal gorda y de una fina mermelada de higos. Con sus
correspondiente panecillos tostados. Pues materia de calidad que yo degusto a
mi gusto, “en gordo”.
Pasamos a
unas antxoas con pisto, presentadas en una lata de conserva. A mi me han
encantado. No son “top” pero están dentro de un resultado notable.
Llega ahora
una de mis debilidades y encima tengo la infinita suerte de que al más tripero
de la mesa no le haga demasiada gracia. La morcilla o el “sushi” vasco como
digo yo, es uno de mis platos favoritos. En esta ocasión se juega un poco con
la creatividad y se presenta en forma de canutillos. Sobre una ligera base de
puré de alubias que apenas de deja notar. Alguna piparra cortada en trocitos.
Para mi un plato sobresaliente aunque “morro-fino” diga que se puede mejorar.
Yo lo dejaría como está, me ha encantado.
El plato de
pescado es bacalao. Ligero, estupendas lascas que se separan con suma facilidad.
La compañía suave, sin sabores excesivos. Me ha parecido otro plato destacable,
de los que es mejor no “tocar” puesto que quizás en vez de mejorar empeore. Muy
rico.
Llegado
este punto y ya que no hay "espumas" riojanas, nos decidimos por recomendación de nuestra simpática camarera a probar otro de
sus blancos. Un Viña El Flako, ella dice que ha probado el 2014 y le ha
gustado. No tiene más que el 15 y tras unas pequeñas dudas nos decidimos. No
hemos venido a probar? Pues de nuevo un vino de calidad, quizás el problema es
que ha tenido por delante algo en mi opinión muy superior. De todos modos
quizás un año más de botella lo “dome” un poco restándole la presencia potente
de la madera. Destacar su relación
calidad-precio que me parece estupenda.
La carne
son unas carrilleras. Llevan un trozo de pera y una mermelada de manzana. Pues
no es malo el “maridaje”. Están bien cocinadas aunque yo las prefiero un pelín
más “suaves”.
El postre
es una pequeña degustación de cuatro de sus propuestas. Un hojaldre relleno de
crema pastelera con chocolate que está
rico. Un helado de maracuyá con su potente sabor que sirve un tanto para
limpiar la boca entre dulces. Una mini torrija que me hace pensar que otro día
quizás me la pida en ración entera y un trozo de tarta de queso que me hace
acordarme de la leche condensada. Ricos.
Como
andamos bien de vino nos pedimos un poco de queso. Idiazabal. Estupendo, no
viene de ninguna nevera así que disfrutamos plenamente de su sabor. Como no
podía ser de otro modo lo acompañan un poco de membrillo y unas nueces.
Unos cafés
como me gustan, solos y con la jarrita de leche para cortarlos al gusto. Unas
“tejas” sirven para endulzar el final de la velada.
Pues 40
euros es el precio de su menú degustación. Un precio mucho más que correcto
para su oferta. El vino Iraun ha sido una ganga por 26 euros, me arrepiento de
no haberme traído una botella.
Pues una
magnífica opción. Quizás la cosa ha sido más “clásica” de lo que yo esperaba
pero la demanda es la que es.
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