Aprovechando que padre e hijo estamos “de Rodríguez” nos
acercamos a la capital a disfrutar de una estupenda cena. Hoy es uno de esos
días, cada vez hay más, en lo que antes de, ya sabes que vas a gozar.
Aizian es, sin duda alguna, uno de los referentes claros de
Bilbao. Un restaurante elegante, con un maravilloso servicio y una cocina de
altísimo nivel.
Para Ioritz es su primera vez, yo ya he tenido unas cuantas
oportunidades de disfrutar de su cocina y de sus excelentes cocineros al mando
de Josemi.
Dejo que el txikito vaya echando un vistazo a su larga carta,
con muchas referencias, sobre todo en cuestión de entrantes. Que vaya pensando
en algo diferente.
Mientras tanto, ayudado por la jovencísima sumiller, voy
intentando elegir un vino que nos guste a ambos y a ser posible que no hayamos
probado. Mi memoria es muy frágil pero creo que no lo había catado. Un
albariño, un Nora da Neve, cosecha 2015. Cien por cien albariño y con una
crianza sobre sus lías de medio año en barricas de roble francés. Pues ha sido
curioso el asunto. Hemos disfrutado no de un vino, hemos disfrutado de tres.
Comienza con fruta, a nuestro parecer demasiada. Nos hemos dicho que no era
precisamente lo que queríamos. Al cabo de un rato ha aparecido una acidez
marcadísima, casi excesiva. Pero el vino ha necesitado al menos media hora para
expresarse realmente. La fruta ha ido perdiendo intensidad y la acidez se ha
contralado. Ha pasado a ser un vino mucho más agradable, más sedoso. Creo que
con uno o dos años de botella este vino resultará mucho más interesante.
Tengamos siempre en cuenta que el que escribe es un completo ignorante en estos
asuntos pero no lo es en sus gustos personales. Nos alegramos de la elección.
Comenzamos con unos aperitivos en forma de vasito de una
crema que recuerdo lleva foie y un salmón con una excelente crema. Eso de no
apuntar hace que no recuerde la mitad de los nombres pero ambos a un nivel
altísimo. Han volado literalmente del plato.
El pan, del que te sacan tres variedades para elegir, es otro
punto fuerte del local. Yo no puedo evitar irme a mis pasiones. Pan de maíz,
riquísimo. Mi compi va cambiando y al final prueba todos ellos. Uno con
aceituna y el otro de masa madre.
Han tenido la amabilidad de emplatarnos todo lo degustado en
raciones individuales, incluso algunos no tan sencillos de repartir. Un
detallazo a agradecer.
Tomates en texturas con mousse de antxoas en salazón, olivas
negras y albahaca. Un plato genial. Alta gastronomía. ¿Dónde puedes comer algo
así? Delicado, suave, sabroso. Texturas y sabores marcados.
Raviolis de rabo de buey con caldo concentrado de
cocido-manitas, berza frita y pan de algas. Sabor potente el del interior de
los raviolis. Increíble el sabor de la berza. Caldo de comer con cuchara. Plato
que llega a la nariz en cuanto se posa en la mesa. Genial.
Rape asado con carbón de txipis y crema de apio-nabo. Uno de
los mejores pescados que he tenido el lujo de degustar. Increíble textura y
sabor del rape. Generalmente suelo dejar que mis acompañantes expresen sus
opiniones antes de decir nada. Cuando escribo no sólo aporto mis emociones,
suelen ser compartidas. El ha sido quien ha comentado que era un pescado
cojonudo. Curioso ese carbón, esponjoso de txipis. Es puro sabor a salsa de
txipirón.
El txikito es cada día más “osado”. Le encanta probar cosas
nuevas, platos que uno no suele poder degustar en casa. En esta ocasión se
decide por la liebre. Una liebre cocinada de tres maneras distintas. Un muslo
que quizás ha sido lo mejor. Marinada, curioso sabor y más clásica, estofada. El
txikito se queda con el muslo pero yo me quedo con el plato en general.
Perfectamente “domada” la carne. Suave a más no poder y sabores marcados y
diferenciados. Tres platos en uno.
Ya me comería yo bien a gusto una de esas
tartas de queso azul pero estando con quien estoy, obligatoriamente
degustaremos una tabla de quesos, eso sí, sin que mermeladas o membrillos lo
lleguen a rozar siquiera. Mira que es quisquilloso…..
Pues a por ellos. No estábamos muy seguro de por dónde
empezar aunque teníamos clarísimo dónde teníamos que terminar. Así que hemos
ido probando tranquilamente. Un Idiazabal curado, un comté, un Idiazabal
ahumado, un desconocido para mi del que no recuerdo nombre y un azul de
Iparralde que imagino será un Itxassou. Todos están riquísimos, todos tienen
sabor. Nos ha impresionado mucho el ahumado. Generalmente tienen un toque
lógico a humo pero éste se sale. Notas ese humo, notas esa leña quemada. Nunca
me había pasado. El azul está para untar sin conocimiento en esos panes que
acompañan la tabla. Las mermeladas, cosa mía, merecen aunque estos quesos no
necesitan ayuda alguna.
Cafecito de alto nivel y allí que nos acompañan esos detalles
fin de fiesta. Hoy había novedad. A la teja y el puro chocolate le acompañaba
un pequeño bombón de chocolate al Baileys. Disfrutando que es gerundio.
El total de la cena han sido 128 euros. El vino son 28 luego
un precio ajustadísimo para su altísimo nivel de local, de servicio y de
cocina.
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