Buen
recuerdo tenía yo de mi visita de hace ya más de 3 años. El tiempo pasa a una
velocidad…….. Y tenía ganas de visitar esta localidad cántabra que de algún
modo está muy ligada a mi. Las circunstancias han hecho que mis vivencias en
ella hayan sido muchas y satisfactorias.
Así
que “agarro” a mi amiga Marijo que es una glotona excelente y arrancamos hacia
Laredo con un peligro añadido en esa ya de por sí, no demasiado atrayente
autovía…. Una niebla del carajo. Con paciencia y “buena letra” llegamos a
nuestro destino. Un paseo para recordar viejos tiempos y un cafecito en un
local donde sé que lo preparan estupendamente, no es cosa sencilla encontrarlo
por aquí.
A
una hora decente nos acercamos al Everest 2 y nos acomodan en nuestra mesa.
Pequeño comedor de cuatro mesas pero muy agradable. Buen tamaño y bien
preparado. Allí que se nos acerca la propietaria con su libreta en mano. Aquí
no hay carta. Hay producto y producto del bueno.
Nos
“canta” algunas cosillas y da en el clavo. Pensaba yo que iba a librar hoy del
pulpo pero….. estas mujeres…… Así que comenzamos con una ración de pulpo a la
gallega. Para mi gusto un pelín pasado pero reconozco que me gusta un tanto
“tieso”. La mayoría de la gente hubiese dicho que este estaba ideal. De sabor
cojonudo y el aceite y pimentón de los que invitan al “unte”.
Si
algo cambiaría yo en este local sería el pan. Cuanto hubiese disfrutado hoy con
un buen pan casero, con buena miga y crujiente corteza. El de hoy pan, sin más.
Hemos
escuchado aquello de “manitas de cerdo” con salsa bizkaina. Pues para qué
quiero más….. ambos decidimos probarlas. Además la “jefa” nos comenta que están
estupendas según la clientela del mediodía. Nos sacan un par de ellas y tal es la satisfacción lograda que no
podemos reprimirnos a repetir. Están de diez. Exacta la sal, exacto el punto y
la salsa….. maravillosa. Gordita, sabrosa, con un ligero pero casi inapreciable
toque picante….. esto sí que hace que el pan sea imprescindible. Si no
hubiésemos pedido ya el siguiente plato, hubiésemos ido a por la tercera sin
dudarlo. Un hurra por la señora cocinera.
También
había escuchado por ahí que aquí hay buena carne. Así que nos pedimos un
entrecot que no sea demasiado grande para compartir. Pues efectivamente aquí
tienen buena carne. Hecha al punto o como diría alguna que conozco…. Sin hacer.
Sin desperdicios, sin durezas, con un gusto a carne que, valga de redundancia….
Da gusto.
Mención especial merecen las patatas fritas. Nos las han puesto con
ambos platos y son caseras y hechas al momento.
Sabemos
que aquí también se le da importancia al asunto de los vinos. Hemos charlado un
rato con el propietario que es el que atiende la barra y me comenta, cosa que
ya sé, que la “audiencia” en general pide blancos de año, los pide helados…. Yo
quiero algo más “viejo”, con algo de crianza y con su temperatura. Así que me
recomienda un Amaren. El pensaba que tenía un 2011 pero se conoce que por lo
menos alguien bebe como yo y el que tiene es el 2013. Un vino fermentado en
barricas nuevas de roble francés durante 8 meses.
Lleva la Viura como uva
principal y un 15% de malvasía. Creo que incluso puede aguantar algún año sin
problemas, aún se nota un poco la madera pero está muy agradable. Algo de fruta
pero se nota mucho esa crianza. Incluso Marijo que es de vinos más jóvenes y
afrutados me comenta que le gusta. Además este tipo de vino “puede” muy bien
con esas patas y con esa carne.
Tenía
yo un recuerdo de las tartas de este local. Las traían de Torrelavega y sabemos
muy bien que allí el hojaldre lo bordan (fíjate que casi está tan rico como el
de mi pueblo…. J.
Eterna rivalidad entre algunos conocidos….. Qué sería la vida sin estas
“salsas”……
Hoy
al degustarla he notado que era demasiado dulce. Un tanto empalagosa. Incluso
la mantequilla tenía un color “demasiado amarillo”. Al preguntarles me han
dicho que desgraciadamente el distribuidor de las de Torrelavega las lleva a
Madrid y de allí a Laredo con lo que llegan un tanto “pasadas”. Así que en
tanto en cuanto no cambie el asunto, seguirán trabajando con la pastelería de
Laredo que trabajan. No vayamos a pensar que está mala, no. Pero no tiene la
finura de la de Torrelavega ni por asomo.
Creo que con lo dicho sabréis cual es cual sin dudarlo. Dos
buenos “cortaos” y abonamos los 89 euros de la cena. Un trato familiar, una
cocina casera y de una calidad muy alta, con un producto excelente. Creo que es
un local de merecida visita y si se vive por la zona de repetir con asiduidad.
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