Hacía
ya un montón de años que no me pasaba yo por aquí. Además, mi compi Amaia
tenía ganas de conocer el lugar. Así que dicho y hecho, sin prisas, con paradas
incluidas y cómo no…. Con un par de confusiones por el camino, llegamos al
lugar.
El
sistema sigue siendo el mismo aunque un poquito más cómodo. Al ser cena y no
haber un exceso de clientela, las mesas están montadas y los camareros te
acercan los platos preparados y te los retiran según vas terminando.
Llegas
al mostrador donde puedes ir eligiendo lo que te apetece. Hoy una más que
simpática encargada nos recomienda algunas cosas y además nos sugiere, muy
acertadamente, que no nos pasemos con la comanda.
Amaia
es un poco “jilguerillo", así que dejo
que sea ella quien decida lo que vamos a cenar, yo soy mucho más comilón y me
adapto más fácil a todo.
Mientras
ella coge mesa, yo me acerco a la barra del bar a pedir la bebida. Una tremenda
pena que esta chica no se anime con los vinos pero no puede con ellos así que
como no queda más remedio, hoy vuelvo un poco a mi pasado y disfruto con un
rico kalimotxo.
Un
pan que tú decides si quieres o no, de tamaño más que generoso y “del montón”.
No es lo más destacable del lugar.
Comenzamos
con unos txopitos. Pequeño tamaño y bien preparados. Un poco sosos pero con la
salsa que los acompaña mejoran bastante. Yo los preferiría “a pelo” pero tienen
su aquel.
Media
docena de ricos langostinos a la plancha. Buena carne. Ni muy ni poco hechos,
como debe ser. Qué rato más “malo” pasa mi compi. Le encantan, disfruta como
una niña.
Unas
navajas plancha. Poco hechas, “al dentes”, así las quiero yo. Como podéis ver
de tamaño XL. Ni sé el tiempo que hacía que no las comía y mira que me
gustan…..
Terminamos
con un par de carabineros de tamaño considerable y muy jugosos. Más finos que
los langostinos y tienen otro encanto.
Me
he quedado con las ganas de jamarme un “jumbo”, tenían un tamaño langosta que
impresionaba pero hoy no tengo la compañía adecuada para estos menesteres.
Los
postres también tienes que ir a por ellos. Amaia se decanta por un riquísimo
helado casero. Lo pruebo y está realmente rico. Esto no es un trozo de hielo
con colorante.
Yo,
como la cena ha sido suave, prefiero comerme una ración de queso con membrillo.
De buen tamaño, cortado casi en exceso de grueso. Buen queso.
En
total hemos pagado 69 euros, bonito número y precio ajustado (yo he repetido kalimotxo y Amaia ha cenado con una cerveza con limón). No es un lugar de
lujos pero no deja de tener un éxito que dura y dura, algo tendrá.
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