Dicen algunos que mejor cumplirlos pero ya empiezan a
pesar y a pesar mucho. De todos modos nos sentiremos orgullosos de haber
llegado hasta aquí y esperemos que tengamos unas cuantas oportunidades más de
disfrutar como hoy lo hemos hecho.
Cada cual celebra sus cumples como quiere, yo sin duda,
con unos cuantos homenajes gastronómicos. Que me quiten lo “bailaó”.
Hoy , acompañado de mi retoño y de la que espero que
dentro de no demasiado sea la madre de algún pequeñín que me de alguna alegría,
me acerco a otro de los que sin duda es, uno de los sitios donde mejor me
siento.
Nos reciben como siempre, con una amabilidad casi fuera
de lo común. Marian y Aitor. Hacen un equipo de diez. Es jueves y las cosas
están como están. Pero al menos algunos nos animamos y podemos disfrutar aún
mejor de esta cocina de producto, sencilla dirían algunos, estupenda diría yo.
No queremos cartas, queremos cenar y prefiero que sean
ellos los que decidan lo mejor que pueden ofrecernos hoy. No puedo dejar de comentar que hoy la fotógrafa ha sido mi nuera, creo que se nota. Esto de tener móviles de última generación....
Como regalo, Oihane e Ioritz me han obsequiado con algo
que saben que me encanta. Cada uno ha elegido una botella y yo he decidido cual
bebíamos hoy. Caballo ganador, sin duda. Un vinazo que es casi un txikillo. Un
Tondonia blanco Reserva 2003.
El vino bien pudiera esperar y además unos
cuantos años pero yo no estoy tan seguro así que mejor beberlo ahora que rico
está y mucho además. Poco que decir de él que no se sepa ya. Simplemente
espectacular.
Destacaremos de este restaurante el pan. Está cojonudo.
Corteza muy crujiente. Antes de empezar ya hemos dado buena cuenta de él. Así
mismo su txistorra, que suelen ofrecer de aperitivo está sobresaliente. Un
toque de picor que la hace más atractiva aún.
Comenzamos con un plato que al igual que el vino es
caballo triunfador. Un riquísimo tartar de atún. Para Oihane era su primera vez
y ha tenido el éxito esperado, le ha encantado. Mi hijo lo encuentra un poco
pasado de picante. Yo creo que está perfecto pero es tal mi predilección por
este plato que quizás no sea yo el mejor catador. Presentado en medias raciones
individuales que bien pudieran ser raciones enteras. Muy sabroso, la verdad.
Media docena de unas contundentes croquetas de jamón. De
buen tamaño y con un relleno más que generoso. Si viene hoy “mi jilguerillo”,
con un par de estas se va cenada para casa. Muy bien cocinadas. Como se dice y
creo que tiene su razón de ser, donde comas buenas croquetas, difícilmente
comerás mal. Aquí se ha cumplido pero es algo que yo ya sabía sobradamente.
Como tercer entrante nos sacan una tortilla de bacalao.
Sin gafas uno ya no es capaz de percibir correctamente los detalles. Al
principio he pensado que los trozos que veía eran de patata pero no, Eran
trozos del pescado de un tamaño enorme. Este pescado tiene que tener su
textura. Quizás la palabra correcta sería que tiene que “crujir” un poco.
Quedarse entre los dientes. Unas lascas de una calidad superior. El huevo bien
cuajado pero creo que con tiempo. Esto no se ha hecho en dos minutos. Está
jugosa de ganas y sabrosa, muy sabrosa.
Para probar un poco de todo, cada uno hemos elegido un
plato, estupendamente guiados por Marian. Oihane se ha decidido por una merluza
con begihaundi en su tinta. Para muchos esto resulta una mezcla curiosa. Yo he
tenido la ocasión de probarlo en más de una ocasión y ciertamente está
espectacular. Además conozco muy bien como prepara Aitor el begiandi y en pocos
sitios puede alcanzarse este nivel. La clienta ha quedado satisfecha, eso es lo
principal.
Mi hijo quería probar las carrilleras. Además hoy me ha
enseñado que para ver si están bien hechas hay que aplastarlas un poco con el
tenedor. La prueba ha sido superada con creces. Acompaña a la carne una salsa
que está para untar pan sin descanso y una crema de patata muy fina. Hoy mi
retoño está un poco agotado y no sé yo si ha sido su mejor día.
Yo tengo el placer de degustar un rabo guisado igual que
las carrilleras. Pero un rabo guisado a
las mil maravillas. Carne suelta. Queda el hueso limpio, impoluto. Media ración
que si me pilla con la mitad de años hubiese repetido en más de una ocasión. La salsa parece chocolate. Intensa, densa, sacando lo mejor.
Nos queda un poco de vino, nos da casi pena que se
termine así que Ioritz, quesero al cien por cien, está conmigo en que media
ración del estupendo queso de Zamora (foto superior) que tienen ya comeremos. Oihane se decanta
por un brownie de chocolate y lo acompaña de un helado de avellana. Rico el chocolate, rico de ganas el helado.
Cafetero sólo soy yo así que un cortadito bien preparado.
Charla con nuestros anfitriones y salimos con una sensación muy placentera.
Bien comidos, bien atendidos y habiendo disfrutado de una buena charla.
115 euros ha sido el total abonado (El vino lo hemos llevado nosotros). Me parece un precio
justo por lo degustado. Lo considero barato. Calidad a raudales, tanto en
producto como en preparación. Su página web: www.restaurantetrueba.com
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