No es Durango un
pueblo que tenga una lista de restaurantes demasiado interesantes y llamativos.
De este pueblo que curiosamente dobla al mío en población, tan sólo tengo
catado el Kobika del que salí encantado.
Pero bueno, hoy
tocaba probar algo nuevo y me decido por otro del que he leído bastante y que
sale bien parado en muchos comentarios existentes en la red.
Concretamente
hablo del Kukutze. Llamo para reservar, nunca se sabe. Llegamos a una hora más
bien “europea” puesto que no hace la mejor noche para paseos. Poco más de las 9
y somos los primeros. Casi una hora más tarde son al menos 6 las mesas
ocupadas. No está mal para los tiempos que corren.
Amplio comedor,
bien vestido. Original eso de poner los vasos de agua de colores diferentes.
Las copas de vino un tanto “pobres” para lo que acostumbro.
Tienen un menú
degustación por 33 euros que no tiene mala pinta pero la presencia de kokotxas
hace que inmediatamente tengamos que desecharlo. Aran no puede con su textura.
Una pena.
Así que como nos
han ofrecido un pescado de buen tamaño para los dos, pensamos un poco que picar
antes. Mientras Aran piensa un poco, echo un vistazo a su carta de vinos. En cuanto a
blancos, nada demasiado reseñable y estando con quien estoy, me voy a lo
seguro. Un cava que conozco perfectamente y que sabemos que acompañará
estupendamente toda la cena. Un Juve Camps Reserva de la Familia. Nos quedamos
con las copas de vino como siempre. Como la temperatura está más o menos ideal,
decidimos no utilizar cubitera y simplemente nos mantienen un poco el fresco
con un enfriador.
Comenzamos con
unas croquetas. Buena ración. Mitad de txipis y mitad de jamón. Riquísimas,
finas, suaves. Buenos trozos de txipi. Las de jamón están aún mejor. Lo mejor
de la noche con diferencia.
Continuamos con
un arroz meloso de hongos. Presentado en dos “medias” raciones. Creo que
hubiese estado bien una de las medias para compartir. Excesivo tamaño del
plato. Rico de sabor. Quizás ese punto para conseguir que realmente esté meloso
hace que a mi parecer esté demasiado pasado. Pero igual yo estoy un tanto
confundido. Meloso ha de ser una mezcla entre seco y caldoso y lo estaba.
Simplemente que yo prefiero que el grano esté un poco más “duro”, no tan hecho.
Me quedo con su agradable sabor.
Nos llega la
lubina. Aproximadamente de un kilo. En esta ocasión es Arantza quien sale
“ganadora”. Está jugosa pero yo la prefiero un poco menos pasada. Hablamos a fin
de cuentas de minutos de preparado. No somos, precisamente, los mejores
comedores de pescado. Estoy un tanto acostumbrado a que me lo desespinen y me
lo presenten ya emplatado. Hemos hecho lo que hemos podido y al final el
resultado no ha sido malo del todo. Hemos aprovechado bastante bien la pieza.
Está rica, por cierto. Correcta patata panadera acompaña al pez.
La tarta de queso
que elegimos no es de las “mías”. Es de las que hoy se llevan. De todos modos
está bien rica y apartando un tanto la mermelada, se deja comer gustosa.
Una infusión y mi
“cortao” habitual dan por terminada la velada. Cien euros “tienen la culpa”. No
está nada mal para lo degustado. Pues no me parece mala opción. Buen local,
amable y profesional el servicio. Correcto el precio y sin destacar en exceso,
buena cocina.
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