Me parece increíble las veces que habré podido pasar yo por la
puerta de este local sin darme cuenta de lo que realmente era. Había leído cosas muy buenas del restaurante y lo tenía en mente
desde hacía ya mucho tiempo.
Por fin, para despedir el mes de agosto como es menester y
acompañado por mi retoño, reservo mesa en La Casita de Sabino. Por cierto, un
miércoles noche y el local está abarrotado, creo que ninguna mesa ha quedado
libre. Me gusta el cartel, me gusta eso de que den de comer y beber, a eso venimos.
Desde la calle no puede uno pensar lo grande que es el comedor.
Correctas mesas, manteles de papel. El servicio muy atento y amable y el
propietario en todo momento pendiente de que todo vaya viento en popa.
Un expositor lleno de buen pescado y marisco nos dice a las
claras lo que aquí hay que pedir. Me han dicho que aquí bordan el rey y con esa
intención iba yo pero al pedir opinión nos han comentado que cualquier pescado
aquí está impresionante. Al final nos decidimos por uno en concreto y en base a
su peso pedimos alguna cosilla suave para ir haciendo boca.
El pan correcto, sin más. Servido en cantidad mucho más que
suficiente.
En cuento a los vinos, la carta no está nada mal. Hoy, sabiendo
que también voy a finalizar la cena con algo en concreto, me decanto por las
burbujas. Veo que tienen el Taittinger a un precio estupendo así que
disfrutaremos con un vino que ´sé sobradamente que va a cubrir nuestras
necesidades.
Burbuja abundante, se queda un rato “pegada” a la copa. Estupenda
nariz cítrica, fresco de ganas, con una acidez muy suave pero presente. Es
voluminoso en boca. Invita a mantenerlo, invita a disfrutar despacio de sus
aromas, a no tener prisa para terminarlo. Me gusta cada vez más el asunto de
los espumosos para acompañar las cenas.
Nos obsequian como aperitivo con un salpicón de pulpo. El aceite
está cojonudo. Una arbequina navarra. De sabor potente pero no exagerado.
Además la tenemos en mesa para utilizarla si nos hace falta. Así mismo un
recipiente de sal gruesa que no
necesitamos pero que es un buen detalle.
Continuamos con un surtido de marinados. Bacalao, atún y creo
recordar que corvina. En su punto exacto. Salen “vírgenes” y nos lo riegan con
el aceite de la mesa que marida a las mil maravillas. Me gusta ver como mi
compi de hoy disfruta con estos manjares. Desde luego que yo a sus años era
incapaz de atreverme con ellos. Todos muy ricos.
Nos presentan ahora la media lubina que hemos elegido. Kilo cien
pesa nuestra mitad. Con unos maravillosos ajos de colofón. Nos sirven un trozo
a cada uno y nos deja el resto en la bandeja. Nos comentan que si necesitamos
ayuda posterior para el resto, no dudemos en solicitarla. No somos precisamente
unos buenos “limpiadores” de pescado pero tampoco tiene demasiado misterio el
de hoy. Somos capaces de degustarlo casi por completo. Menuda calidad……. Menudo
modo de prepararlo. Sin “ostias” raras. En un aceite de excelente calidad. Está
suave de ganas, está sabrosa…. Desde luego que baratos no están pero creo que
merece la pena sin duda pagar por un pescado así. Una pena la calidad de la foto.
También me han dicho que aquí merece la pena terminar con una
tabla de quesos. Una miradita ya he echado también a una tarta de hojaldre que
además era de la zona de Torrelavega. Todos sabemos que por allí el hojaldre lo
bordan. Lo digo además por propia experiencia. Creo que otro día me pasaré con
alguien más “golosona”. Mi hijo es poco “postrero”.
Pues cuatro quesos distintos, muy distintos. Comenzamos con un
queso con un toque de trufa. Queso más bien de “untar”. Nos encanta de primeras
su suave sabor. Un comienzo destacable. Pasamos a otro que lleva uva, aunque
también muy rico, de los cuatro ha sido el que ha pasado más “desapercibido”.
El tercero es un parmesano italiano. Me encanta como se rompe este queso. Sabor
muy potente, a “queso”. Sin tonterías. Y terminamos con uno que ya he probado
en más ocasiones. Hoy, cosa graciosa, ha sido Ioritz el que ha disfrutado más
de él. Recuerdo la vez anterior que dijo que era demasiado potente. Hoy me lo
ha parecido a mi. Desde luego que desapercibido no pasa. Un Picón Tresviso.
Un cafecito en la calle, hace una temperatura estupenda. El
total abonado ha sido de 119 euros, tengamos en cuenta que el champagne son 38,
muy buen precio, por cierto. Creo que un sitio donde comer buen pescado, con
buena atención y sin lujos. Volveremos a vernos, sin duda alguna. Su página web: www.lacasitadesabino.com
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