De nuevo tengo la suerte de contar con un colaborador. Un amigo que he
conocido a raíz de estas aficiones del buen comer, “medio” tocayo. Joan, al que
siempre acompaña MC, su mujer. Dos estupendas personas que piensan que merece
la pena compartir mesa conmigo. Mil millones de gracias. Así que desde aquí es
su prosa la que vale, os dejo con él:
Llegó el gran día, el miércoles 23 de
agosto a las 14h, teníamos una cita con nuestro amigo Jon nada más y nada menos que en el restaurante
Solana, un restaurante que desde hace mucho tiempo estaba inscrito en la agenda
de los imprescindibles.
Qué decir, del chef Nacho Solana, que
no se haya dicho ya.... que pertenece a la cuarta generación de una familia de
hosteleros... que ha nacido casi en una marmita... que lleva la cocina en la
sangre. Su cocina, no voy a descubrir nada nuevo, guarda en su memoria los
guisos de su madre. Es pues una cocina de raíces tradicionales, de producto de
proximidad y de temporada que al mismo tiempo se desdobla en una cocina de
vanguardia y de autor. Cocina muy honesta, auténtica, en la que los mejores
platos de cuchara (solo la he apercibido en el menú degustación que tomamos,
pero he tenido suficiente) se entremezclan con otras preparaciones más
vanguardistas que necesitan un gran técnica culinaria para su elaboración. El
Chef está al frente del negocio desde el año 2004. En el 2014 fue reconocido
como mejor cocinero del Cantábrico en el Festival gastronómico Arcu Atlántico
y desde el año 2011 ostenta una estrella Michelin y un Sol Repsol.
La situación del restaurante es
privilegiada, junto al Santuario de la Bien Aparecida, del siglo XVII-XVIII,
patrona de Cantabria, a unos 300 m de altitud sobre el nivel del mar. Ubicado
en un anexo del bar, que antaño fue casa de comidas de sus padres y abuelos,
posee un comedor moderno, muy luminoso, rodeado de ventanales con vistas a los
verdes valles que lo circundan. Debe tener una capacidad para unas 60
personas. Las mesas son amplias, muy bien vestidas, con buena vajilla y
cubertería, buenas copas y buenos sillones. La directora de sala es Inmaculada
Solana, hermana del chef, gran anfitriona de una gran simpatía y
profesionalidad. El servicio, llevado a cabo por un camarero y por la propia
Inmaculada fue muy bueno, así como el del vino (descorche primera
cata y servicio continuado). No recuerdo la carta, me pareció amplia,
pero como decidimos beber vinos de Cantabria, no la hojeamos.
Éramos tres comensales y decidimos
tomar el menú degustación, compuesto, en un principio por, si no recuerdo mal,
14 platos y que en esta ocasión fue de 17 ( 7 aperitivos, 8 platos y 2
postres).
Dada la complejidad de este menú, no
voy a comentar plato por plato, pues sería interminable. Las fotos hablan por
si solas y me referiré únicamente a una valoración general de cada grupo de
platos
Comenzamos pues con los aperitivos :
La mejor croqueta del mundo declarada como tal en el Madrid fusión 2017.
Ostra a la plancha crema de
maíz dulce y cilantro
Todos los aperitivos estuvieron a una
gran altura, difícil decantarse por uno o por otro, el que menos me impactó fue
el bocarte en bosque marino, que encontré algo aceitoso. Jon y MC dijeron lo
mismo al respecto. La croqueta estaba para tirar cohetes y el resto de platos
excelentes. Además MC tuvo la suerte, como Jon no es un gran amante de las
ostras, de comerse la suya, humm...
Siguieron como platos principales :
Judías verdes de nuestra huerta,
bacalao, yema de huevo y almejas
Una partitura de platos mejores los
unos que los otros, pero ninguno por debajo de un notable. Producto, producto y
más producto excelentemente cocinado, un abanico de platos y guisos
tradicionales algunos puestos al día y otros de rancio abolengo, como antaño.
Si una cosa es cierta, es que los dos volveremos para comer a la carta, para
bañarnos enteramente en ese mar de guisos de Nacho Solana que nos parecen
muy atractivos. Espero que Jon también se unirá a nosotros. (No lo dudes,
Joan).
El pan que acompañó la comida, que no
se si lo hacen ellos, fue excelente.
Como postres siguieron :
Ambos muy buenos y refrescantes pero
tal vez sea, si hay que criticar algo, el punto más flojo de la comida.
Para beber, optamos por los vinos
cántabros y, además de una botella de agua mineral Solares de 1l, tomamos
primeramente un Casona Micaela VT Costa de Cantabria. Bodega Casona
Micaela (Los Henales). Cepajes 75 % Albariño y 25% Riesling con crianza en
depósito de acero, con sus lías finas, de seis meses. Un vino fresco y bien
equilibrado, ligero con buena acidez, y por lo que recuerdo con una
persistencia en boca no muy alta y seguimos con una botella
de Behetria de Cieza C.O. VT Costa de Cantabria, 2015. Bodega y
Majuelos del Cieza. Cepajes 100% Albariño. con 6 meses de crianza en barrica de
roble sobre sus lias. Como las otras veces que lo he tomado me pareció intenso,
muy fresco y con cierto sabor a moscatel.
Finalizamos con unos buenos
cafés y unos deliciosos petits-fours.
La cuenta ascendió a 84,66 €/persona.
Excelente RCP. Solana, ya no es mi asignatura pendiente. Excelente
homenaje gastronómico y excelente compañía. Durante la sobremesa pudimos
conversar con Nacho Solana, en la soleada terraza exterior donde tomábamos los
cafés . Me pareció una persona con los pies en el suelo, muy agradable y muy
humana. Imma, su hermana, también se unió posteriormente a nosotros. Nos
invitaron a los cafés y petit-fours .
Ha sido un placer para nosotros
compartir este magnífico festín con nuestro amigo Jon (El placer es mutuo,
Joan) y esperamos poder renovar una nueva experiencia en cuanto sea posible. Evidentemente,
volveremos a Solana cuando tengamos ocasión de regresar a Cantabria. Muy recomendable.
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