Después de visitar a su “hermano” de
Larrabetzu y dado que tenía yo un pequeño “negocio” apalabrado, me acerco con
mi retoño a visitar Eneko Bilbao.
Situado en la parte superior del Palacio
Euskalduna. De entrada da una sensación
más “elegante” que el otro. Espacio bien aprovechado, cocina vista, buenas
mesas y con amplitud más que suficiente. Ninguna sensación de agobio. Hay
opción de comer en su acristalada terraza con unas cojonudas vistas que
nosotros ya estamos un poco acostumbrados a disfrutar, así que elegimos su
cómodo interior.
Como no puede ser de otro modo
servicio joven y profesional pero que, curiosamente, de ahí el juego de
palabras del título, es mucho más de mi agrado. Gente seria cuando tiene que
serlo pero cercana cuando lo pide el comensal. El “rollete” ha sido estupendo y
hemos disfrutado de una de las cosas que más marcan en una experiencia
gastronómica, al menos a mi, la amabalidad sin “plastificados”. Esa Maider……
una txapeldun, sin duda.
Tenía yo un pequeño “enchufe” aquí,
había coincidido con Esteban, el sumiller y había negociado el vino que
queríamos probar. Como no podía ser de otro modo, ese ganador del “mejor
blanco” 2019. Ese txakoli 42 by Eneko, añada 2015. Un vino que a día de hoy no
es, precisamente, fácil de encontrar. Mil millones de gracias por el
detallazo. Cien por cien Hondarribi
Zerratia. Criado con sus lías durante diez meses y batoneado a diario. Guardado
en barricas de roble. Desde luego que rico sí que está, eso del mejor vino del
mundo, supongo que depende mucho de los paladares o de los criterios de cada
cual. Yo, si me lo permiten, me quedo con su hermano mayor, el Ama.
Hoy he sido un verdadero desastre con
el asunto fotográfico, quizás el buen ambiente reinante haya hecho que me
olvide de alguna y que otras sean, simplemente impresentables así que
aprovecharé lo que tengo y lo demás lo dejo a vuestra imaginación.
Copita de champagne gentileza de
Andoni, eskerrik asko por todo y comenzamos el recorrido. Como en Larrabetzu,
cuatro entrantes. Esa mantequilla, la de oveja y la de setas. Ambas riquísimas.
Un pan de mucha calidad que te ofrecen a discreción, lo que necesites.
Kapiritxa, una bola que explota en
boca, preciosa presentación y estupendo resultado. Fresco a más no poder.
Completan los aperitivos el brioche
de setas y esa naranja y foie que es un contrapunto ya que en Larrabetzu lo
presentan con limón. Jugando con esto, quizás el servicio tenga algo que ver
con la dulzura de la naranja y el punto agrio del limón…. Ahí lo dejo.
Tartar vegetal , caviar de aceite y
emulsión de hierbas y flores. En este caso hemos metido la pata ambos
comensales, no hemos preguntado y esa remolacha que “engaña” con su color
perfectamente en su presentación, no ha sido de nuestro gusto. No hemos
terminado de congeniar pero repito que el problema ha sido nuestro.
Ravioli de rabo de vaca, caldo de
legumbres y bombones de idiazábal. Riquísimo, jugoso, sabroso…. Eso sí por su
presentación no he terminado de entender lo de “ravioli”.
Cochinillo albahaca y flores. Dos
raciones más que generosas de un platazo. Muchísimo sabor, carne jugosísima.
Estupendo. (No hay foto).
De platos principales yo me quedo con
su Salmonete en tempura, jugo de pimiento y cebolla morada de Zalla. Acompañado
del mismo pescado marinado y ahumado a la llama. Repito lo que dije en mi
anterior comentario. La tempura está de enamorar. El salmonete tiene una gracia
especial. Pescado no demasiado conocido por el público en general pero merece
la pena, mucho.
Esteban nos obsequia con una copita
de algo que desconozco totalmente. No me lo enseña hasta última hora. En nariz
hubiese dicho que se trataba de un brandy o poco menos pero en boca está mucho
más “domado”. Resulta ser un sake. Ya con unos añitos. Curioso pero no creo que
me aficione yo…..
Carré de cordero guisado a fuego
lento, berenjena a la llama, sesos en tempura y tartar. Aquí mi hijo ha
disfrutado como un chiquillo. Sabor conseguidísimo, esos sesos están
impresionantes. Otro plato a destacar.
Tenía yo muy claro con lo que íbamos
a terminar. Esa tabla de quesos. Aitor, nos explica con detalle cada queso y
nos va cortando las porciones y ordenándolos para su posterior degustación. Ha
tenido el detalle de hacerme un listado con todos ellos.
Desde luego que indiferente no te deja la tabla. Desde el primer de
ellos ya empiezas a oler y saborear queso de verdad. Los tres últimos son casi
excesivamente potentes, no para cualquier paladar. Y siendo 9 , al final acabas un tanto
saturado. Pero es una estupenda manera de hacer un buen recorrido “quesero”.
Terminamos con un cafecito de los
ricos-ricos, ya me hubiese tomado yo otro en esa terraza… y por supuesto los
dulces detalles fin de fiesta.
Pagamos los 193 euros de la experiencia. Precio acorde
a lo vivido y a lo bebido, sin duda. De nuevo eskerrik asko a todos por lo bien
que lo hemos pasado y por vuestros detalles.
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