Hoy
hemos tenido un día veraniego y que mejor ocasión para hacerles una visita en
ese paraje inigualable del entorno del monte Gorbea a nuestros “viejos”
conocidos del Kiloterdi.
El
sitio es precioso. Entorno verde, preciosos caseríos y algunos ya más
“elegantes”. Campas, montes, ovejas, caballos, árboles…… Mires donde mires
naturaleza en estado puro. Incluso algo de nieve queda.
Nos
reciben Kepa y Randa con su simpatía habitual. Como si nos hubiésemos visto
ayer.
Nos
dan a elegir entre la terraza exterior y el comedor interior. Hace demasiado calor
y quizás estemos mejor dentro. Acertada elección.
Como
venimos con la idea de comer “un poco” de carne, les decimos que no nos llenen
demasiado los estómagos. Allí que aparece Kepa con la pieza de carne. La madre del amor hermoso. Aunque el txikito está un poco delgado, podéis ver el tamaño de la susodicha. Así como la veis pesa mil ochocientos gramos de nada.
Así que ahora sí que tenemos muy claro que no queremos llenarnos antes de tiempo. Comenzamos con un aperitivo
en forma de pequeña hamburguesa preparada al estilo tradicional libanés y con
la carne que vamos a degustar después. Creo que el nombre de semejante
preparación es kafta. Que me corrija Randa si he metido la pata. Con el toque
clásico de sus especias y con una salsa de yogur que está cojonuda.
He
pedido el permiso correspondiente y llevo el vino. Un alvarinho Dorado superior
2005.
He disfrutado inmensamente de añadas anteriores pero algo ha pasado con
esta botella que nos ha dejado un tanto desangelados. No tenía la potencia de
otras y tenía un toque un tanto peculiar que no soy capaz de describir pero que
nos ha hecho no gozarlo en su justa medida. No puedo decir, ni por asomo que
estaba malo, no. Pero no era lo que esperaba. Además mi hijo y Kepa me lo
confirman.
Continuamos siendo comedidos y nos sacan una ensalada de
tomate y bonito con un poquito de cebolla y un aliño que se merece unas buenas
“untadas”. Curiosamente y no estando aún en tiempo de tomates, el que
degustamos está de muerte. Dice Randa que Kepa ha encontrado un sitio que no
nos va a desvelar en el que los venden de “aquesta guisa”. Además mi hijo y yo
nos llevamos bien para el reparto, él es más de tomate y yo más de bonito, Sin
“hacer ascos” al resto, eso sí.
Y
nos llega el turno de darnos el homenaje. Acompañado por unos pimientos rojos
asados y una ensalada de lechuga aliñada en la que se descubren toques de la parte femenina del local, allí que
aparece el SR. Txuleton.
Tenemos
a nuestra disposición una especie de pequeña plancha para darle el toque de
calor apetecible. La carne nos gusta más bien poco hecha pero si se enfría pierde
totalmente el encanto en mi modesta opinión.
Poco
a poco vamos dando cuenta de ella. Está cojonuda, sin más historias. La
procedencia es “secreta” aunque supongo, sin duda alguna, que de muy lejos no
será precisamente.
La
grasa estupendamente integrada en la carne. Además se deja comer con gusto. El
txikito hace “sus pinitos”, intenta mezclar pero.... si a fin de cuentas con el buen jamón haces lo mismo......
A
mi no me dejan elegir postre, Randa ha preparado algo que sabe que me gusta
mucho y además hoy lo ha hecho de manera un tanto especial. Una mousse de limón
que da hasta pena empezar a comerla. Lleva su toque de naranja y algún que otro
regalito por ahí que no he conseguido identificar. La textura perfecta, quizás
para que nos entendamos la tiene de yogur griego. Está muy pero que muy rica.
Ioritz
le echa un vistazo a la botella de vino y como queda para una buena copa se
permite el lujo de pedir media ración de queso. Mira que le gusta. Así que
lógicamente un Idiazabal de la zona, eso sí, sin compañías que el membrillo es
un alimento “prohibido” en su dieta. No lo ha soportado jamás. El se lo pierde
pero sobre gustos……..
Un
cafecito de puchero para mi. Que sale a
temperatura café de puchero, es decir…. Ardiendo. Está a mi gusto. Una pena que
no sea capaz de disfrutar como se merece del “verdadero café” libanés. Igual
con el tiempo me voy haciendo a ese intenso sabor.
Charla
en “familia” con los protagonistas de la velada. Buena gente, con muchísimas
ganas, peleando a diario con esta época que nos ha tocado vivir. Lo hacen bien,
lo hacen muy bien. Su público, sobre todo en el hotel, es de procedencias muy
diversas. Yo desde luego que os
recomiendo que visitéis este sitio. Comer vais a comer de madre y las vistas
bien merecen la visita. Además os van a tratar inmejorablemente.
90
euros han tenido la culpa. Creo que casi la txuleta los vale. Así que me parece
un precio muy justo para lo que hemos comido. Lo dicho, volveremos. Su
página: www.ellaurihotela.com
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