Nuevo descubrimiento, esta vez en la costera localidad de Bakio.
Día maravilloso que se convierte en una fría noche. Esperaba yo más ambiente.
Es sábado y ya los días son más largos pero a las 9 de la noche parece que el
mundo ha desaparecido. Muy poca gente por la calle.
Conocía de vista el local pero nunca había cenado yo aquí.
Comedor amplio, con unas enormes cristaleras que nos permiten ver un trocito de
mar.´
Buenas mesas y bien vestidas. Se nos acerca Sorkunde, una de las dos hermanas que regentan el
restaurante. Gotzone se encarga de la cocina. Llevan toda la vida en el mundo de la gastronomía y se nota.
Aunque nos acerca las cartas, como siempre, prefiero que sea
ella quien nos cuente un poco lo que mejor hacen.
Dos maravillas en forma de gilda como aperitivo y comenzamos el
recorrido gastronómico con unos estupendos gambones a la plancha. De buen
tamaño, de tremendo sabor y de perfecta ejecución. Riquísimos. Qué ratos de
felicidad pueden darnos algunos alimentos…….
Seguimos con un plato heredado de su amama. Unos espárragos que
resultan ser del mismo Bakio. Templados. Acompañados de unas cojonudas verduras
en su punto ideal, crujientes. Producto de calidad, producto bien tratado, plato
muy apetecible.
Degustamos ahora unas kokotxas rebozadas. De tamaño bocado.
Ricas, muy ricas. Acompañadas de unos pimientos rojos asados que también
denotan calidad a raudales.
Terminamos la parte salada con begihandi en su tinta. Textura
perfecta. Ni duro ni blando. Mucho sabor. Un plato para disfrutar untando. Para
que las uñas se queden negras pero que genera una satisfacción increíble. Muy
buen plato, la verdad.
Todos los platos han sido perfectamente repartidos por nuestra
anfitriona.
Tenía claro lo que iba a beber, estando donde estamos la lógica
empuja. Un buen txakoli, uno de casa, en concreto un Doniene XX. De Gorrondona.
Cien por cien hondarribi zuri. Racimos seleccionados todos en fincas del mismo
Bakio. 3 meses sobre lías. 6 meses en barricas roble francés. Y posterior
crianza en botella. El nombre viene por los 20 años de la existencia de la
bodega.
La etiqueta se corresponde con la pintura denominada “El aldeano
de Bakio” de Aldolfo Guiard.
Curiosamente, la primera vez que me sucede, me lo decantan. Esto
algo dice de cómo tratan aquí el vino. Temperatura ideal de consumo. Se mezclan
notas de frutas con algo de madera pero sin estar excesivamente presente. Es un
vino sedoso, agradable. Uno de esos txakolis que demuestran lo bien que se
pueden hacer las cosas con voluntad.
Aunque no estamos hambrientos, le comento si tiene algún postre
un poco especial y me recomienda su tarta de chocolate. Pues cojonuda
recomendación. Chocolate negro, acompañado de una sal gruesa. Una mezcla que me
apasiona.
Dos cafecitos preparados como debe ser, con la leche en su jarra
y así cada cual la añade a su gusto.
Abonamos la cuenta, 138 euros teniendo en cuenta que el vino son
30. Así que otro restaurante que lo cumple todo: situación privilegiada, elegancia,
producto estupendo y además cuidando la proximidad, servicio amable y
profesional y algo que no es tan sencillo de encontrar, un especial cuidado en
el asunto vinícola. Volveré, sin lugar a dudas.
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