Hemos salido de casa hoy sin rumbo
fijo, con la idea de pasar el día pero sin saber hacia donde dirigirnos. En una
de estas me dice mi compi que si vamos a Gernika. Pues oyes, no me lo digas dos
veces.
Tenemos suerte con el aparcamiento, presidido por el recuerdo de algo que
siempre quedará en la memoria de un acto cobarde y rastrero, desde aquí un
pequeño homenaje a semejante tropelía.
Nos acercamos a la zona de ambiente de la ciudad a tomar unos txakolis y
disfrutar de alguna de sus terrazas. Mucha gente por la calle. Poco a poco va
llegando la hora de comer y casualidades de la vida, nos encontramos con unos
conocidos, uno de ellos del mismo Gernika así que les preguntamos donde podemos
comer sin demasiados lujos pero rico. No lo dudan ni un momento, además estamos
cerca, nos dirigen hacia este local que al parecer tiene mucha fama.
Desde luego que lujoso no es, un sitio con unos años ya y que vemos
enseguida que algo tiene. Está a tope, nos dicen que tenemos que esperar unos
20 minutos y ya que estamos….
El menú de fin de semana dispone de variedad de primeros, segundos y
postres. Yo me decido por el marmitako y Arantza prefiere unas croquetas. Ambos
platos muy bien conseguidos y de buen tamaño. Yo repito, que el recipiente da
para ello.
El servicio, casi en su totalidad femenino tiene ya una profesionalidad
que los años han ido puliendo. Algunas de ellas en edad de jubilación más que
conseguida. Ningún problema con ellas. Sin esperas, sin agobios. Tonterías las justas.
Para beber y como no me gusta el vino del menú les pido su carta de vinos. No
es que sea impresionante pero curiosamente tengo un txakoli que ya había
probado y no muy lejos de aquí. Cosa lógica por otra parte puesto que es
originario de Muxika, Buenos momentos paso yo en Muxika, en el Remenetxe, allí sí que el asunto vinícola adquiere un nivel superior.
Txakoli Aguirrebeko, un vino que ha logrado varios reconocimientos y que la verdad es que está bien rico. Han tenido el detalle, sin yo solicitarlo, de cambiarnos las copas de uso habitual por unas más grandes. Si yo digo que siempre sabe más rico.
Txakoli Aguirrebeko, un vino que ha logrado varios reconocimientos y que la verdad es que está bien rico. Han tenido el detalle, sin yo solicitarlo, de cambiarnos las copas de uso habitual por unas más grandes. Si yo digo que siempre sabe más rico.
De segundos yo elijo unos txipirones en su tinta. De nuevo un plato bien
rico. De tamaño más que suficiente para no pasar hambre. Buena untada de pan,
por cierto, un pan que a pesar de ser de barra no es un mal pan.
Arantza se come un filete empanado con patatas y pimientos fritos, bueno,
los pimientos me los como yo que no son precisamente su pasión. Pues carne
tierna y jugosa. De nuevo plato bien realizado.
De postre ella que no tiene ya mucho saque pide una tarta helada y yo me
voy de cabeza a por su arroz con leche. El arroz muy goloso, un pelín
excesivamente líquido pero rico.
Pues aquí ya no pintamos nada, el cafecito lo tomaremos en alguna
terracita que apetece más. Si queréis comer bien, cocina casera, sin buscar
tonterías, es una opción destacable. El precio del menú de fin de semana es de
20 euros, nosotros hemos abonado nuestro vino, lógicamente.
Después del café le comento a Aran si le apetece acercarse hasta Bermeo.
Así que hacia allí que arrancamos. Aquí el asunto marino tiene su peso.
Subsanados ya los destrozos del pasado temporal. Allí está el viejo ballenero. Aunque a mi me recuerda a tiempos donde el "poderoso hombre blanco" ha sido de todo menos humano. Bueno, que tampoco han cambiado tanto los tiempos, hoy la esclavitud tiene otras formas pero está tan presente como siempre.
Y terminamos la vuelta a la geografía bizkaina con la visita más que
obligada al precioso entorno de San Juan de Gaztelugatxe. Aquello se pone a
rebosar en el periodo veraniego, de todos modos lo merece.
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