Uno se va haciendo viejo, demasiado para su gusto. Las cosas
están cambiando. Las cosas son muy distintas. Y eso no le es ajeno al asunto
del comer. Cada día aparecen locales que bien poco tienen que ver con los
restaurantes de siempre. Sitios que premian los pintxos y el picoteo sobre lo
que uno entiende por sentarse en una mesa y comer.
Y no es que no pueda uno hacer lo de siempre, que conste.
También existe esa opción. Y eso es lo que yo procuro hacer.
Hoy mi compañía es un “jilguerillo”. Amaia es de poco comer y
además sus bebidas preferidas son, más o menos en este orden: Moscato, Zurrakapote, Kalimotxo y Sangría.
Así que procuro elegir sitios con vinos por copas o bien sitios donde además
del moscato, pueda yo también tomarme una buena sangría, por ejemplo.
Así que reservamos mesa y nos vamos a otro local de la Plaza
Nueva. Buen ambiente. Repito lo que dije el otro día, hay ocasiones donde da la
sensación de que “hay vida en la tierra”. Hoy ha sido uno de esos días.
El local es muy moderno, lo que se lleva ahora. He estado en
varias ocasiones en su otro bar, en Diputación. Tienen unas barras de pintxos
que te hacen salivar. También suelen tener opciones de vinos por copas, algunos
incluso diferentes a lo más habitual. Horarios “europeos” de cierre que hará
que haya muchos días en los que no me apetezca ir.
Cuando hemos llegado la zona de barra estaba a tope. Mucha gente
comiendo pintxos. Nosotros hemos bajado a su agradable comedor inferior.
Ultimamente parece que hay un contagio de decoración rústica. Con poco
presupuesto se pueden hacer cosas bonitas. Vigas de madera, paredes blancas y
unos baños que hay que visitar sí o sí. Originales, bonitos, agradables.
Lo dicho, para beber….. sangría. Una pena. Poco alcohol tiene.
Es más bien light y además, a mi amiga, golosona donde las haya, le parece que
tienen muy poco azúcar. Hoy que quería yo “embotijarla”. J No ha podido ser.
Las camareras, totalmente diferente la una de la otra, son muy
amables. Cada cual en su estilo. Una más “de siempre”, la otra más “actual”. Yo
me entiendo.
Como siempre que ceno con Amaia, quiero que sea ella la que
decida. No quiero luego eso de: esto no me va y te lo tienes que comer tú.
Así que comenzamos con una ensalada mixta. Con unos estupendos
tacos de bonito sobre unas buenas
rodajas de tomate. Los espárragos a destacar, muy tiernos y suaves. Buenos
huevos cocidos y por supuesto, ese mezclum de colores verdes y variopintos que
adornan mucho y alimentan poco.
Buena ensalada, la verdad. Como no puede ser de otro modo, yo
como más bonito y ella más…. Verde.
No olvidar el buen pan, en forma de dos pequeñas txapatas
crujientes y que por cierto no han tenido coste adicional en carta. Cosa rara últimamente.
Después nos comemos dos buenos huevos con jamón. Esto es una de
mis cenas favoritas cuando estoy en casa. Allí lo hago menos “delicadamente”.
Sin ayuda de tenedores. Con buen pan casero y a dos manos. Es una delicia. Para
todos los días a mi dame esto y no cocina moderna.
Me sorprende al pedir carrilleras y eso que sabía que me
iba a tocar comerme el 90 por ciento.
Plato que da mucho juego y que me ha hecho disfrutar un montón el algunos
restaurantes que las bordan. Aquí han tenido, en mi modesta opinión, un fallo.
Creo que hay que limpiarlas bien de nervios antes de trabajarlas y no lo han
hecho. Estaban ricas de sabor pero……
Y como no puede ser de otro modo, la que tiene un estómago muy
pequeño para el asunto salado, parece que tiene uno de reserva para lo dulce.
Mira que le gustan los postres. Tras consultar con ambas camareras, las dos
coinciden. Tenéis que probar la torrija. Pues a por ella. Nos vamos a
“atorrijar”. Difícil que esté mala. Como siempre hay manos y manos. Estas las
dejaremos en nivel notable. Rica. Acompañada por helado de mandarina. En esta
ocasión es ella la que da buena cuenta de la práctica totalidad del plato.
Como no estoy disfrutando precisamente de la sangría, pido una
copita de cava para acompañar el postre y ya de paso un cortadito.
Evidentemente, esa mitad del azucarillo que no uso, va a parar a la torrija.
Esta mujer le echaría azúcar a la leche condensada.
Pues bonito lugar, muy buen servicio. Mesas cómodas y no
demasiado pegadas. La comida, habrá que probar más cosas, sin llegar a ser
notable, es más que suficiente. El total abonado hoy han sido 60 euros que me
parece un buen precio.
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