Mucho
ambiente se está generando en esta zona de Bilbao y desde luego que la oferta
en los alrededores es bastante interesante.
En un
par de ocasiones había parado aquí a tomar algo y me atraían las raciones que
veía en barra, así que tenía que probarlo y comprobar en vivo y en directo si
la pinta y el resultado cuadraban.
No es
un sitio para cenar con lujos ni demasiadas comodidades. Llamé para reservar
puesto que suele estar siempre lleno. Si tienes la suerte de que te toque
alguna de las mesas más separadas de la barra será un poquito más “discreto”
pero nos ha tocado mesa junto a la barra con lo que la “intimidad” brilla por
su ausencia. Pero yo sabía a dónde y a qué venía así que….
Oferta
variada de vinos pero muy poco de mi gusto así que por una vez y sin que sirva de precedente me decanto por
tomar una cerveza tostada que les estoy cogiendo el gusto y más ahora en
verano.
Aran
hoy decide “cuidarse” y riega con agua la cena. Yo como que lo del agua lo
llevo bastante mal.
Ración de pan, rico por cierto y comenzamos con una ensaladilla que nos ha gustado
mucho. Suave, sin sabor exagerado pero muy apetecible.
Continuamos
con unas croquetas de jamón. Me han sorprendido agradablemente. Crujiente
exterior y fluído lo de dentro. Sabrosas.
Como
plato fuerte saboreamos unas albóndigas de lumagorri que también están muy
ricas. Salsa de las de disfrutar untando. Ricas, la verdad.
La
tarta de queso tenía una pinta más que apetecible así que nos decidimos a
probarla. Nuestra camarera nos ha dicho que está impresionante. Pues la verdad
es que está bien rica. Soy un amante de este postre y llevo ya alguna que otra
probada. Quizás un pelín pasada de dulce para mi gusto pero cremosa y bien
horneada.
Cafecito
e infusión y pagamos los 51 euros. Pues un sitio para picar alguna ración que
otra, lo dicho, sin excesivas comodidades pero que en su relación-precio creo
que está muy ajustado.
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