Día complicado en la capital. Hoy muchos
“locos” de esos que son capaces de correr, nadar, andar en bicicleta….. se dan
cita para darse caña sin conocimiento. Envidio esos “cuerpos” perfectos pero no
envidio la manera de conseguirlos. El día en que alguien invente la txuleta
“quemacalorías”, ese día el mundo cambiará de verdad.
Pues tenemos suerte puesto que alguien ha
decidido a última hora no ir a cenar y podemos ocupar su lugar. En horario un
tanto más “europeo” que vasco, nos sentamos en la mesa. Me encanta esa sensación que dan esas cristaleras. Hay vida más allá de las paredes.
Hoy me pesa más el asunto líquido. Quiero
cenar bien, cómo no pero tengo en mente un vino y ardo de impaciencia.
Arantza tiene antojo de txuleta así que
comenzaremos con algo suave que luego……
Unos cojonudos berberechos que ya habíamos
probado en otra ocasión. Excelente producto y tratado con suavidad y sin
estridencias. Ricos, muy ricos.
Pasamos de inmediato a la txuleta. Una
carne de mucha calidad acompañada de sus correspondientes patatas fritas de
casa. Yo me he pedido media ración de pimientos verdes. La piedra volcánica que
nos traen aguanta el calor increíblemente. No pierde temperatura y así podemos,
yo más bien calentar un poco la carne y mi compi conseguir ese punto que a ella
le gusta, “un poco” más hecha.
El jefe nos hace de anfitrión para el vino.
En concreto nos hemos ido de cabeza a por un Eulogio Pomares, “Desiguales”. 60
meses crianza. 2009. Un monovarietal de albariño. 10 meses de crianza en
barricas de 500 litros de roble francés, posteriormente otros 3 meses sobre sus
lías para después “descansar” durante 5 años en botella a la espera de su
momento ideal. Desde luego que estamos ante un vino de guarda, difícil será
pero espero tener ocasión de beber alguna botella de aquí a unos años. Sólo se
han hecho 1300 botellas, de ahí la dificultad. Yo, como completo ignorante no
sé muy bien que decir de él. Eso sí, estamos ante un vino serio, ante un vino
con una complejidad enorme. Nadie diría que hablamos de un albariño. Si me lo
dan a ciegas no acierto ni en tres vidas. Bebiéndolo intentaba recordar algo
parecido, quizás un rioja de años de madera, quizás algo francés……. Desde luego
que hemos disfrutado muchísimo con él. Un vinazo, sin duda.
Repetimos postre, una tarta casera de queso
que está tan rica como la vez anterior. De las que me encantan, sin
acompañamientos, con mucho sabor, potencia pero a la vez suavidad.
Terminamos con un cafecito y una infusión
pero yo sigo concentrado en el vino, disfruto de la última copa cual si de un
gin-tónic se tratara. Un vino que me ha dejado pensando. Sin duda alguna el
protagonista de la noche.
El total abonado hoy ha sido de 137 euros
teniendo en cuenta que el líquido elemento son 45. Justo lo pagado por lo
degustado. Ojalá para la próxima visita tengamos más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario