Estamos ya rematando las vacaciones. Hay que aprovechar el
tiempo que dentro de nada volvemos a la normalidad…. Y no quiero, que conste.
Un precioso día, casi caluroso en exceso pero tenemos suerte con
la brisa y al final podemos disfrutar de la visita a esta preciosa ciudad.
Muchísima gente, mucho turista de toda procedencia. El mar muy
tranquilo y sus playas a rebosar. La zona vieja repleta de buscadores de
pintxos, haberlos “haylos” y a cada cual mejor pero a mi me va más sentarme en
la mesa, con tranquilidad y disfrutar sin prisas del buen comer y buen beber.
Me habían dicho que en este restaurante se comía bien y además
todo lo que había leído así parece demostrarlo, así que hay que probarlo y vaya
si lo hemos hecho.
Buen local, buenas mesas. Servicio muy amable y atento en todo
momento. Se nos acerca Ander y con él decidimos que nos vamos a beber una
botellita de Ribeiro. Me gusta probar cosas nuevas y esta vez hemos vuelto a acertar.
Un Paraguas 2014. Elaborado en Ribadavia (Ourense) con un 86% de
treixadura, un 9% de godello y un 5% de albariño. Al parecer la primera
vinifica en acero y las dos restantes en barricas de roble francés. Toques
frutales y muy buen gusto. Imagino que aún es demasiado joven y que la espera
merecerá la pena pero nos ha encantado.
Dos buenas txapatas de pan y como aperitivo nos ofrecen unos
vasitos de gazpacho. Rico, fresco, hoy entra que da gusto.
Compartimos al centro una ensalada de cigalas y txangurro.
Buenas piezas en su punto exacto. Ricas. Buena conjunción con el resto de
ingredientes. Además ensalada en cantidad suficiente de las que no te dejan
repleto.
Pasamos a unos estupendos hongos a la plancha con su yema de
huevo. Presentada al centro pero a la que hay que romper y mezclar con los
hongos para que el plato nos de lo que pretende. Esto, teniendo calidad como la
tiene, es un plato de quitarse el sombrero. Muchos recuerdos tengo yo de
semejantes “visiones” en restaurantes conocidos. Me apasionan.
Arantza se decide por el Tronco de merluza al horno. Realmente
es tronco, no rama. De tamaño más que considerable. Lo acompañan unas
estupendas almejas que están fresquísimas y en su punto. El pescado está
impresionante. Suave a más no poder. De una calidad suprema y maravillosamente
tratado. Un platazo sin tonterías pero que enamora.
Yo he visto por ahí lo de los Callos de Iñaki. Eso hay que
probarlo. Presentados en una bonita cazuela roja. Una ración que bien pudiera
ser para dos personas pero que remato incluso con la cuchara. Desde luego que
están para untar todos los panes del mundo. Bien preparados, muy suaves. Sabor
espectacular. El caldo está para morirse de gusto. Lo prometo. Un plato de
callos de los mejores que he comido en mi vida y los he comido. Creo que muchas
amatxus que los bordan en sus casas, se sorprenderían aquí. Por allí, en una
mesa estaba alguien que al parecer algo tiene que ver con ellos y se los ha
pedido. Dice que pueden mejorarse pero lo dice con la boca pequeña. Se le nota.
Geniales. Si pasáis por allí no dejéis de probarlos.
Preguntamos a una de las amables camareras por el que ella
considera su mejor postre y nos recomienda la torrija. Pues menuda
recomendación. Está exquisita. Me gustan así, nada secas, jugosas. El helado,
que hemos sido incapaces de reconocer estaba casi a la altura de la torrija. Un
postre genial, estupendo colofón a una magnífica comida.
Cafecito e infusión invitación de la casa, por cierto y seguimos
nuestro paseo, más tranquilos ya. Gracias por la recomendación. Un restaurante
de excelente producto, excelente trato y buen precio. 122 euros en total.
Espero tener la oportunidad de volver y aunque Donostia ofrece demasiadas
opciones, me gustaría repetir esa
cazuelita de callos. Su página web: www.restauranteastelena.com
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