Por fin llegó el día, llevábamos ya un tiempo
preparando el evento y volvemos a juntarnos en un maravilloso entorno invitados
por nuestro amigo Pepe.
Algunos ya están preparando la mesa y llegamos
nosotros con el “chef” que nos va a preparar una caldereta de pescado y
marisco. Aclaremos aquí que el susodicho es oriundo de la “república
independiente de Areta”, de ahí el título de esta historia.
Mientras Javi se pone manos a la obra, nosotros vamos
picando unas maravillosas antxoas procedentes de Cantabria y unas aceitunas muy
bien aliñadas. Así mismo vamos abriendo una serie de botellas de vino que
tenemos mucha curiosidad en catar. Vinos que se han ido quedando “viejos”.
Curiosamente sólo uno de ellos no se ha dejado beber, el resto ha pasado la
prueba e incluso alguno de ellos con buena nota.
Destacaremos este par, están ricos de ganas.
La caldereta está reposando unos minutos y mientras
tanto degustamos unas maravillosas nécoras a la plancha. Qué pena no tener ese
arte que tienen algunos para aprovecharlas al máximo. Su carne es realmente
sabrosa. Un maravilla.
Pues pasamos al plato principal, en cuanto me sirve lo
primero que digo es: esto sí que es un plato combinado con fundamento.
Está de muerte. Tenemos un pequeño “problema” que para
otros es un acierto. Ese añadido de las hojas de laurel que a mi no me hace
demasiada gracia. No es exagerado pero está ahí, presente en todo momento. De
todos modos la satisfacción ha sido enorme y me he puesto las botas. Lleva unas
patatas de compañía de las que yo he “robado” todas las que he podido. Me
hubiese comido un plato sólo de ellas. Como absorben todos los sabores……
Para la comida hemos pasado directamente a un cava. Un
Jaume Giró i Giró Brut reserva. Potente, sabroso, burbujeante a más no poder.
Un vino que había comprado expresamente para esta ocasión. Un cava que me
parece uno de los mejores que he degustado en relación calidad-precio. Del
gusto de todos los comensales sin excepción.
Pepe siempre dispone de esa Torta del Casar tan
apetecible. Un queso potente, de sabor intenso que aunque ya está un poco
“curado” y no se deja untar fácilmente, nos hace pasar otro estupendo momento.
Cafecitos ricos, combinados bien preparados y charla y
más charla. Por momentos soy incluso capaz de escuchar. Está bien disfrutar de
gente que sabe hablar, que sabe escuchar y dispuesta a disfrutar.
Tontamente llega la hora de la cena. No es que
tengamos hambre en exceso pero cuando alguien suelta la propuesta, difícilmente
puede uno negarse. Mientras dos optan por un revuelto de chorizo, otros nos
zampamos unos cojonudos huevos de gallinas “felices” y una morcilla con tomate
de casa.
Poco cava nos queda y alguno que yo me sé “me la
juega”. Lo han metido un rato en el congelador, ellos en general son de beberlo
más frío. Bueno, todo tiene arreglo y lo sujeto un buen rato entre mis manos
para que temple un poco.
Llega la hora de la despedida, ya estamos pensando en
otra. Hay que “cuidarse” que bastante mierda tenemos en este mundo como para
encima no disfrutar de vez en cuando de los placeres de la vida.
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