Todos los años sufro el síndrome “post-verano”. No quiero que
termine el buen tiempo, no quiero que los días se acorten, no quiero pasar
frío….. Así que septiembre es un mes que me gusta disfrutarlo de manera un tanto especial. En
mi caso eso significa, sobre todo, buena compañía y buena gastronomía.
Hoy la buena compañía la tenía asegurada y no quería fallar en
lo del comer. Como es un sitio donde con mala climatología se me complica más
el viaje, me decido por visitar a estos “viejos” conocidos.
Diré, por si alguien pasa por este blog por primera vez que el
restaurante es precioso. Un caserón del estilo de nuestra tierra. Decorado con
motivos rústicos y con estupendas mesas, manteles, vajilla…..
Es mucha la gente que ha pasado por aquí como invitado a alguna
boda. El entorno y el resto hacen que sea un sitio elegido por muchos para
celebrar aquí ese día tan especial. Hoy también era uno de esos días. Pero el
comedor del restaurante está bien aislado de la zona de bodas y ni te enteras
del bullicio. El servicio tampoco se resiente.
Destacaría, como ya he comentado en más de una ocasión que el
trato es genial. Gente que sabe estar, que sabe agradar, que sabe lo que se
hace.
Hoy nos recibe Iratxe, la hermana de Jon Andoni y como no podía
ser de otro modo, también está allí la “jefa”, la amatxu de ambos, una señora
como la copa de un pino que irradia clase por los cuatro costados. Que me despisto, vamos a ello...
Nos acomodan en la que ya parece “mi mesa”. Como hago siempre, dejo de lado la carta, tanto de
viandas como de vinos y dejo que nos recomienden ellos mismos lo que podemos
cenar. Jon Andoni, que hoy tiene trabajo extra, se nos “pierde” pero yo sé
perfectamente donde anda. En esa maravillosa bodega que tiene, buscando algún
vino “diferente” con el que sorprenderme.
Efectivamente al rato aparece con un par de botellas, por un
lado un blanco de unos “añitos” y por el otro con un cava. Sé que Aran va a
disfrutar mucho más con las burbujas y a mi, importarme, como que tampoco me
importa. Así que a ello.
Un cava
que desconocía totalmente. Moltó Negre. Variedades Xarel-lo, Parellada y
Trepat. En la etiqueta una oveja, según
la bodega este cava es la “oveja negra” de la familia. Aunque la oveja no sea
negra, su “compostura” sí que lo es. Con tan sólo 11,5 % de agrado alcohólico.
Viñedos
de cien años de la zona de Villafranca del Penedés. Por cierto, esta próxima
semana se realizará la cosecha, después pasará al menos casi un año de crianza
en botella.
Me
sorprende un tanto su color, un tanto rosado. En cuanto “meto” la nariz la
burbuja, muy fina por cierto, me hace cosquillas. Las notas de bollería son
inconfundibles pero puedo prometer y prometo que he querido notar un pequeño
toque “afresado”.
Una de las
peculiaridades de este cava es que lleva un porcentaje de uva Trepat. La
desconocía pero debe ser una de las grandes variedades que se producen en
Catalunya, un tanto “olvidada”. Por su escaso color utilizada para vinos y
cavas rosados e incluso vinos blancos. Como siempre, Jon Andoni me hace
descubrir algo nuevo y como siempre algo que nos acompaña de maravilla en todo
momento.
Dos estupendos panes recién horneados, que salen calentitos y
crujientes y un aperitivo en forma de crema de espárragos. Fresco, sabroso y
apetecible. Mi compi no es demasiado amiga de semejante producto, y eso que
tiene ascendencia navarra, pero le encanta la crema. Yo me como lo sólido del
plato. Pena de foto… la emoción…..
De entrante, emplatadas individualmente y con una presencia
sensacional, nos llegan unas pencas rellenas.
En la foto se aprecia la
transformación que puede sufrir un producto en las manos de un buen
profesional. De aquí el título de mi comentario de hoy. Una cosa muy simple
convertida en un maravilloso plato. Sabrosísimo. Con una salsa con un toque
dulce, creo que era miel. Un plato que está tan rico como aparenta.
Hoy nos decidimos por la lubina. En vez de un pez entero,
preferimos que nos saquen un par de raciones. Eso sí, al final, el tamaño es
más que decente y Arantza termina “muy llena”. Lo acompañan un trozo de tomate,
un par de almejas y unas cojonudas patatas.
“Gracia” me hace la gente que dice que ha comido un pescado muy
rico en algunos sitios. En estos platos es donde se puede apreciar realmente la
diferencia entre calidades y “calidades”. Comer una lubina en algunos lugares
donde la carne que consigues reunir no llega para dos cucharadas soperas…. O
comerla en sitios como este, pescado suelto, jugoso, sabroso a más no poder….
¿Caro? Caro es comer mal y “barato”.
De nuevo me sorprende mi compañera hoy. Resulta que no tenemos
sitio para más pero en cuanto escuchamos lo de… ¿vais a querer postre?... La
duda se disipa y parece que ese estómago encuentra hueco enseguida.
Quería que hoy no repitiésemos los platos. Al menos dar a
conocer más opciones de su cocina, así que aunque tentada a pedir de nuevo la
torrija, consigo que se decante por una tarta de manzana. “Ayudada” por una
bola de helado y una más que sugerente crema de natillas, nos llega este plato,
con buena presencia y mejor “esencia”. Estaba para chuparse uno los dedos. Muy,
pero que muy rico.
La correspondiente menta-poleo y mi imperdonable “cortao” y
salimos a la pequeña barra situada a la entrada del restaurante donde charlamos
un rato con nuestros anfitriones y nos despedimos hasta la próxima.
El precio ha sido de 97 euros sin contar el vino, eskerrik asko
por el detalle Jonan. Agradecer así mismo hoy a Iratxe su ayuda con las fotos,
alguna es de su móvil. No aburriré más diciendo que me parce un buen precio. Su
página web: www.remenetxe.com
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