Hoy
era también un día de esos “difíciles” en la capi.
Esos “locos” de los saltos
acaparan la atención del público en general así que con buen criterio llamé con
tiempo para reservar y gracias a una cancelación de última hora pude conseguir
mesa.
En
mi anterior visita, hace casi ya dos años, terminé mi comentario con esta
frase: “Habrá que volver a probar algún plato que nos hemos dejado en
el tintero. Como esos estupendos tomates que hemos visto a la salida.”. Así que
como me gusta cumplir con lo que digo, allí que nos presentamos a la hora, un
tanto europea a la que nos habían recomendado acudir.
Nos acomodan en una de las mesas que hay en la entrada, un
tanto reducidas de tamaño pero sin ser agobiantes.
Enseguida nos atiende quien explica de una manera poco
habitual su propuesta. Te quedas sin dudas, te deja bien claro cual es su
filosofía y además te avisa, cosa más que de agradecer, del tamaño de sus
raciones. Bien pudieran no hacerlo y desde luego que de aquí si sales con
hambre es simplemente porque quieres.
Tambièn te preguntan si quieres o no pan. Eso ya es un
detallazo pues no lo hacen en prácticamente ningún sitio. Yo lo de cenar sin
pan como que ni pensarlo y encima si el pan lo merece, ya ni te cuento. Y aquí
lo merece. Tres tipos a cada cual más apetecible. Lo acompañan con una pequeña
ración de un aceite que elaboran para ellos, un aceite de Artajo, navarro,
hecho con varias variedades de aceituna y de un resultado muy agradable, suave
pero con potente sabor.
Comenzamos con una ensalada de pulpo, papines y mayonesa
picante. Ración de tamaño considerable. El pulpo está cojonudo, la “lechuga”
lleva un aliño que invita a comerla hasta a quienes somos poco amantes de lo
verde. Las patatitas cocidas están estupendas y la mayonesa picante….. ufffff.
Me pongo las botas. No dejo ni el recuerdo y eso que la cantidad era abundante.
Está riquísima. Con un toque picante pero sin exagerar. Una tentación.
Continuamos con lo que ellos han dicho ser “media ración”
(creo que estos no veían Barrio Sésamo) de tempura variada con baba ganush.
Lleva también unos langostinos crujientes, un par de trozos de bacalao tipo
“croqueta” y además, “escondidas” en la misma tempura, unas vieiras. Está todo
riquísimo, tempura finísima que no engaña en exceso el sabor de lo que
envuelve. Lo que no nos ha hecho demasiada gracia ha sido esa salsa ganush.
Plato típico de la cocina árabe que no deja de ser un puré de berenjera que en
este caso va acompañado de yogur. Son sabores potentes y que no tienen porqué
gustar a todo el mundo.
Aunque hemos estado tentados de pedir un arroz con gamba
roja, nos han avisado que la ración es muy grande y que si lo pedimos con otro
plato iríamos servidos. Por ello hemos preferido decir que no. Pero lo he visto
desfilar ante mis ojos para la mesa contigua y otro día vuelvo y desde luego
que no libra, menuda pintaza que tenía…….
Lo que no he podido hacer ha sido aguantarme sin probar un
poco de ese tomate de Lodosa que me estaba poniendo nervisoso, “mirándome”
desde el mostrador. Así que me he pedido media ración y no me arrepiento para
nada. Aunque le falte aún un poquito de tiempo para perder ese toque verdoso y
quedarse totalmente colorado, estaba estupendo. Aliño cojonudo.
Terminamos con unos pasteles de cordero, cous cous y hummus
de curry. De nuevo, el estupendo
criterio de los que nos atienden, nos recomiendan media ración. Y de nuevo
compruebo que estos tíos son de Bilbao, pero del mismo centro. Si esto es media
ración yo soy el arzobispo de Tarazona. El cordero está perfecto. Eso sí, poco
o prácticamente nada probamos el resto, no tenemos ya capacidad para ello y
además es excesivamente contundente como para ponerse uno a limpiar platos.
Hoy tenía claro que de nuevo iba a beber champagne. Y me
preguntan sobre mis preferencias. No sólo es importante lo que te guste,
también lo es que la cena vaya bien acompañada por ello. Así que le pido algo
un tanto “poco frutal”, que si es demasiado “suave” la que tengo delante se lo
bebe cual si de agua se tratase.
Su recomendación es, encima, el más arreglado
de precio de la carta, así que encantados de la vida. Francis Boulard Les
Murgiers extra brut. Un vino cien por cien pinot meunier. Se nota como esa uva
de piel negra, colorea ligeramente el líquido. Una ligerísima burbuja. Entrada
potente que termina con un ligero o no tanto, amargor. Hablamos de poquísima
cantidad de azúcar por lo que es lo normal. Para cenas potentes me parece un
champagne excelente y además por estos precios hasta los pobres podemos
permitirnos ciertos lujos. Aran no ha salido tan satisfecha con la elección
pero más que nada porque no podía echar tragos demasiado largos. Creo que
repetiré si lo encuentro por ahí.
Cafécito e infusión y pagamos la cuenta. En total han sido
120 euros que restándole los 45 del vino nos deja bien claro que aquí por un
precio bien arreglado se puede cenar y salir más que satisfecho. Buen trato por
parte de todo el personal que además es más que profesional. Detallazo que
encima se acuerden de uno después de tanto tiempo. Pues esta vez la próxima no
se hará tanto de esperar, no pienso dejar este mundo sin probar ese arroz.
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