26 de febrero de 2015

BILBAO BERRIA: A la Cuarta La Vencida.

Desde que abrió sus puertas allá por el mes de agosto, este local, situado en la calle Ledesma de Bilbao, donde se ubicaba anteriormente el antiguo Matxinbenta, no ha dejado de ser una opción complicada. Lo he intentado hasta en cuatro ocasiones y no había manera y he sido yo el que ha tenido que romper un tanto los esquemas habituales y reservar con más antelación de la que acostumbro para poder encontrar una mesa.
Curiosamente Bilbao Berria ya existe en Barcelona e incluso en Londres y ahora, por fin, ha llegado a la ciudad que le ha dado el nombre.


Con dos zonas bien diferenciadas; el bar y el restaurante en sí, es un local que está de moda. Ya sabemos que el ser humano es como es y que lo nuevo nos llama. Hay que currarse después el mantenerse, eso es lo más complicado.
Hoy llueve. Menuda noticia, ¿verdad?  y por eso la gente está dentro del bar, así que llegar hasta la zona del restaurante requiere un poco de paciencia y saludar incluso a algún que otro conocido. El mundo es un pañuelo.


El local es bonito, la verdad. Me gusta la importancia que se le da al vino. Por aquí y por allí botellas varias que ya nos dicen que su carta no será corta. Así que tras la lectura por encima de sus opciones, me decanto por un vino que no había probado nunca. Concretamente un Auzells 2013. Un blanco parcialmente envejecido en barrica durante tres meses. Variedades: Macabeu, Sauvigon blanc, Chardonnay, Riesling y Albariño.
La bodega,Tomàs Cusiné se encuentra en el pueblo de El Vilosell, en el extremo sur de la denominación de origen Costers del Segre, dentro de la subzona de Les Garrigues, en la provincia de Lleida.

Lo ofertan como afrutado pero a mi no me lo ha parecido, pesa más la madera y en mi caso eso es un punto a su favor. Me ha gustado pero no me ha enamorado. Además su temperatura era demasiado baja para mi gusto y creo que no he podido disfrutar de él en su justa medida. Si lo vuelvo a encontrar espero que sea algo más “maduro”, seguro que me gusta más. Buenas copas y servicio que se limita a dar a probar y acercarte el recipiente para mantenerle fresco del que no hemos hecho uso.
Ya he dicho que el local es bonito, reparto entre sofás y sillas, paredes de piedra, colores variados, muchas botellas por aquí y por allí. Las mesas con un pequeño mantel que recuerda más a algunas prendas femeninas. Las mesas de dos son un poco pequeñas, cuando tienes todo en ellas, resulta un tanto incómodo andar moviendo de sitio el pan o el vino.  La separación entre ellas no es la que me gustaría.
Nos encontramos con una bolsa de papel donde tenemos unas cuantas variedades de pan. Eso me gusta. Pan blanco, pan con cereales, pan crujiente…. Ricos todos.
La carta es amplia pero hoy hemos venido a probar unas cuantas cosas y la compañía me lo permite, Marijo es una todoterreno y no le hace ascos a nada.

Comenzamos con el tarro de polvo de foie con manzana asada, Pedro Ximenez y kikos.
Bonita presentación en un tarro de cristal. Por cierto, los cubiertos son muy originales  y en cada plato te acercan el que mejor se amolda a su degustación.


En este caso recomiendan meter la cucharilla hasta el fondo para poder disfrutar de los sabores en su conjunto. El peso lo lleva el maíz. El foie destaca pero por su ausencia. No lo encuentras. Hay toque dulce de algo como mermelada, hay un frescor de helado y repito, hay mucho sabor a los kikos. Rico pero creo que necesita más presencia del foie.
Continuamos con el tataki de atún, salsa de soja y sésamo. Cinco lonchas cortadas de atún en su punto. Me gusta así, tal cual. La salsa de soja es un tanto diferente, algo más trabajada y realmente está apetecible. Acompaña al plato el ya más que maneado wasabi que afortunadamente he aprendido a utilizar debidamente. Una pequeñísima cantidad a la soja, un par de vueltas y le da un toque picante. No termina de gustarme a mi este tipo de picante, es exagerado.  De nuevo bien pero sin emocionar.


Carpaccio de lengua, trufa y nuez. Era tentador el nombre del plato. Hace tiempo que no comía lengua, tampoco es que la necesite, me sirvo yo solito y nada mal, por cierto.
La carne no dice demasiado. Sabor no tiene, la salsa le da el toque necesario para disfrutarlo un poco más. Trozos de trufa hay aunque no tiene para nada ese aroma tan característico de este manjar. Un plato que no repetiría.


Aparece ahora uno de los platos que más nos han gustado esta noche. El tartar de solomillo con helado de mostaza y wasabi. Eso sí, el helado tiene la marca wasabi, sin duda. Picante, fuerte. El tartar está para comerlo sin necesidad de mezclas. Adorna el plato todo ello pero preferiría comerlo sin más. Está rico y bien preparado.




Las croquetas de calamar, de tamaño XL rematan la primera parte de nuestra cena. Están bien crujientes por fuera y saben a calamar, pero en su interior no hay “tropiezos”. Hubiese preferido encontrarme alguna “pata” o algún trozo de pescado. Están muy ricas, todo hay que decirlo, un pelín frías pero ricas.


Marijo no es “quesera”, poco a poco va entrando y por ello me pido una pequeña tabla de dos quesos con unos picos de pan y mermelada de ciruela. No he preguntado pero creo que ambos eran Idiazabal. Realmente muy ricos ambos. Uno más curado que el otro y curiosamente me ha convencido más el menos viejo. Pero me han encantado los dos e incluso ella ha hechos sus “pinitos” disfrutando con el uno y el otro. Muy ricos los picos de pan, muy tostados y acierto con la mermelada que procuro no mezclar con el queso. Me gusta su sabor natural.


Mi compi se pide una torrija con helado de vainilla. El color de la misma ya nos dice que el huevo utilizado es de calidad. Está golosa pero necesita un poco más de jugosidad. Creo que estamos acostumbrados a degustarla de modos distintos y además de calidades que hacen que nos hagamos un tanto exigentes. Con el helado me ha pasado lo mismo. Ultimamente estoy comiéndolos de semejante calidad que me cuesta no hacer comparaciones y sabemos que generalmente las comparaciones……


Un cafecito correcto e invitación a unas copas de cava.
El total abonado han sido 90 euros. Creo que por su ubicación, por su local y por su comida, merece la pena la visita. Tengamos en cuenta que si no bebéis vino la cuenta se verá reducida considerablemente. Otra cosa es que disfrutéis lo mismo. Quiero resaltar que el servicio es estupendo, amable y simpático.  Su página web: www.bilbaoberria.es

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