Fechas complicadas en la capital. Epoca
que aprovechan muchos restaurantes para cogerse sus merecidas vacaciones antes
de las fiestas. Así que muchos de ellos están bajando las persianas. Tenemos
medianamente suerte y Zapirain cierra mañana. Hemos llegado justo a tiempo.
Aquí usan mucho el producto. Producto de
calidad que, lógicamente, barato no está.
Tres cuartos de entrada. La inmensa
mayoría de la clientela es hoy de turistas. Muchos de ellos de habla inglesa y
que vienen a probar “nuestras” cosas.
Nosotros somos más “de casa” y nos entendemos mejor. Así que tras dialogar
un tanto con mi compi, consigo más o menos cenar a mi gusto y al suyo. O eso
creo yo en mi inmensa ignorancia.
Aperitivo en forma de “chupito” de
melón. Fresco, de beber un litro en un día de estos de temperatura elevada.
Buen pan, calentito, quizás un poco
elevado de precio.
Tengo antojo de comerme unos pimientos
verdes, así que me pido media ración. Aran, curiosamente, a pesar de sus genes,
no es amante del producto. Así que me los como todos. Están cojonudos, una pena
que las piparras se les hayan acabado.
Compartimos una ración de unas almejas
tamaño XXL. A la plancha. Están impresionantes.
Producto de calidad superior. Están a n precio muy poco “popular” pero
merece la pena. En muy pocas ocasiones me he encontrado con semejante calidad.
Nos metemos un lenguado que está en su
punto exacto. De esos peces que tampoco es sencillo encontrar. Bien presentado
y después estupendamente emplatado. Le acompañan unas patatas fritas que están
a la altura del pez. Acojonantes.
Hoy hemos tenido nuestros más y menos
para elegir el vino. Tienen una carta con cosas más que interesantes. Al final
me llevan al huerto y terminamos con un cava que es de acierto asegurado. Un
gramona imperial. Un 2014. Xarel-lo,
Macabeo y Chardonnay. Un vino con una excelente RCP. Disfrute asegurado. Está
perfecto de temperatura. En buenas copas de vino. De las que suenan un buen
rato al brindar. Un vino que acompaña perfectamente los platos salados dulces de cualquier comida.
Terminamos la cena con una pantxineta
que hemos visto por allí. Está muy rica, la verdad. Punto perfecto de dulzor.
Ni poco ni mucho. Crujiente hojaldre.
Cafecito e infunsión. Quizás no he
terminado de entender los 3,5 euros de un cortao. Entiendo lo e los bajos
márgenes en hostelería pero….
De todos modos un local donde se manejan
buenos productos y donde se elaboran por buenas manos. Diferencio muy bien lo
“caro” y lo “costoso” pero prefiero pagar el exceso en un pescado o una carne
que en un café.
Hemos salido a 70 por persona sin vino. Una justita
RCP-
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