Descubierto por pura casualidad y con algún recelo por aquello
de esa oferta cien por cien sin gluten, nos acercamos a probar este restaurante
que apenas lleva un par de meses en funcionamiento.
Me costó un poco darme cuenta de que estaba en un local donde
hace ya unos años había cenado en unas cuantas ocasiones, el viejo La Kuina.
Más o menos 8 mesas bien vestidas con buenos detalles de
coperío, vajilla, mantelería…..
Oferta de varios menús con algún que otro atractivo y una carta
de vinos decente incluso para los “raros” como yo. Una pena que no dispongan de
un vino que había querido degustar pues la producción no ha sido elevada y las
cosas se terminan, así que Aran tiene suerte y acompañamos la cena de un
champagne Bollinger a buen precio. Variedades Pinot Noir, Chardonnay y Meunier.
Envejecimiento de casi cuarenta meses antes del degüelle. Fina y agradable
burbuja. Un vino que asegura el disfrute.
Un servicio muy simpático, joven y amable dispuesto en todo
momento a satisfacer tus dudas.
Nos decantamos por su carta, además estoy con quien si es
posible tirará hacia el clasicismo. Me voy a hacer un completo experto en
algunos platos……
Dos “txupitos” de sandía a modo de refrescante aperitivo y una
cesta de panes variados.
Oferta medio pulpo en su carta, no estaba seguro de en qué
consistiría exactamente dicho plato pero ahora sé que no exageran demasiado.
Ración consistente, para mi gusto excesiva y más para dos personas. Pulpo a la
brasa acompañado de su correspondiente puré de patatas y un pimentón
ligeramente picante como es menester. Buen producto, toque de brasa
indiscutible pero más apropiado para casi cuatro comensales que para dos.
Continuamos con una tremenda ración, servida de manera individual
de medallón de rape a la bilbaína. Buen pescado con unas estupendas patatas
panadera y una correcta salsa.
Y mi compi tenía antojo de carne así que nos decantamos por ese
entrecot con sus cojonudas patatas fritas y unos riquísimos pimientos rojos asados.
En esta ocasión también nos lo sacan en dos raciones diferenciadas. Yo me pido
un plato para que la carne no se me haga demasiado y utilizo la piedra para
calentarla. Aran disfruta de ese “punto más” que ella prefiere. Rica carne, sin
duda y muy rica la compañía.
Venía yo con ganas de probar ese “cubo” de chocolate que ofertan
pero no tengo espacio. Viendo sus tremendas raciones cualquiera se atreve. Pues
sorpresón…… allí que se presenta nuestro anfitrión con una pequeña ración de
dicho postre para que no me marche sin probarlo. Detallazo.
Un postre muy chocolatero que está
riquísimo pero que en ración exagerada tiene que ser complicado terminar.
Eskerrik asko por el detalle.
Cafecitos, preparados en presencia del comensal, con la leche
añadida al capricho. Eso me encanta.
Dejando el champagne de lado, no llegan a cuarenta euros lo que
pagamos cada uno. Sin ser una cocina espectacular, se comen bien aquí. Con un
entrante y un plato principal te quedará sitio para el postre. Pienso volver a
probar ese arroz con bogavante que ofrecen.
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