Teníamos mesa reservada para compartir una estupenda
cena en este afamado restaurante de la capital con nuestros amigos franceses
Joan y M.C. pero por circunstancias ajenas a su voluntad han tenido que dejar
su visita para otra ocasión. Una pena pero sabemos que tarde o temprano
tendremos ocasión de disfrutar de su compañía. Aprovechamos la reserva y nos
presentamos en la ciudad favorita de Aran.
Como siempre, diferencia considerable de temperatura
entre la que tenemos al salir de casa y la que nos encontramos al llegar a
“Siberia/Gasteiz”. Pero vamos medianamente preparados para ello. Tras tomar un
cafecito por la zona, nos acercamos al Zaldiaran. Mítico local donde se
organizan innumerables eventos de todo tipo y sobre todo gastronómicos. Al
entrar hemos descubierto una “visión” que nos ha llamado la atención y nos ha
levantado los ánimos pero al final la “cordura” ha vencido y hemos dejado la
opción para alguna que otra posterior visita. No tienen mala pinta esas
txuletas.
Ofrecen un menú degustación muy atractivo y a un
interesante precio pero Aran no tiene esa capacidad necesaria y además tampoco
es tan “amiga” de probar platos demasiado novedosos. Así que nos decantamos por
tirar de su amplia carta.
Un aperitivo de cuyo nombre no puedo acordarme nos
abre las papilas gustativas y con él una degustación de panes. Servicio
impecable de sala y de vino, por cierto, buena carta con más que suficientes
referencias para poder elegir. Mesas, copas, vajilla…. Todo al nivel que se
espera de un restaurante de este estilo. El propietario atento a que todo funcione a la perfección.
Compartimos unas ricas verduras de temporada asadas y
en tempura con toffe de guisantes. Una más que considerable ración con amplia
variedad. Fina tempura y calidad de las diferentes verduras presentadas.
Pasamos ahora a uno de sus platos estrella. En carta
lleva la R de recomendado y desde luego que lo es con buen criterio. Unas
láminas de trufa con yema de huevo a baja temperatura, tocino confitado y
espuma de patata. Simplemente decir que si podéis no os lo perdáis. Me apasiona
este plato y mira que los he comido en unos cuantos restaurantes. Mezcla
maravillosa de ingredientes que encima si son de calidad suprema pues apaga y
vámonos. Un plato de diez, sin más.
Dentro de su propuesta "parrillera" y descartada la carne, nos decidimos por un rape con patata
panadera. Un buen pez preparado como es debido. Aquí no hay demasiados trucos
pero sí es algo que se puede estropear con demasiada facilidad. No es el caso,
Perfecta ejecución. Las patatas a su altura. Estando donde estamos sería
imperdonable no disfrutar con ellas.
Para beber hemos optado de nuevo por un estupendo cava
catalán. En esta ocasión un Agusti Torelló Mata Gran Reserva Barrica. Un cava
elaborado en Sant Sadurni d´Anoia cien por cien Macabeo. Divididas las uvas en
tres partes una vinifica en barricas de roble francés, otra parte en depósitos
de acero inoxidable y la otra se vendimia tempranamente para terminar de
equilibrarlo. Tras su embotellado pasa unos treinta meses en cavas subterráneas
donde su segunda fermentación lo convierte en el espumoso que es. Siendo un
brut nature la cantidad de azúcares añadidos es muy pequeña, de ahí que resulte
un final un tanto amargoso con lo que podemos disfrutar mucho más con cualquier
plato que se nos presente en mesa. Final largo y persistente. Estupendo vino.
De postre nos lanzamos de cabeza a otro de sus míticos
platos. Nuevamente la elección es más que acertada. Riquísima torrija
caramelizada con helado de leche merengada. De las mejores que hemos tenido
ocasión de degustar.
Con el cafecito, muy rico por cierto y la infusión nos
ofrecen unos preciosos y sabrosos detalles fin de fiesta.
El total abonado ha sido de 150 euros que en relación
al local, al servicio y a la calidad del producto nos parece un precio
ajustado.
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