Una semana un tanto “rara”
que aprovecho para darme un par de “caprichos”. El asunto empieza con nivel.
Uno de los mejores restaurantes de la capital y sin duda uno de los más
“elegantes”.
Recibió una estrella y
después los “entendidos” pensaron que no. Yo sigo pensando que sin duda alguna
se lo merecen. En todos los aspectos.
Hoy me acompaña Elorza. Poco
nos vemos últimamente debido a su intensa vida laboral. Así que con horario más
vasco que europeo, nos acercamos al local. Grata sorpresa al ver que tienen
mucha clientela. Imagino que en días como los de hoy será más que difícil
acertar.
Dejo que Arantza vaya echando
un vistazo a su carta. En el asunto del vino he pedido ayuda a mis compis, unos
profesionales y amablemente echan un vistazo a la carta y, lo que son las
“modernidades”, me aconsejan uno en concreto.
Así que sin dudarlo me decido
por un Organza Sierra Cantabria 2012. Viura. Malvasís y Garnacha blanca. Crianza en
barricas de roble francés. Al abrir la botella la nariz es suave y en boca se
muestra casi hasta “facilón” pero a medida que respira tanto sus aromas como su
cuerpo ganan y mucho. En breve disfrutamos de un vino con presencia de madera
pero muy a mi gusto. Incluso mi “difícil” compañera de viaje me comenta que
está muy rico. Buena señal. Un postgusto largo, un vino con mucho cuerpo.
Gracias majetes, habéis acertado.
Destacar de este local el
servicio. Amabilidad y profesionalidad por los cuatro costados. Nos acercan su
oferta de pan. Aquí la duda se disipa. Mientras Arantza se decide por sus
cereales yo de cabeza voy a por mi pan favorito. El de maíz. Esto es pan del
bueno y del verdadero. Ricos todos ellos.
Nos obsequian con un par de
aperitivos. Dada la hora tardía y el hambre acumulada casi ni me entero de lo
que me explican. Pero un vasito de crema de lentejas y un tomate con su
correspondiente “tierra”. Estupenda presentación y unos sabores que ya te
indican que estamos ante una cocina con buenas ideas.
Como entrantes yo me decanto
por unos tallarines de begihaundi. Presentados en una preciosa cazuela de
metal. Acompañados de una yema de huevo cocinada a baja temperatura. Están de
muerte. Finísimos con muchísimo sabor. El huevo es un acompañante perfecto.
Buena sintonía entre ambos productos. Platazo.
Mi prima ha preferido algo
más “clásico” pero uno de los platos que deberían ser obligatorios en la carta
de un restaurante. Yo he tenido la ocasión de probarlo en numerosas ocasiones y
creo que siempre con buenos resultados. Hongos salteados, huevo a baja
temperatura y royal de foie en dos tiempos. Un plato regado por un caldo que se
come en dos partes. Primero los hongos con el huevo, posteriormente, caen a la
parte baja del recipiente los restos de la yema de huevo y el caldo que se
mezclan con el foie. Exquisito.
Como segundos ella elige la lubina plancha con puerros asados y emulsión de romescu. Todo perfecto. Incluso esa salsa que no suele ser demasiado de mi agrado está un tanto distinta a la que he degustado en ocasiones, más a mi gusto. Buen producto y excelente calidad del pescado.
Yo “ataco” un rape asado con
carbón de txipis y crema de apio-nabo. Nuevamente alto nivel. Calidad y
perfecta la mezcla. Más esponja que carbón así que facilísimo de degustar.
Mucho sabor a txipis. La crema suave y agradable. Otro plato destacable.
Dejo que la “sana” elija un
postre y tengo suerte. Se decanta por una espuma de arroz con leche con helado
de maracuyá. Un postre fresquísimo. La espuma finísima, el helado sorprendente,
potente. Dos sabores contrapuestos pensados para “casarse”. Matrimonio
perfecto. No podemos estar juntos pero mucho menos separados. Genial idea.
Refrescante cien por cien pero a la vez te hace “tiritar”. Bien, muy bien.
Como no podía ser de otro
modo, Mi acompañante pide la carta de infusiones y se decide por un “agua
pintada”. Una de Rooibos con naranja. Yo lo siento pero no puedo con esos
olores y menos aún con esos sabores. Será “muy sano” pero lo sano y lo rico
muchas veces no coinciden precisamente con mis gustos.
Mi “cortao” clásico me
satisface muchísimo más. Además nos los acompañan por su ya clásicos detalles
“fin de fiesta” en forma de crema de chocolate, magdalena y teja. No fallan
nunca. Creo que sería una pena que cambiasen.
Pues una cena de altísimo
nivel. Sigo pensando que este local se merece esa estrella que fue un tanto
“fugaz”. Esos entendidos sabrán el porqué pero en mi modesta opinión no han
sido justos.
132 euros han tenido la
culpa. El vino son 26 así que una estupenda relación calidad-precio. Su página web: www.restaurante-aizian.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario