Hoy ha sido sábado, lo del título es porque
mañana, aún siendo uno poco creyente y menos practicante, va a sentir realmente
lo que es un domingo de resurrección tras la experiencia vivida.
Siempre he dicho que para mi este es, sin
duda alguna, uno de los mejores restaurantes que conozco en todos los sentidos:
entorno, tanto el exterior como el interior, comida, servicio, cocina,
amabilidad, simpatía………
Eso sí, hay una cosa que me tiene un poco
“preocupado”, salgo de aquí con la sensación de no necesitar comer nada más en
una semana.
Quizás hay restaurantes donde si te sientes
lleno dejes algo en el plato pero aquí está todo tan rico que da una pena……..
Veo con alegría que el personal sigue siendo
el mismo de siempre, esto me parece una buena señal y que siguen siendo igual
de simpáticos y eficientes en su trabajo.
Hoy es de día, estoy acostumbrado a cenar y
las cosas se ven de otro modo. Sigo pensando en que me gusta más la noche, que
conste. Me parece tener otro encanto.
El local hasta los topes y al parecer está
siendo la tónica general de todo este fin de semana tan largo. Me alegro por
ellos y además esto significa que las cosas se hacen bien.
Por lo pronto nos colocan tres tipos de pan,
a cada cual más rico. No han sido demasiado necesarios por el menú en sí pero
al final, a lo tonto, han ido desapareciendo del plato. Es un “vicio” que me
tiene perdido.
Comenzamos con el primer aperitivo: Crema de
foie caramelizada con espuma de avellana.
Un verdadero placer en boca. Fino a más no poder. Sabor y sabor. Da
mucha pena que se termine. Comenzamos de diez.
Como segundo aperitivo nos sacan unos
espárragos naturales de “La Rioja”. Producto puro, se deshacen en boca. Poco
más que decir de algo así.
Llega el turno del primer entrante: Salpicón
de la huerta. Un trampantojo en forma de tomate y relleno de marisco.
Acompañado de una espuma de manzana ácida.
Muy bonito en presentación y muy sabroso al
degustarlo. El interior, lo más sabroso del plato en cuestión es un salpicón de
marisco muy rico. La espuma ácida de manzana es un acompañante perfecto para el
sabor del marisco.
Continuamos con Pochas frescas en salsa
verde con almejas y kokotxa. Unas “bolas” en forma de pocha que recomiendan
comer de una en una. Sabor de nuevo en un plato suave, muy agradable. Todo el
conjunto resulta muy bien armonizado.
Le llega el turno a un “extra” que hemos
intentado cambiar por otro plato para no hacer excesivo el menú. Pero creo que
Nacho me quiere “aniquilar” y no sabe muy bien como hacerlo y ha decidido que
muera de una tripada. Que conste que sería una muerte muy dulce.
Papada de Pio negro sobre alcachofa
salteada, cola de cigala a la plancha y aire de soja. Pues no me gusta a mi
nada esa papada…… además mi compi ha tenido la “gentileza” de pasarme su
ración. No veas como me he puesto. Si eso me lo sacan como plato único, cojo
una hogaza de pan casero y allí me paso media tarde untando. Vicioso a más no
poder. La cola de cigala, de tamaño XL, por cierto, está de rechupete.
Excelente combinación de sabores. Me ha gustado mucho.
Pasamos al huevo poché con perretxikos y
torrezno casero frito. Preciosa presentación de nuevo. Esto es ya la ost…..
Plato contundente, de sabores marcados. Hay que mezclarlo todo y con un trozo
de pan empujar y disfrutar. Gracias por colcarnos cucharas para no meternos un
kilo de pan. Pero se merece una buena untada. Otro acierto de cocina, sin duda
alguna. Esto pillarlo a las 11 de la mañana en un día de trabajo…… sería la
repera.
Aquí nos llega el pescado: lomos de verdel
sobre guiso de guisantes y jugo de percebes. Esto lo puede comer un anciano de
cien años sin un diente, suave no, lo siguiente. No hace falta masticar.
Excelencia en el producto. Los guisantes frescos y jugosos y ese toque de percebe
que se deja notar, sin duda alguna, ayuda a hacer más sápido en sí el plato.
Muy bien.
Ahora nos llega el plato del que queríamos
habernos “escaqueado” pero donde manda capitán……. Así que a por ello que vamos.
Un poco os va a poner nos han dicho. Pero este hombre, cántabro y encima con
experiencia navarra, es evidente que no sabe muy bien el significado de la
palabra “poco”.
Cuello de cordero lacado relleno de sus
lecherillas. Otro plato consistente, otro plato con mucho sabor. Esa parte del
cordero donde compartes la carne y su gelatina…… rico-rico, como diríamos
nosotros: gozo-gozo.
Hemos regado todo el menú con un cava que me
encanta y que suelo repetir en este restaurante, un Imperial de Gramona.
A este
cava no hay plato que se le resista. Con todo “casa” estupendamente. Cada día
me gusta más. Curiosamente y gracias a que la “piloto” del coche no puede
pasarse con la bebida, el “copiloto” se ha aprovechado bien del asunto y ha
podido llegar al final de lo salado con la misma botella.
Como le llega el turno a los postres y sin
decir nada, allí que nos aparece, de la mano del camarero, una botella de
Neige, sidra de hielo de Canadá. Esto es un placer de dioses. Dulce con ganas,
además esa sensación como de “peta zeta” que sientes al tomarlo, invita a beberlo
a sorbos pequeños, para que no se termine.
Tenía yo un recuerdo aún mejor, de algo que
sobrepasaba este verdadero placer y luego me he percatado de que la vez
anterior me tomé un inniskillin y eso ya es placer al cubo. Pero ha sido un
vino excelente para acompañar los postres.
Pues comenzamos con el apartado dulce en sí con unas fresas aliñadas con helado de dulce de
leche. Generosa ración como no podía ser de otro modo. Riquísimas. En su punto.
La mezcla con el helado las hace más apetecibles aún. Puedo prometer y prometo que si hubiesen estado malas,
hubiese dejado la mitad.
Mi cuerpo me ha dicho ya que no necesita más energía.
Pero la gula es la gula. Es un pecado que me encanta cometer. Como bien he
dicho, mañana es domingo de resurección y todo se olvida.
Vamos terminando. Parece que hemos entrado hace
un rato y mirando el reloj comprobamos que son 3 las horas que llevamos dándole
al carrillo. Así que a por el último postre: Tarta de queso, “raíces cántabras”
en deconstrucción.
Pues el nombre lo dice todo, una tarta de
queso “desmontada”. El sabor que lo marca es un queso potente. Lo suyo es
mezclar todos los ingredientes del plato y disfrutarlo en su justa medida.
Postre potente de sabor. He utilizado ya la palabra “rico”? Imagino que en
varias ocasiones. Así que lo dicho: rico-rico, mucho.
No hay sitio para nada más, no puedo ni con
el café y pienso que así me voy a “librar” de la golmajería pero no. Allí que
nos vienen: cucurucho de chocolate relleno de crema de fresa, mini-magdalena y
gominola de gin-tonic.
Un genial remate para una comida de quitarse
sombreros, de sacar en hombros a los artistas, a todos ellos. Saben muy bien
que volveré, yo también lo sé. Aquí siempre la despedida será la misma: hasta
la próxima.
Página web del restaurante: www.restaurantesolana.com
El precio de este menú es de 60 euros,
bebida no incluida. Excelente RCP, sin duda alguna.
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