19 de febrero de 2017

HERRIKO TABERNA MIKEL BENGOA (MEÑAKA): Y de postre.... pues ponme unos callos.

Tontamente casi un año ha pasado desde mi primera visita a este restaurante que tan buenos comentarios genera. En aquella ocasión tuve la oportunidad de comprobarlo por mi mismo y era hora ya de volver y probar uno de esos pescados que, al parecer, tan bien preparan.


Desde que he descubierto a “mi nueva amiga”, la chica que me indica amablemente como llegar a los sitios, he ganado un poco de tranquilidad. Ahora puedo permitirme el lujo de “madrugar” menos. Así que aprovechamos y nos tomamos un cafecito en Mungia para después, a la hora convenida, acercarnos hasta la pequeña localidad de Meñaka.
Menos mal que he sido precavido y he reservado con tiempo, el comedor se llena e incluso los hay que cenan en las mesas que tienen en el bar. Esto suele ser casi siempre señal de buen hacer.

Cada vez me gusta más eso de dejarles hacer, de no pedir las cartas, de preguntar por sus mejores productos. Así que “negociamos” con Eloisa la cena de hoy. Como mi compi no es precisamente la persona más “tripera”, y teniendo buenos peces y de buen tamaño, degustamos de entrada su aperitivo, consistente en un par de excelentes antxoas maravillosamente regadas por un aceite de la variedad cornicabra, de la zona de Avila. Denominada así por la forma un tanto en pico del fruto. Con el excelente pan doy buena cuenta de ella y dejo el plato listo para sentencia.





Hoy, perfectamente aconsejado por nuestra anfitriona, que sabe “un poco” de vinos, nos decidimos por otro cava que no había probado nunca, un Grimau Reserva Familiar Brut Nature. Elaborado con las variedades Chardonnay, Macabeo, Parellada y Xarel-lo. Con unos 40 meses de crianza.


Burbuja muy fina y persistente, de color muy limpio. Un vino que se bebe casi demasiado fácil. Así que mi compi disfruta de lo lindo con él. Ella es mas de no notar demasiado la burbuja, a mi me encanta saber que está ahí. Al final de la cena y dada mi elección, me ha faltado quizás un poco de "potencia". Pero reconozco que está rico, muy rico.


Nos presentan ahora la estupenda lubina que nos vamos a comer. De kilo doscientos. Nos la emplatan individualmente. La foto grande engaña un poco, da una sensación que no es. Pero lo vemos perfectamente en la foto de la ración. Un pescado de una calidad fuera de dudas. Punto perfecto. Carne abundante y suelta. El toque cítrico del aceite que lo baña es ideal. Nada exagerado, está ahí pero no “molesta” en absoluto.


En la segunda vuelta degustamos cada uno la parte contraria a la primera. 


Para Arantza esto es la cena ideal, yo “necesito” un algo más y me comenta Eloisa que bien pudiera prepararme Mikel media ración de callos. Pues al final, la cosa pasa a mayores y la media ración se convierte en una entera. Para más inri los prepara a la antigua usanza, acompañados de unas estupendas patatas fritas pero cortadas “en gordo”, como me encantan. El sabor a patata se potencia. Bañadas con esas salsa bizkaina que está espectacular. No tengo ayuda alguna de mi compañera de mesa asi que tengo que torear con la ración y hoy no puedo permitirme el lujo de pedir sopitas. Así que quedo como un “campeón” y me pongo literalmente “morado”.


Dejo que Aran disfrute de una pequeña ración de su tarta de tres chocolates. Ahora soy yo el que no puede acompañarla. No tengo sitio para nada más. Estoy mucho más que satisfecho. He pasado un rato apoteósico comiendo esos callos. Luego que quejo de mi pobre estómago…..


Un cafecito bien rico y de nuevo me quedo con las ganas de probar uno de esos Gin Tónic que tan buena pinta tienen.
Pues de nuevo plena satisfacción de la experiencia vivida. Buen servicio, simpático y amable. Buenos consejos de la jefa de sala y muy buen hacer desde la cocina.

Ya estaban en mi lista de favoritos pero hoy creo que han subido incluso algún puesto. Además creo que su relación calidad-precio es de las mejores que conozco. Hemos pagado 90 euros por todo, con invitación al postre y al café. Me encanta ese recipiente de madera donde te sacan la cuenta. Curiosamente sigue oliendo a humo. Desde luego que es auténtico y especial.


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