Para no perder las “buenas costumbres” y como no podía
ser de otro modo, este 5 de enero hay que celebrarlo como es debido. Así que
mejor en uno de mis preferidos. Pensaba
que iba a ser un día complicado, no lo es tanto. Imagino que el hecho de ser
martes ha hecho que muchos piensen que no estaría cerrado. Hoy le soy “infiel” a “mi
mesa”. La espalda de Aran no está para muchos trotes y mejor no forzar. Así que
nos acomodan en una de sus estupendas mesas de madera de “buen calibre”. Silla para ella, asiento acolchado para mi.
Dejo que mi compi eche un vistazo a su carta. Los nombres
de los platos tienen “su aquel”. Mientras tanto hoy descubro, gracias a esa carta
una cosa que no sabía. El Aliron de nuestro Athletic que tiene historia propia.
He visto que en su carta de vinos aparece una cosa que no
he visto nunca. Un ribeiro del que no me suena su nombre. No es de extrañar
pues compruebo que la bodega nace en 2013. Concretamente en Ourense, a orillas
del Miño. Preciosa etiqueta, obra del fotógrafo gallego Alberto Martí. En ella
aparecen tres personajes de la época, El “rico”, el párroco y el “pobre”.
Algunos piensan que sí pero tampoco ha cambiado tanto el asunto. Al menos ahora
los pobres podemos probar cosas como estas y no son ya tan solo privilegio de
unos pocos.
La botella, de estilo Borgoña, de vídrio ahumado. Uva Treixadura y
conservado sobre sus lías. Un vino que me ha sorprendido gratamente.
Evidentemente a mi chica no le ha hecho tanta gracia. No es ese sabor afrutado
sin más. Tiene clase. Un sabor distinto a lo habitual. A mi sí que me ha
encantado. Su nombre: Ramón Do Casar, cosecha 2014. Creo que me lo apunto.
Perfectamente aconsejados por el camarero que nos
atiende, uno de los “jóvenes veteranos” del local, decidimos compartir tres
platos.
Nos obsequian primero con una crema de calabaza que ayuda
a entonar un poco esos destemplados cuerpos.
El pan ha sido uno de los protagonistas. El panadero creo
que “me conoce”. Corteza crujiente a más no poder. Me encanta. Esperemos que
estos maltrechos dientes aguanten una temporada más. Riquísimo.
Comenzamos la cena con unos riquísimos Raviolis de bosque
otoño con pomada de champiñón. Vienen acompañados de un vasito de capuccino de
avellanas que está para comérselo con cucharilla y que bien pudiera ser un
postre. Probamos cada cosas por su lado y después hacemos la mezcla. Me gusta
que se note el sabor de la pasta. A pesar del excelente acompañamiento que no
enmascara el producto. Muy conseguido. Si la que tengo delante disfruta así con
lo “especial” que es, señal de que esto está muy rico.
Detallazo de emplatarnos todo individualmente y en
raciones que bien pudieran parecer enteras. Gracias me hace cuando leo por ahí,
en esas páginas “demasiado abiertas” a la opinión, de que aquí racanean con las
raciones. Pues si esto es racanear, ¿qué será? La generosidad……..
Pasamos al Sukalcook de guisos largos a la bizkaina.
Carrilleras y callos. Te dan la opción de que elijas el ingrediente principal.
Por la que me acompaña, lo de los callos queda descartado así que nos
decantamos por unas estupendas carrilleras.
Tienen el detalle de
obsequiarme con algún callito de compañía. Acompaña al plato una especie de
crema con un sabor más que intenso. Por sí sola es de “complicado” sabor pero
al mezclarla con la salsa el resultado es muy agradable. Para Aran esto ya es
demasiado. Valiente sí pero hasta cierto punto. A mi sí que me ha gustado por
lo original y por lo arriesgado.
En cuanto lee lo de txuleta no puede evitarlo así que
finalizamos la parte salada con el Taco de Txuleta de la Hostia con patata y
pimientos rojos asados. Por supuesto ella pide que se la pasen un poco más.
Carne de excelente calidad. Muy tierna pero a su vez con muchísimo sabor.
Volvemos a no estar de acuerdo pero eso me favorece. Esa grasa que ella es
incapaz de comer me la “dona”. Qué placer cuando mezclas la parte magra con la
grasa. Esto es como comer paletilla pero a lo grande. Muy buena. Estupenda. Los
pimientos están a la altura y la patata idem de idem.
Mientras yo salgo a la calle a echar un poco de
humo, nos obsequian con un postre que no
habíamos pedido. Un Brownie de chocolate acompañado de un helado color rosa. De
primeras digo que es un sugus de fresa. Luego digo que me recuerda a un
“palote”. De Juan a Pedro……… Pues tampoco ando tan mal de paladar.
Efectivamente la idea es que sepa a sugus. Pues sabe.
Y terminamos con dos raciones tremendas de Torrija con
helado. Esta vez, se llame como se llame, me sabe a caramelo de café con leche
o algo muy similar. Hay que reconocer que Diego es un verdadero artista en lo
que a hacer helados se refiere. La torrija está jugosa y riquísima. Tal es la
cantidad que incluso un servidor tiene que dejar un poco en el plato. Hemos cenado
casi en exceso. Pero como dice el otro: “ande yo caliente”…….
Con un rico cortao y una infusión damos por concluida la
velada. Tranquilo ambiente. Restaurante de mucho éxito en la capital. Son ya
unos años de rodaje y les va bien. Seguiremos siéndoles fieles, se lo merecen.
Sin contar el vino, hemos salido a 40 euros por persona
que me parece, como siempre, una estupenda relación calidad-precio. Su página web: www.bascook.com
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