Desde que ya hace unos años uno de mis “vicios” favoritos es
comer y beber bien siempre que puedo, casi lo mejor que he vivido ha sido
descubrir sitios y conocer personas que tienen mis mismas aficiones.
Un par de conocidos llevaban ya un tiempo con idea de compartir
mesa conmigo y yo a este tipo de cosas me apunto con los ojos cerrados. Así que
les dije que cuando quisieran aquí me tenían.
Llegó el día y querían llevarme a un sitio en concreto, a uno de
esos que tienen fama de dar bien de comer, de dar muy bien de comer.
Hoy he roto alguna de mis costumbres, la de ir a comer en vez de
a cenar ha sido una de ellas, la de ir a comer con el género masculino ha sido
otra pero de cuando en vez tampoco es tan grave y menos aún si compartes mesa
con gente inteligente, con gente con buena conversación y con gente buena
comedora y abierta a probar un poco de todo.
Pues arrancamos hacia ese pequeño pueblo que yo no tenía el
gusto de conocer, un pueblo muy pequeño de menos de 300 habitantes, un pueblo
precioso, amurallado, de la vecina provincia de Gipuzkoa. Hoy rompo también
otra de mis costumbres y me descubren a una “amiga” que amablemente nos ha ido
conduciendo con su amigable voz hacia nuestro destino. Mira que a mi me gusta
perderme pero hoy no he podido. Reconozco que cuando vas con el tiempo justo y
a sitio muy desconocido es una maravillosa ayuda. Quizás utilice este sistema
en alguna de esas ocasiones en las que se me complica la cosa.
Pues con tiempo suficiente llegamos a Leintz Gatzaga y tenemos
la suerte de encontrar un hueco para el coche a la primera y además casi
delante del local. Este está situado en la planta baja de una casa muy chula.
Es pequeño, poco más de media docena de mesas pero me gusta. Sensación de
calidez, buenas mesas y bien vestidas.
El personal es muy agradable, todas mujeres, eso en mi caso es
un plus favorable. Encima mujeres con mucha experiencia y saber estar.
En la mesa una carta de vinos que no tiene atractivo alguno para
mi. Pocos blancos y además nada llamativos. Pero imagino que algo tendrán por
ahí que no aparece en su carta y por eso le pregunto a nuestra anfitriona por
algún espumoso que se deje beber. Tras una búsqueda por su almacén de vinos, nos
aparece con un par de botellas. Un cava rosado, de “apellido” Martínez. Cava
que se deja beber, de buena relación calidad-precio. Podíamos considerarlo como
un “lambrusco” muy rico. Burbuja fina y constante. Facilísimo de beber. Después
hemos bebido otra de uno ya un poco más “serio”, un cava que no había probado
nunca. Un Rimarts Chardonnay reserva
especial. Es de la misma bodega que el anterior. Pero además de tener también
la misma burbuja fina y constante, tiene otra seriedad al beberlo. Con una
acidez muy superior al anterior y con un ligero toque de amargor que le da más
permanencia y le permite “torear” con soltura los consistentes platos con lo
que ha tenido que lidiar.
Diremos que el pan en esta casa está rico. Y que cuando lo
necesitas lo tienes, sin problemas. Mis compis ya han estado aquí y conocen su sistema. Así que
negociamos con nuestra principal camarera la comanda. Queremos probar unas
cuantas cosas y por ello preferimos platos pequeños.
Pues comenzamos con una estupenda sopa-crema de pescado que en
un día como el de hoy entra de maravilla. Una taza que nos templa los estómagos
para el recorrido que se nos viene encima.
Seguimos con unos garbanzos con rape y almejas. Media ración de
un humeante plato. Los garbanzos en su justo punto y con ese caldo gordito que
los hace apetecibles a más no poder. Hoy voy a repetirme, como casi siempre
pero la palabra “cojonudo” va a aparecer en más de una ocasión.
Continuamos con más garbanzos., en esta ocasión acompañados de foie
y hongos. De nuevo una “pequeña” ración de un cocido inmejorable que ya va más
que templando, llenando nuestro aparato digestivo. Mala suerte con la malísima
calidad de la foto.
Se les va un poco la mano ahora, esa “media” ración de arroz con
bogavante tiene un tamaño que se parece “demasiado” a una ración entera. Con
las herramientas necesarias para degustarlo. Con materia prima sin
“tacañerías”. El arroz aldente, en su punto, con un ligero “cras-cras” al
degustarlo. Estupendo, sabroso, jugoso, rico-rico.
Probamos ahora cada uno una albóndiga de cordero, acompañada de
una crema de patata y una chalota. Mira que están ricas estas cebollitas…. La
croqueta está jugosa, ha tendido unos platos por delante que le hacen difícil
tener demasiado sabor destacable pero se deja comer.
Pasamos al rabo en salsa, acompañado de su salsa habitual y una
ligera crema de puré de manzana y de nuevo otro chalota excelentemente tratada.
La carne se suelta del hueso casi sin “empujar”. Rico, cojonudo.
Terminamos la parte salada con un plato “ligero”. Unos callos en
su salsa. No son de los que engañan. Saben a callos, huelen a callos. Textura
perfecta.
No hay, precisamente, demasiado espacio para los postres pero
nos animamos a compartir una tarta de queso y un poco de helado.
Correctos los
postres. Yo doy buena cuenta de la tarta y el helado lo dejo para el que
“engaña” y de que manera. Viéndole podías apostar a que no come demasiado. Pues
no hagáis una apuesta con él, la perderéis con seguridad. La madre que le ….
Como traga. Pepe está “ a dieta”. Me río yo de estas dietas. Imagino que no le
contará a su dietista el homenaje que se ha “cascado” hoy.
Otro de los puntos favorables de este restaurante es que no
tienen prisa. La conversación ha seguido un buen rato. Nos tomamos unos
estupendos cafés, que hoy han sido solos pero acompañados de su jarra de leche
para que los cortemos a nuestro gusto. A mi me toca llevar el coche así que me
pierdo uno de los placeres de la vida. Ellos disfrutan de su kubata y su
Gin-Tónic, que envidia….. Tras casi 5 horas de mesa, abonamos la cuenta.
Curioso sistema que imagino que con algunos de esos seres “especialitos” que
van a sacar faltas les crearán algún “problema”. Nos dicen que son 150 euros,
cincuenta por persona. Habéis visto el recorrido. Si descontamos las bebidas no
salimos a 30 por persona. A mi me jode cuando salgo enfadado con la comida,
cuando intentan tomarme el pelo. Hoy he salido “a hombros”. Hoy he descubierto
un sitio que volveré a visitar sin dudarlo. Si queréis comer de maravilla, si
queréis comer como señores, si queréis probar comida clásica con alguna alegría
y bien tratada, este, sin duda alguna, es un sitio para acertar.
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