Es uno de los locales con más solera de
Bilbao. Lleva ahí……. pues toda la vida. Fernando Canales le ha dado una vuelta
de tuerca en cuanto a oferta gastronómica, dejándolo en las manos del chef Paul
Ibarra. Su propuesta es variada, con unas cuantas opciones. Me gusta eso de
poder comer raciones más pequeñas para probar así algunos platos más.
El tamaño de las mesas no invita a cena
demasiado romántica. El espacio está “demasiado” bien aprovechado y las mesas
de dos son muy pequeñas. Creo que en la parte superior tienen otro comedor y no
sé si allí las cosas serán algo distintas. Pagaría yo gusto un poco más por
comer más cómodo.
Otra de las cosas que no es demasiado
habitual encontrar y que para mi es un punto a su favor es la oportunidad de
probar todas sus propuestas de vinos por copas. Algo muy dífícil de ver en un
restaurante. Tampoco la demanda es demasiado exigente, luego.......
Así que hay que aprovechar la
oportunidad que se nos brinda y Arantza decide cenar acompañada de un albariño,
concretamente Santiago Ruiz. Ella es más de afrutados.
Yo me tiro un poco más hacia algo de madera y me decanto de principio por un Predicador. Un vino con 8 meses de barrica en roble y que se nota perfectamente en boca.
Paso después a por una copita de Juve Camps. Esto me va a ir mejor con el postre. Por cierto, generosas las copas, sin “tacañerías”.
Tras un pequeño repaso a su carta, al final vamos decidiéndonos por alguna de sus propuestas, muchas de ellas bien originales.
Yo me tiro un poco más hacia algo de madera y me decanto de principio por un Predicador. Un vino con 8 meses de barrica en roble y que se nota perfectamente en boca.
Paso después a por una copita de Juve Camps. Esto me va a ir mejor con el postre. Por cierto, generosas las copas, sin “tacañerías”.
Tras un pequeño repaso a su carta, al final vamos decidiéndonos por alguna de sus propuestas, muchas de ellas bien originales.
Comenzamos con el Fualimotxo. Servido en
un vaso de los de txikito de toda la vida. Una mouse de foie acompañada por una
geleé de kalimotxo. Nos ha gustado mucho aunque el peso lo lleva el foie, cosa
que yo agradezco sobremanera, me encanta su sabor. Quizás esto habría que maridarlo con un buen kalimotxo. Otro día igual hago la prueba. Mira que me gusta.
Pasamos a unas ricas croquetas de
chorizo pamplona. Me recuerdan tiempos
pasados. Bien rellenas y bien tratadas. Hemos pedido la tapa pero bien pudiera
ser esto prácticamente una ración. Muy ricas, la verdad.
En este local siempre han debido ser muy
famosas sus gambas a la plancha así que hay que probarlas pues las siguen
manteniendo. Están muy buenas y son de calidad. El único problema es que se han
pasado un pelín con la sal. Y mira que me gusta. La ventaja es que al ser sal gorda, puedes quitarla fácilmente.
El pan esta a mi gusto. Crujiente.
Generosidad pues si necesitas más, sin problemas lo tienes. Se agradece.
Unas alitas bravas. Generosa ración y generosa la salsa. Soy yo
más de alitas bien turraditas y sin compañías. Estas están muy ricas y es un
plato muy consistente. Ricas. Siento haber olvidado la fotografía. Cosas de las emociones.
Quizás el plato de la noche haya sido en
mi opinión el canelón de txangurro y marisco. Muy fino. Presentado en raciones
individuales y acompañado de una estupenda salsa de tomate. Pero tomate
natural, muy sabroso. Mi compi, cosas curiosas de la vida, prefiere el
artificial. Un plato con mucho sabor y un plato de alta cocina. Muy bien
conseguido.
Preguntamos por los postres y la
simpatiquísima camarera nos recomienda encarecidamente que pidamos la torrija y
el helado de dulce de leche. Pues no vamos a discutir. Cojonuda torrija muy
golosa y fluida. Bien empapada y jugosa. El helado….. está….. espectacular. Lo
reconozco a la primera. Merece la pena.
Salimos a la terraza exterior y nos
tomamos el cafecito de rigor y la infusión. El total abonado ha sido de 70
euros. Es un precio que me gusta. Se puede venir aquí, sin problemas. Una pena
lo del espacio. Para conocerles un poco mejor: www.losfueros.com
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