Quizás alguien pueda, en algún momento, acusarme de “apología” a ciertos locales pero soy
capaz de poner la mano en el fuego por algunos de ellos. Y desde luego que este
ocupa un puesto privilegiado en ese listado de favoritos. Muchas visitas
realizadas ya, muchos buenos momentos y nunca, repito, nunca me han fallado.
Aquí saben como trabajar los pescados y además tampoco se quedan
atrás en la manera de cocinar alimentos más terrestres. Hoy hemos tenido la
ocasión de comprobarlo. Y además otro punto a su favor es, sin duda, el trato. Profesional
como la copa de un pino y si eres de los que “se deja” pues podemos llegar “a
mayores” y pasar un rato excelente.
Una mala noticia me han dado hoy, Vero ya no está con ellos.
Pues que lo sepas, estés donde estés, que te vaya bonito, eres una “potxolona”
que deja huella. Un fuerte abrazo y espero que podamos encontrarnos en alguna
ocasión.
No hemos querido ver la carta, prefiero que Fran decida lo que
vamos a cenar. Simplemente pido la de vinos, uno de mis restaurantes favoritos
en ese aspecto, los blancos abundan y además los blancos no tan “normales”. Le digo a Fran que me saque
un albariño pero él me recomienda probar un vino del que no había oído hablar
jamás. Un vino de Carlos Sánchez, de la
variedad albillo Real, concretamente Las Bacantes. Un vino fermentado durante
siete meses en barricas de roble francés. Amarillo con un toque verdoso. En
cuanto Marijo le prueba me dice que es más de los míos. Efectivamente no es
precisamente un vino afrutado. Se nota la permanencia en madera pero sin
molestar. Fresco, con una acidez que en un principio no está muy marcada pero
que a medida que pasa el tiempo, emerge con fuerza. Un vino del que he
disfrutado mucho. Gracias, Fran.
Nos colocan su maravillo pan y ese aceite de calidad suprema que
hace que Marijo caiga en la tentación y se quede sin pan antes del primer
plato. Yo he sido precavido y he preferido “pasar”, que luego se paga.
Comenzamos con unos estupendos espárragos naturales navarros.
“adornados” con: Sal roja del Himalaya, arroz negro, espuma de tomate,
germinado de puerro, remolacha y calabacín liofilizados. Se nota que estamos en
plena temporada. Esto está de rechupete.
Perretxikos con huevo campero y aceite de trufa blanca. El
perretxiko es sin duda la seta más valorada en Euskadi. Seta de temporada cuyos
recolectores guardan el secreto cual si de una mina de diamantes se tratara. En
este caso son verdaderamente pequeños. Ración generosa de una seta con un sabor
especial, a tierra, a bosque….. La mezcla con el huevo es genial. Además el
huevo de hoy tiene un toque especial, la clara está hecha en forma de espuma.
Cojonudo plato. Este año he hecho doblete “traicionero”, caracoles y
perretxikos pero en Bizkaia.
Como plato principal nos ofrecen un Arraingorri, un pescado no
valorado en su justa medida. Desde luego que el de hoy bien pudiera confundirse
con alguno de los “famosos”. Calidad suprema y sin un pero a su elaboración,
simplemente perfecto. En este restaurante lo saben hacer bien, lo saben hacer
muy bien. Riquísimas las patatas que lo acompañan y la salsa, sin sabores
extraños, invita a mojar pan, que por cierto está a la altura de la cena.
Tabla de quesos de vaca,
de cabra y de oveja Los tres están
ricos, con sabor , como es menester. Evidentemente mejor comenzar por lo más
suave para terminar con ese azul que está de rechupete pero que, de ser el
primero haría empequeñecer a los otros. De todos modos es un queso que se deja
comer, con mucho sabor pero sin llegar a pasarse de vueltas. Nos lo acompañan
con un pan tostado al vino tinto que está muy apetecible.
Terminamos con un par de buenos “cortaos” que aquí merece la
pena tomarlos. El total abonado han sido 137 euros. Buen precio para un
excelente producto.
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