Mis “viajes” por esto del “internete” en busca de sitios
diferentes, de locales que puedan resultar interesantes me han deparado más de
una sorpresa y curiosamente casi siempre agradable.
Estamos en unas fechas que para unos son muy bonitas y para
otros no lo son tanto. Reconozco que, al menos, sí son “distintas”. A mi no me
va el asunto navideño en ninguno de sus aspectos y sin embargo a Aran le
encanta “el rollo” este de luces de colores y movimientos de gentes.
Así que, ella con la idea de ver las luces de la capital
alavesa y yo con la de cenar rico nos
acercamos hasta Gasteiz. Siempre hay que ser precavidos. Cuando en mi pueblo
hacer “fresco” aquí suele hacer más bien frío. Pero, al igual que el año
pasado, estamos teniendo un invierno un tanto “suave” y hoy hace una noche
relativamente agradable para la época.
Tengo la suerte de que mi compi es una experta en moverse por el
tráfico de esta ciudad. Pasó algunos años de su vida por estos lares y sabe
perfectamente por donde se anda. Localizamos el restaurante para ir a lo seguro
y después nos acercamos hacia el centro.
Ya lo siento pero de nuevo tengo que “tirar” para “casa” y decir
que me gusta muchísimos más la decoración lumínica de “mi capital” que la de
esta. Es, en mi modesta opinión, un tanto “triste”. Bilbo tiene otro encanto.
Una vez calmada la curiosidad femenina y
tomado el correspondiente cafecito, nos acercamos a La Bodeguilla Lanciego. Me encuentro con un local
amplio. Agradable estancia con unas mesas correctas, buena iluminación y un
trato simpático y atento.
Encima de la mesa tenemos la carta pero yo venía predispuesto.
Quiero probar una cosa en concreto y lo demás va a ser “de relleno”. Quiero
también que la cena no resulte copiosa en exceso puesto que de otro modo luego
“me chillan”.
Comenzamos por unas almejas. De buen tamaño y ricas. A mi me
gustan menos “hechas” pero esto es
cuestión de opiniones y siempre he sabido que la mía y la “general” no suelen
coincidir demasiado.
Después nos comemos unas gambas a la plancha. De pequeño tamaño
pero de las que me hubiese comido al menos otras tantas. Buen punto, estupendo
el de la sal. Como siempre el “pelador” soy yo y la que se las come es ella. Me
encanta la parte “menos sana” de este plato. Llevarle la contraria a tu médico
de cabecera tiene “su aquel”.
Como yo había venido con la idea de probar su besugo, les
pregunto un poco por ello y me dice la propietaria que si queremos nos saca
medio y algún otro pescado y así podemos hacernos mejor idea de su manera de
trabajar. Que más quiero el ciego que ver…….
Para mi compi “media de rodaballo”. Pues se lleva “un susto”
considerable. La media ración en cuestión es un rodaballo entero y no
precisamente tamaño “sardina”. Aran no
es, ni con mucho, una experta en comer pescado. No voy a decir que yo sí lo
sea. Pero ambos hemos avanzado mucho en este aspecto. La práctica ayuda y cada
vez más nos decantamos por el asunto marino y nos apartamos un tanto de esas
carnes rojas que tanto nos gustan.
Buen pez y buen punto de ejecución. Hacemos lo que podemos y
conseguimos, entre los dos, degustar un porcentaje notable de sus gelatinosas y
blancas carnes.
Mi medio besugo ya es más “normal”. Coincidimos ambos en que
está mejor este que el rodaballo. Más jugoso y sabroso.
Comentaré que tanto en las almejas como en los dos pescados, la
salsa utilizada es similar y en mi opinión demasiado abundante y con un sabor,
quizás a cítrico, que impide un tanto el poder degustar el pez en sí. Estoy
convencido que lo que para mi es un pequeño “obstáculo” para otros es motivo de
disfrute. Repetiré hasta la saciedad que gustos y opiniones hay más que “culos
en la mesa”.
La carta de vinos es correcta. Hay suficientes referencias para
poder elegir y los precios no son excesivamente abultados.. Como no veo ningún
vino blanco “de los míos”, me voy a lo seguro y
una botella de buen cava, en este caso un Juve Camps nos acompaña
estupendamente durante toda la cena. Somos bebedores pausados así que tenemos
un par de copitas para poder catar alguno de sus postres. Nos aconsejan
algunos. Todos ellos muy “alaveses” y al
final nos decantamos por unos canutillos rellenos de crema. Arantza no anda
demasiado sobrada de “fuerzas” así que prácticamente soy yo quien da cuenta de
ellos. Están ricos.
Los correspondientes menta-poleo y “cortao” y el detalle de unas estupendas tejas da por finalizada la velada. Abonamos la
cuenta. Total de 111 euros. Evidentemente para lo degustado no está nada mal.
Creo que entiendo perfectamente el éxito de este local. Puedes comerte unos
buenos pescados bien preparados por unos más que “asimilables” precios. Desde
luego que al público en general se lo recomiendo. Quizás, los que ya nos
estamos haciendo un tanto….. “raros”, siempre comparemos con exquisiteces que
después nos hacen, cada día más difícil, no ya disfrutar de una comida pero sí
no poder evitar pensar en los peces de Zarate, Mugarra, La Casita de Sabino……..
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