Conversando con un amigo amante como yo del buen comer, me comentó que había comido hacía poco en un local que le había
gustado. Con producto principalmente gallego y para más inri que había visto
que tenía algunos vinos también gallegos que quizás me resultasen interesantes.
Pues como el ciego lo que quiere es ver, allá que me planto
acompañado de mi retoño.
Tiene un pequeño comedor al fondo del local con mesas altas
aunque sé de buena tinta que si alguien tiene alguna discapacidad tienen mesa preparada al efecto.
Una vez acomodados vemos como en la mesa tienen una nota
aclaratoria. Estamos en temporada baja del mejillón, coincide con su ciclo
reproductor y eso influye en el tamaño del molusco. Buen detalle lo del aviso.
Aún así preguntamos si merecen la pena y nos dicen que sí, así que comenzamos
con una cazuela al vapor La Batea. Mejillones de tamaño medio bien cocidos.
Puedes acompañarlos, a dos euros la unidad, por unas de sus salsas. Nosotros probamos las tres. Daremos un notable a
su vinagreta y su salsa de tomate y dejaremos en un aprobado justito su salsa
marinera.
En el apartado líquido, hoy ha sido curioso. Cuando he echado un
vistazo a su carta he visto un par de cosas que me apetecía probar pero por
copas únicamente sirven sus vinos más corrientes.
Así que pido una de
Albariño, en concreto un Vicius. Cosecha 2013. Una de las camareras, que por
cierto son superagradables, tiene a bien avisarme de que quizás no me guste
puesto que está fermentado en barrica, tiene un toque de almendras y encima la
cosecha es “vieja”. Todo un detalle teniendo en cuenta que la inmensa mayoría
de “amantes” del albariño piensan en algo más fresco y frutal. Yo le digo que
es como si a un niño pequeño le dices que no mire debajo de la cama pues están
los regalos del Olentzero….. sería lo primero que hiciese. Cien por cien
albariño con una crianza en barricas de roble francés de tres meses. Al ver su
color, olerlo y probarlo bien pudiera pensarse que es de una cosecha anterior. Da
esa sensación de ser un vino “viejuno” pero a mi me ha gustado mucho. Tanto que
me traigo una botella para casa. La probaremos entre amigos.
Continuamos con una cojonuda ración de pimientos del padrón. De
tamaño ideal, de bocado. Una pena que ninguno de ellos nos haya dado una
“alegría” en forma de picante. Ricos.
No puede uno pasar por un restaurante gallego sin probar su
pulpo así que una ración de pulpo a Feira. Punto perfecto de cocción y punto
exacto de picante para nuestro gusto.
Terminamos la parte salada con unos boquerones fritos. Mira que
me suele costar eso de pelearme con espinas pero en esta ocasión, se puede
comer prácticamente entero. Están estupendos.
Nos queda una copita de vino y no hace falta preguntar a mi
compi lo que quiere. Una ración de queso de tetilla. Muy fresco y agradable
aunque un poco menos frío hubiese estado mejor. Me ponen por petición expresa
el membrillo en plato diferente para que el txikito no sufra.
Como detalle un par de bombones helados que por cierto saben a
canela un montón.
Cosa curiosa de este local es que no tienen café. Ni siquiera en
el bar. No sé muy bien a qué se deberá esa política pero en un local así sería
la “repera” que ofreciesen café de putxero….
Pues por 75 euros con una botella de buen vino de 19, hemos
cenado estupendamente. No es un lujo de local pero sabiendo a lo que se viene
es una estupenda opción. Repito, las camareras un bombazo, extraordinarias.
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