Después de unos cuantos intentos fallidos lo he conseguido.
Necesitaba yo una compañía apropiada para hoy. No cualquiera se atreve con este
tipo de cocina o al menos no cualquiera es capaz de disfrutar de ella como se
merece. Así que “custodiado” por mi prima Arantza, hemos podido por fin,
disfrutar de la cocina de este restaurante.
Al frente del mismo está Daniel. Un joven cocinero que ha mamado
la cocina desde pequeño y que tras unos tímidos comienzos por la zona, decidió
dedicarse a su pasión que al parecer no es otra que la comida japonesa. Tras
pasar por el afamado kabuki de Madrid y por Londres, remató sus conocimientos
en el mismo Japón, concretamente en el restaurante Watahan situado en la isla
Kyushu.
El Kuma es amplio. Como centro se encuentra su cocina vista
donde puedes observar el trabajo de los cocineros. La iluminación es un tanto
tenue pero sin generar problemas a la hora de comer.
Es un local agradable a la vista en general y uno que es un
enamorado de las piedras, se encuentra aquí con unas cuantas a modo de… apoya
palillos??? La mía era la más bonita además. En la mesa una preciosa “jarrita”
con soja, como no podía ser de otra manera.
Como “consejero” principal hemos tenido a Diego. Un profesional
que conoce bien lo que ofrece. Explicaciones precisas de cada plato y
recomendaciones perfectas. Ha acertado en todo.
El asunto vinícola está un poco “triste” pero desde el punto de
vista de los que buscamos algo diferente o algo más “serio”. He conversado un
rato con Diego en la calle y me decía que no tienen sitio. Yo ya le he dicho
que algunos blancos, que maridan perfectamente con su tipo de comida, “no
caducan”, que incluso mejoran con la guarda y que a mi, con que tenga un par de
botellas me sirve.
Así que tras un vistazo a su reducida carta y tras una pequeña
negociación con mi compi, poco amiga de la “sequedad” de los champagnes,
consigo convencerla de tomar un GH Mumm que al final le ha gustado lo
suficiente. Me gusta este espumoso, entra de maravilla.
Como aperitivo nos ofrecen un pequeño tartar de salmón que
desaparece del mapa como por arte de magia. Es la hora que es y el cuerpo va
necesitanto reponer nutrientes. Rico.
Comenzamos la andadura con la degustación de atún rojo. Acompañada
por sus algas que recomiendan tomar entre pieza y pieza para limpiar un tanto
la boca.
Tres partes del pescado que simplemente por la presencia se
comprueba que es de excelente calidad. Por un lado Toro, que no es otra cosa
que la ventresca. Chotoro, la parte media, lateral y el Akami que es el lomo
del atún. Todos ellos perfectos. Soy un enamorado de este pescado, igual aburro
pero es que me tiene……
No han sido todo lo agradables que hubiésemos deseado las experiencias con los ceviches pero ante la insistencia de Diego nos hemos animado. Kuma ceviche,
concretamente de mero. El mero pasa bastante desapercibido por la intensidad de
la compañía que está…. Cojonuda.Toque picante que llega a ser intenso si, como
he hecho yo, te comes los trocitos de jalapeños. Unas lagrimitas me han
delatado pero me encanta el picante. No es un plato prohibido, no. Está muy
rico.
Pasamos al que sin duda alguna ha sido el plato de la noche, ya
comprobaréis después que me ha impactado de verdad.
Tartar Akami, trufa. Como ya he comentado arriba, el Akami es el
lomo del atún. Acompañado de una excelente yema de huevo y de trufa. El aroma
es intenso pero es que el sabor es impresionante. Me he ido a algún restaurante
donde he degustado unos huevos trufados maravillosos. Un plato genial. Producto
de diez, elaboración de diez, resultado de diez.
Mi prima ha escuchado berenjena y además rematado con un… sésamo
y se ha ido de cabeza. Nasu Dengaku (berenjena a la
parrilla con salsa de miso y semillas de sésamo). Pues ha tenido suerte y se ha
zampado las dos raciones. Para mi gusto excesivamente dulce. Si me lo sacan de
postre igual mi cerebro lo hubiese aceptado mejor. Realmente sabe muy rico pero
a mi parecer resulta empalagoso. Arantza ha disfrutado como una chiquilla.
Continuamos con la tempura spicy Ebi. Unos cojonudísimos
langostinos en tempura que traen una salsa de cuyo nombre no puedo acordarme
pero que me ha hecho relamerme. Los langostinos vuelven a demostrarme la
calidad del producto y la tempura está, como debe ser en este tipo de cocina,
muy bien conseguida.
Estamos hoy “valientes” y continuamos. Un plato muy japonés, un
Spider roll. Quizás menos soprendente por ser algo muy habitual en este tipo de
cocina. Pero nos lo hemos zampado sin decir palabra.
Me queda champagne, estoy disfrutando, estoy a gusto. Nos
preguntan si queremos algún postre. Me levanto de la mesa, me acerco al
mostrador y le pido a Diego que me deleite con otro TARTAR. Pues dicho y hecho,
mientras Arantza disfruta de una torrija con helado, yo me meto entre pecho y
espalda otra ración de semejante disfrute culinario. Ha sido más gula que
hambre, más “chulería” que otra cosa pero… que me quiten lo bailao. No os vayáis sin probarlo, por favor.
La torrija estaba muy bien conseguida. Jugosa y con algún toque
diferente que no puedo explicar. El helado estupendo y he preguntado si es del
heladero más famoso y efectivamente lo es. Tengo que conocer a ese hombre.
Espero tener la oportunidad algún día.
Una copita de vino blanco para terminar con el tartar. Infusión para la que “se cuida” y un correcto cafecito para un servidor.
Hemos entrado a las diez y hemos salido a la una y media, casi
los últimos. El total abonado han sido 161 euros pero quizás nuestra cena no
sirva demasiado de ejemplo. Creo que por unos 50 euros por persona se puede comer bien aquí.
Esto es cocina japonesa bien conseguida y con excelente
producto. Además servicio y trato agradable y profesional. Su página web: www.restaurantekuma.com
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