Un año ha transcurrido desde que les hice la
última visita. Eso es, en toda regla, ser un “malqueda”. Un intento hubo pero
me falló la compañía y hoy, el que en su día falló ha cumplido y nos hemos
acercado hasta Amurrio a comer y además a dejar cerrado el próximo evento del
día 28 que no es otra cosa que la 3ª Calçotada “internacional”. Conste que es
una calçotada a nuestra manera puesto que realmente nos juntamos unos amigos y
en el menú disfrutamos de este producto pero también de muchas más cosas.
Pero eso ya lo contaremos una vez celebrada.
Ahora nos centraremos en el asunto de hoy.
Al ser viernes y mediodía, nos decidimos por
el menú del día pero, como no podía ser de otra manera, solicito ver la carta
de vinos para bebernos algo distinto, algo que nos haga disfrutar al mismo
nivel que la comida en sí.
Una pregunta que he leído por ahí y que me
resulta interesante: la comida tiene que estar al servicio del vino o es el
vino el que tiene que estar al servicio de la comida???
Mi respuesta es clara y concisa, ambos tienen
que “maridar” maravillosamente, ninguno de ellos debería ser el protagonista
principal. Y eso es algo que muchos están perdiendo y que algunos lo perdieron
antes de nacer.
Mi hijo se está volviendo un poco…..
sibarita? Al ver las opciones del menú, siendo su padre he pensado lo que iba a
pedir y me ha roto todos los esquemas. Dice que le gusta probar cosas nuevas. Y
yo tapándole la nariz para darle un yogur. Qué mal padre……….
Así que nos decantamos los dos por el mismo
primero que no es otra cosa que una ensalada templada de gulas. Sin misterios,
sin historias. Lechugas, gulas, algo de pan tostado, algún fruto seco….. muy
rica y apetecible.
Un cesto de buen pan nos acompaña, el pan es
alimento primordial y puede ensombrecer una comida o puede incluso hacerla
mucho más placentera.
De segundo yo me pido unas pechugas empanadas
con patatas fritas. Hay cosas que uno
casi ya ni recuerda como son o como saben y es el momento de recordarlo. Están
impresionantes, crujientes por fuera pero jugosas por dentro. Las patatas
fritas CASERAS, como las hago yo para mí. Odio, con todas las letras, las
congeladas.
El txikito pide unos escalopines con salsa de
hongos. Me dice que tengo que probarlos (conste que yo también le he dado
pechuga y patatas, por si hay algún malpensado) y realmente están que se salen.
Tiernos a más no poder y la salsa está
cojonuda. Ha dejado el plato limpio como la patena y puedo prometer que no es
de comer pan.
De postre, él, cosa curiosa, no es nada
goloso y se pide un plátano, no vamos a valorarlo, un buen plátano….. ya
sabemos que siempre está rico. Esta frase quizás me cuesta algún “disgusto”
pero ahí queda.
Yo me voy a por la copa de fruta con yogurt
que es más fresca pero no la termino y el motivo no es otro que no me “cuadra”
demasiado con lo que estoy bebiendo. Así que les pido que nos traigan un plato
de queso para terminar el vino. Queso Idiazabal, que por esta zona los hay y muy
ricos, por cierto. Con unas nueces.
Ya he dicho que hemos pedido un vino para
poder disfrutar y hoy he probado algo nuevo para mi. Un Xarel-lo Pairal. Cosecha 2006.
Vino catalán, del Penedés. De la bodega Can Ràfal Del Caus.
Variedad Xarel-lo.
Fermentado 4 meses en barricas de castaño y con una crianza de dos años en la
botella. He leído por ahí que ya se le ha pasado el mejor momento. Pues siento
no estar demasiado de acuerdo. Ya se que solo me fío de mi propio gusto pero
también tengo a alguien delante y realmente nos ha encantado a ambos.
De color dorado con tonos verdosos. Hay
fruta, yo diría que tropical. Pero lo que me tiene cada día más enamorado es
ese toque a madera ( serán gajes del oficio) que cada día me gusta más. Me ha
parecido que está en un momento idóneo de consumo. No hemos dejado ni una gota. Muy, pero que muy rico.
Tan rico estaba que no he tomado mi café.
Hemos salido a terminar el vino en los originales sofás que tienen en la
entrada y allí hemos “rematado” el menú del 28 con Marta.
Como siempre, estupendo servicio, simpatía a
raudales y me alegro infinito que al menos al mediodía las cosas vayan como
van. Se lo merecen.
Nos vemos el 28 y ya lo contaremos. El precio
del menú del día es de 11,50 euros que me parece un esfuerzo y sacrificio por
su parte. El vino nos ha costado 26 euros que es un estupendo precio con no
demasiado margen sobre el precio de bodega. Su página web: www.abiagajatetxea.com
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