Víspera de
San Prudentzio. El día de la retreta.
Cosa lógica sería acercarnos a Gasteiz como tengo la costumbre de hacer casi
cada año pero las temperaturas de hoy poco o nada invitan. Además no había sido
nada precavido y no tenía reserva hecha en ningún restaurante y la noche es hoy
muy complicada para ir “a pelo”.
Así que, con
la carita que se le queda a mi compi, mucho más alavesa que yo de corazón,
arranco sin rumbo fijo pero con una idea en la cabeza. Desde hace ya demasiado
tiempo tenía muchas ganas de visitar el que, al parecer, tiene fama de ser el
mejor restaurante de Lekeitio.
A pocos
kilómetros de casa me “orillo” en la carretera y hago una llamada por si las
moscas. Sin problemas, así que arrancamos dirección hacia la costera localidad
de Lekeitio. Buenos recuerdos de alguna fiesta tenemos de aquellos andurriales.
Ayudado un
poco por la agradable “amiga” que me he echado para localizar sitios
desconocidos, llegamos al barrio de Arropain que da nombre al restaurante. Una
vez localizado hacemos una visita al precioso puerto aunque la “brisa” que
corre no es precisamente de las que invita al paseo.
A la hora
convenida entramos en el local. Color azul, típico de los pueblos pesqueros, sala
agradable. Servicio amable y profesional. Y aunque echamos un pequeño vistazo a
su carta, preferimos, como ya va siendo costumbre, que ellos nos ofrezcan sus
mejores manjares.
Arantza, que
es más bien friolera se decanta por una sopa de pescado que es, al parecer, la
especialidad de la casa. Desde luego que tiene una pinta maravillosa. Más casi,
crema que sopa. Con materia prima de excelente calidad. Mi compi disfruta como una chiquilla y
consigue entrar en calor.
Yo me voy de cabeza a por los caracoles. Quien me iba a
decir a mi que habiéndole sido infiel a San Prudentzio me iba a encontrar con
el plato estrella de la retreta. Pues un plato de unos caracoles riquísimos,
limpios, con una salsa finísima. Aquí es un tanto diferente a la que acostumbro
a degustar. Lleva mucha verdura y eso la hace mucho más ligera. De todos modos
me arranco con el pan y al final decido terminar a cucharadas. Ricos, muy
ricos.
De plato principal
pedimos un rape negro para compartir. Gozada de pez, sin espinas. Dicen que se
diferencia del blanco en mejor sabor, textura más “tiesa”…. Quizás yo no sería
capaz de diferenciarlos pero está cojonudo. Preparado sin tonterías. Con unos
ajitos y un caldo sin estridencias. Está
estupendo. Poco que añadir, una maravilla gastronómica. Lo dejamos total y
absolutamente “desnudo”. Para mayor deleite nos lo acompañan con unas
estupendas patatas fritas cortadas a mi manera. Pues nada que objetar y mucho
que agradecer.
Carta corta
de vinos y más de los que yo prefiero pero tenemos lo que necesitamos. Un cava
Gramona Imperial Brut, Gran Reserva 2011.
Nariz a manzana asada, a cosas dulces pero con sus toques de cosas más
amargas. En boca es “graso”, potente.
Burbuja muy bien integrada y una acidez
marcada que invita al trago. Cada día me estoy haciendo más amigo de las
burbujas. Me hacen disfrutar de principio a fin de cualquier cena.
Como no
podía ser de otro modo, la que no tiene hambre no se resiste a lo dulce. El
descubrimiento es más que gratificante. Una tarta de queso casera. Y lo tengo
que decir, de las “top”. Las he probado y muchas, las he probado de diez,
incluso la que tiene fama de ser la mejor del mundo. La de hoy está a la altura de las mejores,
sin dudarlo. Finísima, suave, sabrosa, con la textura perfecta. El toque ideal
de dulzor. Sorpresa.
Menta-poleo y “cortao”. Una cena
que ha estado a un estupendo nivel. Muy buena cocina y a unos precios muy
arreglados para la calidad del producto. En total han sido 107 euros muy bien
pagados. Volveremos.
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