Hoy era uno de esos días donde uno quiere ir a “tiro hecho”, a
un sitio donde las dudas sobre si vas a comer bien no existen, lo sabes y
punto.
Me tocaba ya visita a Meñaka, una noche de esas de las que no
tenemos demasiadas por estos lares, temperatura de manga corta. Terraza llena y
tras un saludo a Elo, nos tomamos un zurito mientras hacemos un poco tiempo. (La foto no es de hoy, evidentemente).
Menos mal que había llamado para reservar, local completo.
Como siempre agradable el servicio. Dejamos que nuestra
anfitriona nos guíe un poco en asuntos vinícolas, aunque veníamos con intención
de espuma al final nos decidimos a probar un nuevo blanco.
Un Matasnos 2015. Curiosa mezcla de tres variedades: Chardonnay,
Verdejo y Viognier. 14 grados. 6 meses de crianza en barricas de roble francés
de 500 litros. Vino de Castilla y León. Es el primer vino blanco que elabora la
bodega Bosque de Matasnos.
Le ha costado un tanto “abrirse” pero a medida que ha ido
avanzando la cena y su temperatura ha ganado algún grado, ha terminado por
gustarnos. Capacidad sobrada para “poder” incluso con el plato principal. La
última copa la he disfrutado al final de la cena de nuevo en la terraza.
Mi compi es más bien “clásica”
y muy de antojos a la hora de comer. No sabe uno por dónde va a tirar y
hoy Elo nos facilita un tanto la cuestión con alguna propuesta.
Comenzamos como siempre con sus cojonudas antxoas de aperitivo.
Además para mi las dos puesto que Aran no es capaz de comerlas.
Una docenita de gambas de Huelva a la plancha. Como disfruto
siendo el que tiene que “trabajar”. Me encanta saborear esas cabezas, como
diría algún que otro médico, esto es un deporte de “riesgo” pero uno es
valiente. Están riquísimas, sabrosas.
La recomendación de Elo había sido un entrecot de “rubia”
gallega. Nos ha comentado que era de tamaño más que decente, en concreto 800
gramos.
Presentado con un par de pimientos rojos asados y unas patatas
fritas de un tamaño, una textura y un sabor que simple y llanamente se merecen
un sobresaliente. Qué disfrute. Me he pedido una tónica, necesito “relajar” un
tanto ese estómago que me queda “trabajo”.
La carne está maravillosa, sabor, mucho sabor, tierna, la parte
grasa es comestible, no sobra nada, aquí no hay trampa ni cartón. Realmente
impresionante esa “rubia”, sí señor y eso que yo siempre he sido más de
morenas.
Hoy me han vencido, no tengo sitio para más, Aran acompaña pero
el peso lo llevo yo. He cenado como un “señor”.
Cafecito e infusión, abonamos los 110 euros de la cuenta y
disfruto de una última copita del vino en la terraza. De nuevo satisfacción
total en este restaurante que es, sin duda alguna, “caballo ganador”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario