Primavera pero de las primaveras de verdad. Sol y agua. Bueno para la cosecha de hierba. Es
viernes y “miedo” a quedarnos sin sitio no hay pero por si las moscas, llamada
para reservar. Luego, desgraciadamente, nos damos cuenta de que no hubiese
hecho falta. Me repito mucho pero….. esto se muere.
Antes de la cena, descubro Pobeña, una pequeña “localidad”
que está unida a la Playa de la Arena por un puente peatonal que en estos
momentos se encuentra en obras pues los temporales de este invierno le han
castigado considerablemente. Un txakoli y de allí directos al restaurante.
A la hora convenida, nos acercamos al local. Si hubiese
entrado con los ojos cerrados, al momento hubiese sabido que no estoy en una
zapatería. El olor de la brasa me recibe. 4 horas después, tomando un GT, una
amiga al saludarme me dice: ¿Hueles a humo?.
Es un sitio agradable. Buen tamaño de mesas, bien
vestidas. El más que amable camarero nos indica que podemos elegir y una de las
cosas que me marcan la elección es, sin duda alguna, la luz. Las fotos
necesitan luz. Así que nos sentamos en nuestra mesa y el camarero nos acerca
las cartas.
Como sé a lo que vengo, dejo que mi acompañante elija el
entrante y yo mientras voy mirando su carta de vinos. Me gustan cada vez más
los cavas y los hay pero curiosamente he visto el precio de algo que no tengo
ni mucho menos costumbre de beber, pero que ya he probado en alguna ocasión,
concretamente un Champagne Moet-Chandon Brut Imperial. Suele ser su precio bastante más subido de
tono que el que aquí refleja la carta: 28 e mas iva.
Así que decidimos bebernos una botella. Las copas de la
mesa son de muy buen tamaño y calidad, concretamente unas schott así que con
ellas nos quedamos. El Moet tiene una lágrima marcada, una nariz bastante
intensa a fruta madura, a bollería por supuesto. La burbuja también está
presente y de manera notable, a mi, dados mis gustos personales, me gusta más
así que cuando está demasiado integrada.
En boca tiene una entrada agradable, es muy refrescante y
con buen nivel de acidez. Me gusta sentir la burbuja y esa sensación que sube a
la nariz, esas “cosquillas”. Me ha gustado pero no pagaría por él ni un euro
más.
El servicio es bueno, presentación de la botella, apertura
delicada, dado a probar a las dos personas y al momento una buena cubitera para
que vaya perdiendo temperatura.
Me gusta a mi ser el copiloto, el piloto tiene que beber
agua y cortarse un bastante con el champagne, así que “a más toca”.
Dos panecillos recién horneados, crujientes. Me he comido
el mío más por estar tan rico que por necesitarlo con la cena.
De primero, para compartir, la elección ha sido una
parrillada de verduras de temporada. Presentadas en una cazuela esmaltada y de
buen tamaño, allí nos aparecen unas verduras bien tratadas. El punto ideal, un
tanto “tieso”.
Tomate, espárragos trigueros, vainas, txanpis, alcachofas,
calabacín…. Acompañadas de una salsa “romesco” que le da un toque divertido y
diferente.
Tenía muy claro a lo que venía yo hoy, a comerme una de
sus txuletas. Le he comentado al camarero que a ser posible que fuese una
“señora” txuleta y así ha sido. Presentada practicamente “virgen” y con una
cazuela y su correspondiente fuego para que tú la vayas preparando a tu propio
gusto.
Primero se prueba la carne en sí, cosa que muchos no son
capaces de hacer pero…… merece la pena. Luego, trozo a trozo, vas calentando,
dando un toque por ambos lados, a tu gusto.
La calidad es superior, tamaño más que suficiente para dos
personas, le hemos echado el cálculo y hemos dicho que pesaba más o menos kilo
y medio y en la cuenta es exactamente lo que ha venido reflejado.
A medida que vas poniendo trozos en la cazuela plana, el
jugo que suelta la misma carne va haciendo que cada trozo adquiera más sabor,
que te sepa más rico aún. No tiene demasiada grasa pero la que tiene es
perfectamente comestible. Desde luego que en el listado de las mejores txuletas
degustadas, esta estará presente, no tengo ninguna duda al respecto.
Van acompañadas por unas patatas y unos pimientos rojos
asados. Muy buenas ambas compañías pero hoy la carne no necesita “aliados”.
Creo que yo habré comido aproximadamente dos tercios de la
carne así que para el postre no tengo demasiado sitio pero las hay “golosonas”
y sin chocolate no podemos vivir. Así que una especie de pastel-mousse de
chocolate, acompañado por una nata con toque de canela que la verdad es que
estaba riquísima y un toque de color un tanto…..¿catalán? J
Unos piñones aquí y allá le dan otro toque al plato.
Para el postre he pedido una copita de PX y resulta que se
les ha terminado la botella de Noe. Creo que sé quien es el “culpable” pues ha
hecho visita reciente: Juanjo….. mira la que me has “liao”. Así que con un
modesto 1927 me tengo que conformar.
No hay sitio para cafés. Por los ventanales podemos ver
como se ha complicado la noche. Llueve pero con ganas. Préstamo de un paraguas
de cortesía para ir a buscar el nuestro al coche. Aprovecho para echar un vistazo a sus expositores de botellas.
El total abonado por todo ello han sido 112 euros y
realmente me parece que la relación calidad-precio de este restaurante es muy
buena. Pura calidad.
Como siempre, el mejor “termómetro” es el que te dice que
sabes perfectamente que volverás. Así que hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario