21 de octubre de 2017

RESTAURANTE DE PILAR (SANTOÑA): "Rellenucos" hemos salido.

Con este verano a “deshoras” que estamos teniendo apetece un poco más alejarse un tanto y dejar la pereza para el invierno que nos llegará, sin dudarlo.
Así que tras darle un par de vueltas al asunto me animo a volver a este restaurante que hace ya 3 años que no visitaba y del que guardaba muy buenos recuerdos.

Está situado en el edificio Mirador de Las Marismas de Santoña. Dicen que es un barco escoltado por pesqueros. Según lo mires es descaradamente una proa pero si lo miras desde otra perspectiva bien pudiera parecer una popa. La cuestión es que es bonito y que invita a la fotografía imaginativa. El comedor tiene unas estupendas vistas que pierden un tanto a la noche. Pero yo sigo prefiriendo ese romanticismo de las cenas, esa “prisa” más pausada.

Comedor muy atractivo, con buenas mesas y correcta separación entre ellas, bien vestidas. El dueño del negocio siempre al pie del cañón. Un profesional con mucho recorrido y que sabe hacer bien las cosas. Una vez acomodados por la atenta camarera es él quien nos cuenta un poco de qué producto dispone y tras darle un par de vueltas al asunto, mi compi es quien decide el tema sólido.

En cuanto a la carta de vinos, me animo a pedirle un ribeiro pero al comentarle si tiene por ahí alguna añada algo más “vieja” me dice: Espera un poco. Pues tremenda sorpresa. Allí que nos aparece con una botella que al parecer tenía reservada para beberla él mismo algún día. 
Una de esas botellas sobre la que puedes tener alguna duda a la hora de abrirla. Un V3, Viñas Viejas, un verdejo 100%, cosecha 2007. Las cepas de donde salen sus uvas son las más viejas, incluso hasta de 140 años. Fermentación realizada en barricas nuevas de roble francés sobre sus lías. Si lees notas de cata de hace unos años te dirán que es de color amarillo pajizo, pero evidentemente los años en botella lo han convertido en un vino con tonalidades verdosas. Sigue estando muy limpio. Los gustos para los vinos como para todo son individuales y este vino de hoy es del mío. Ha ido ganando a medida que pasan los minutos. Nada de frutas, más bien hierbas. Vino con mucho cuerpo. No he podido menos que invitar a una copa a nuestro anfitrión, me hubiese dado mucha pena que no lo probase. Después él me ha ganado en amabilidad y no nos ha cobrado la botella. Pues gracias por el momentazo y por el detallazo. A ver si para otra vez tienes por ahí guardado algún otro tesoro.


En el apartado sólido comenzamos con unas estupendas croquetas. Las de la abuela. Unas de bonito y boletus, las otras de espinacas. Están en su justo punto. Melosas por dentro, crujientes por fuera. Sabrosas ambas aunque, curiosamente me han gustado incluso más las verdes.

Degustamos ahora unas “rellenucas”. No había yo probado estas delicias o al menos no lo recuerdo. Crías de jibia. Bien pudiéramos llamarles simpáticamente… “jibiones globo”. A la plancha, es ahora su mejor momento. Sin tonterías. Por cierto, a pesar de su nombre, no están rellenas. Acompañados de una rica cebolla pochada. Si es que quien va a saber mejor que el dueño lo que hay que pedir en un restaurante.

Después, más bien por imperativo legal, nos comemos una lubina. Digo imperativo puesto que Aran no me ha dado más opciones. Un buen pescado bien tratado. Aquí cuando la calidad es excelente el resultado difícilmente puede ser otro.


Y para terminar una tarta de queso al horno. De nuevo buena suerte con este plato. Una tarta de queso de las de verdad. Muy rica, de resultado notable.
Un cafecito y una infusión y abonamos la cuenta. 93 euros con invitación al vino. Pues gracias por la experiencia, a ver si la próxima no la distancio tanto en el tiempo pero es que no me da la vida.

1 comentario:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar